De Zócalo Saltillo
Campos Elíseos
Katia D'Artigues
¿Un Papa mexicano?
El primero de diciembre, en Palacio Nacional, los 3 grandes magnates de
las telecomunicaciones en México —Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas
Pliego y Carlos Slim— se sentaron juntos, codo a codo, en una de las
primeras filas frente a donde hablaba el recién ungido Presidente,
Enrique Peña Nieto. Estaban contentos y hasta sonrieron para la foto
(los acompañaba, también el segundo de a bordo de Televisa, Bernardo
Gómez).
Aunque no estaba de frente para ver sus reacciones en cuanto Peña
anunció que propondría dos nuevas cadenas de televisión abierta y el
derecho a internet para todos, la reacción no fue notablemente en
contra.
A la salida, en plática banquetera me topé con Azcárraga quien
calmadamente me dijo que no lo sorprendía (hasta insinuó que ya lo
sabía) y que en todo caso el pastel de publicidad para televisión era
limitado y quizá no tan buen negocio.
Algo diferente podría ser el negocio de telefonía móvil e internet, comentó.
Ciento un día después, ayer Peña Nieto presentó vía la Cámara de
diputados una reforma en telecomunicaciones que cumple eso y más. Lo
hace también vía “El Pacto por México” con lo que se entiende que PRI,
PAN y PRD en su mayoría están de acuerdo con ello y pasará —se supone—
sin tantos problemas.
Por el momento (vamos a ver cómo se aterriza todo en detalles, donde
como siempre está el diablo) la iniciativa ha dejado callado hasta a
especialistas críticos en la materia.
No son sólo dos nuevas cadenas y una más para el Estado (que no para el
gobierno, o al menos así debemos exigir que sea), sino también órganos
independientes que otorgarán y quitarán las concesiones. Que tienen
dientes para castigar a los concesionarios que no cumplan con el hecho
de que las señales son un bien público y que incluso, por el bien de la
competencia, pueden hasta dividir empresas que tengan más del 50 por
ciento del mercado. Estos son la Cofeco (Comisión Federal de
Competencia) y el nuevo IFETEL (o Instituto Federal de las
Telecomunicaciones).
Ahora usted sospechará, como muchos: suena bien, pero, ¿cómo le harán
para que los integrantes de estos organismos no sirvan a intereses que
no sean “los de la nación”? Es interesante lo propuesto: tendrán que ser
personas que no hayan trabajado por lo menos los últimos 5 años en las
empresas reguladas; que tengan un visto bueno académico y una carrera
que venga al caso; que después de pasar un examen, por así decirlo,
accedan a una lista de la cual el Presidente forme una terna que luego
será votada (de 3 queda 1) por la Cámara de Senadores.
Súmele a eso que la iniciativa propone que los concesionarios —que en un
pasado abusaron de los amparos, todos— y paralizaron al sector no lo
podrán hacer; además de que también en el mismo sentido viene la ley de
amparo que sólo falta que la promulgue el Presidente.
Además del famoso must carry y must offer que hará que los cableros no
puedan no transmitir canales de televisión abierta, por ejemplo y sin
costo para el usuario final. O sea usted y yo.
Tres nuevos canales, al menos. ¡Una gran oportunidad, también, para
muchos jóvenes comunicadores, ingenieros, mercadólogos y un largo
etcétera que necesitan los medios!
No es que quiera a todo verle algo malo, pero como decía Purificación
Carpinteyro: suena muy bueno para ser cierto. Ojalá y sí lo sea.
Y una duda: si justo esta fue una de las grandes banderas del movimiento
#Yosoy132, ¿por qué ayer no vi a nadie del grupo festejando? No
entendí.
Y dudosos siempre hay, como ayer AMLO, en su cuenta de twitter @lopezobrador_:
—Circo EPN: ¿Quiénes son los nuevos concesionarios; bajarán los precios;
darán voz a opositores no paleros? Y su nieve, ¿de qué la quieren?
Preguntas válidas que hay que seguir de cerca, sin duda.
Hoy, en el Vaticano inician los trabajos del cónclave para la elección
del nuevo Papa. Para cuando usted lea estas líneas, seguramente ya se
ofició la Misa Eligendo Sumo Pontífice. Por la tarde, iniciará la
reunión en la Capilla Sixtina.
Y en medio de las apuestas sobre quiénes son los cardenales más
papables, que estarían entre Odilio Pedro Scherer, de Brasil y el
italiano Angelo Sodano, surge un tercero que podría emparejar la
votación e incluso, ser electo.
Se trata del cardenal mexicano Francisco Robles Ortega, quien tiene a su favor la edad: acaba de cumplir 64 años.
El muerto… al mausoleo y el “hijo” a la campaña. Con esa frase podría
resumirse la situación que se vive en Venezuela. ¿Cómo están las cosas
allá? Se lo digo en la edición on line de esta columna, además de qué ex
góber reapareció para defenderse de presuntas anomalías financieras, la
obra de teatro para Gordillo, entre otras notas.
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