De La Jornada
Astillero
Julio Hernández López
El nuevo mapa electoral
tiene como referentes una desesperada búsqueda social de alternativas
frente al partidismo clásico (como ejemplo, Cuauhtémoc Blanco ganando la
presidencia municipal de Cuernavaca), una continuidad del tradicional
reparto cupular (Michoacán entregado al favorito de Los Pinos, Silvano
Aureoles, postulado a nombre del PRD), los independientes como novedad
tripulada ( El Bronco como ensayo federal rápidamente
reabsorbido por el PRI y Los Pinos) o como ejemplar construcción genuina
(Pedro Kumamoto y sus 18 mil pesos de gasto de campaña en Zapopan), los
reacomodos de siglas partidistas (el PT en la despedida y el Humanista
ni se diga, aunque el MC reflota cargándose a la derecha), la división
enconada de la izquierda electoral (Morena ganando posiciones antes
perredistas) y la conversión del Distrito Federal en un mosaico
pluripartidista (PAN y PRI avanzando más que nunca), y el partido en el
poder (el PRI con sus adjuntos, el Verde Delincuente y el Panal)
manteniendo control en el Poder Legislativo y otorgándose un bono de
gobernabilidad entre balas y llamas (Oaxaca y Guerrero, pero no
solamente allí) con la esperanza de alcanzar a practicarse algunas
cirugías de moda (César Camacho ya dijo que El Bronco es una llamada de atención a los partidos para que se reformen o habrá más
independientes) antes de la siguiente llamada a escena general que será en 2018.
El chuchismo perredista es el gran damnificado, sobre todo
en la ciudad de México (aquí los otros derrotados son el crédulo Miguel
Ángel Mancera y su electoralmente fanfarrón secretario general, Héctor
Serrano), donde Ricardo Monreal logró colocarse como principal figura
ganadora de Morena (la otra carta fuerte, Clara Brugada, no alcanzó la
jefatura de la estratégica Iztapalapa) con siguiente escala en la
búsqueda de la jefatura del gobierno capitalino o la presidencia del
partido en lugar de Martí Batres. En términos numéricos el sol azteca
podrá disputar una cierta delantera en la liga de la división de ascenso
(en el bloque superior reinan PRI y PAN, que juntos llevaban 49.96 por
ciento del total de los votos emitidos, según el último reporte
presentado por el INE); división de ascenso, se decía, en la que
quedaron el PRD, Morena, el Verde Infractor y el Movimiento Ciudadano
(cuyos resultados pueden ser los más notables e interesantes, pues
parecía condenado al naufragio, como el PT, al perder el imán electoral
de López Obrador). Pero en los hechos la tendencia aritmética del PRD,
pero sobre todo política, es a la baja, frente a la escisión triunfante
de Morena, que sin embargo no alcanzó la talla de una organización con
fuerza nacional (en los comicios para gobernador se quedó en votaciones
marginales o testimoniales), reconcentrados sus esfuerzos desde ya en la
siguiente elección presidencial, con los pertrechos capitalinos como
principal plataforma, bajo el lema de que
La tercera es la vencida.
En los estados con elección de gobernador hubo novedades con
significación nacional. En Sonora al fin el peñismo respetó a Manlio
Fabio Beltrones una posición por él promovida, pues hasta ahora las
postulaciones con sello del sonorense habían sido conducidas al fracaso.
La primacía en el terruño le fue aceptada con Claudia Pavlovich como
alternativa priísta frente al desastre de Guillermo Padrés, sumido en la
corrupción y la arbitrariedad. Ya se verá si el dulce regional en la
boca de Beltrones es anuncio de la tienda de golosinas mayores que sería
la presidencia nacional del PRI, en lugar de César Camacho, o sólo fue
un tentempié como suerte de bono de marcha.
FALTÓ DEBATE POLÍTICO DE CALIDAD: OEA. La misión de obsevadores de la
OEA en estos comicios en México, que encabezó la ex presidenta de Costa
Rica Laura Chinchilla, aseguró que “más allá de las intenciones de
abaratar el costo de las campañas y favorecer la equidad en las
contiendas, el modelo actual –de fiscalización– no parece propiciar un
debate político de calidad y genera fricciones constantes entre los
actores del proceso”Foto Carlos Ramos Mamahua
Guerrero regresa a los ámbitos tenebrosos del priísmo regional
con Héctor Astudillo, luego de la falsa alternancia encabezada por el
inequívocamente priíista Ángel Aguirre Rivero, quien pasó al PRD (en
aquel tiempo no se usaba el recurso de los
independientesbroncos) cuando el partido de tres colores no lo hizo candidato a gobernador. Caído a causa de Ayotzinapa, Aguirre fue sustituido por Rogelio Ortega, cuyo tránsito por el poder del estado bravío ha sido desafortunado. Los chuchos, siempre sabedores de que Michoacán era la pieza concertada, llevaron el suspenso hasta el final, con Beatriz Mojica en el rol de sacrificio.
Campeche estaba escriturado por los poderes fácticos locales en favor de Alejandro Moreno, alias Alito,
un priísta suficientemente práctico para garantizar la continuidad de
los negocios, algunos de ellos tan oscuros como el petróleo, en esa
entidad del sur. Otro priísta, aunque amigo de Felipe Calderón y
funcionario en su sexenio, Juan Manuel Carreras, ganaba por un margen
estrecho a la panista Sonia Mendoza, quien pareció haber sido abandonada
por la dirigencia de Gustavo Madero, tal vez por la cercanía de la
candidata con los calderonistas y con el ex gobernador blanquiazul
Marcelo de los Santos, cuya sombra de corrupción y abuso afectó a
Mendoza y al candidato del PAN a la presidencia municipal capitalina,
Javier Azuara, quien fue derrotado por Ricardo Gallardo Juárez, del PRD,
padre del hijo del mismo nombre que está en el penal de Hermosillo bajo
acusación de delitos relacionados con el crimen organizado.
La suerte potosina pareció condicionada por el interés maderista en
Colima, el estado que tiene al puerto de Manzanillo como jugosa
plataforma de negocios no fiscalizables. Allí, el presidente del PAN
apretó, fallidamente, para que su aliado Jorge Luis Preciado (fiestas
familiares con mariachi en el Senado y construcción de
Twitter: @julioastillerocastillosen el estado, como datos relevantes) quedara como gobernador en una pelea de décimas porcentuales con el priísta José Ignacio Peralta. Otro panista, Pancho Domínguez, dejaba atrás al priísta Roberto Loyola en Querétaro, y Carlos Mendoza Davis, panista, hijo del ex gobernador priísta Ángel César Mendoza Arámburu, ganaba en Baja California Sur. ¡Hasta mañana, con Chuayffet diciendo que lo indefinido de la cancelación de evaluaciones educativas ya se definió y ahora se restablecerán (ya pasadas las elecciones)!
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