De Zócalo Saltillo
Astillero
Julio Hernández López
Elbazo y albazo
Un mes en la cárcel
DF: aumento en pasajes
Granier, impunidad
Un mes en la cárcel
DF: aumento en pasajes
Granier, impunidad
Un mes ha servido para comprobar que la profesora Elba Esther Gordillo
era una tigresa de papel. Nada queda de los aires retadores que asumió
en el tramo final de su forcejeo, aún en libertad, contra Enrique Peña
Nieto, e incluso hoy suena a tragicomedia aquel pretencioso epitafio en
el que se imaginaba para sí misma un final político en condición de
guerrera...
Todavía hoy es posible escuchar a ex trabajadores petroleros y a
habitantes de la zona conurbada de Tampico-Ciudad Madero que recuerdan
con buen ánimo a Joaquín Hernández Galicia, alias La Quina, aquel
cacique presuntamente semibueno que fue expulsado del imperio sindical
petrolero por el entonces presidente Salinas de Gortari, quien estaba
urgido de mostrar que tenía fuerza institucional como para remontar su
contexto de falta de legitimidad electoral.
Pero nadie se atreve actualmente a pronunciar algunas palabras piadosas
para la mujer que con mano de hierro y arcas a su disposición manejó el
sindicato de profesores y varias oficinas importantes del gobierno
federal calderonista. Ni siquiera sus familiares, amenazados claramente
con acción penal (a partir de su probado involucramiento como
beneficiarios y operadores de actos de corrupción gordillista) si abren
la boca para tratar de reivindicar a la famosa maestra ahora en
desgracia.
Reducida a una patética condición de impotencia, Gordillo ha hecho un
involuntario último favor al sistema que la encumbró y ahora la ha
destronado.
Su zalea política ha sido exhibida con toda intención ejemplarizante
para que diversos actores, ensoberbecidos y falsamente agigantados
durante la docena inexperta del panismo en Los Pinos, se sometan a los
designios del nuevo habitante, el priísta Peña Nieto que goza con los
réditos de ese golpe contra la cacica.
Las consecuencias de la operación de Estado contra Gordillo ha dejado
también en una especie de cárcel política a los dirigentes nacionales y
estatales del SNTE.
La gran mayoría son reproductores, en sus escalas regionales, de los
abusos y la proclividad a lo delictivo (corrupción, venta de plazas, uso
arbitrario de los fondos sindicales, entre otras linduras) de su
anterior jefa máxima. Y el sucesor oficial de Gordillo no se atreve ni a
respirar profundamente para que no se le vaya a considerar una especie
de rebelde pulmonar.
En ese marco de abatimiento del sindicalismo “institucional”, la
resistencia frente a las líneas oficiales y extraoficiales de la reforma
peñista en materia educativa está quedando en manos de las secciones
consideradas “independientes” (en Guerrero, la llama puede prenderse de
nuevo). No sólo hay una impugnación en materia de reglamentaciones
laborales sino una convicción de que el debilitamiento de la defensa
sindical dará paso a medidas como el incremento de la participación
privada en la educación así clasificada ya abiertamente como “negocio” e
incluso a la mayor presencia e influencia del clero en el manejo
educativo y en la definición de sus contenidos, acercándolos cada vez
más al modelo deseado por la élite vaticana.
Para conmemorar el “Elbazo”, en el Distrito Federal se dio un “albazo”.
En plena temporada vacacional de Semana Santa, como suele suceder cuando
se quiere amortiguar el impacto de un golpe a intereses populares, el
gobierno encabezado por Miguel Ángel Mancera decidió aumentar en un “33
por ciento las tarifas de transporte público de microbuses, autobuses y
Metrobús, a los que se sumarán aumentos al servicio de taxis, que
entrarán en vigor a partir del 1 de abril”, según reportaban ayer
Alejandro Cruz y Laura Gómez en el portal electrónico de La Jornada.
Es evidente que el costo de operación del servicio público de transporte
en la Ciudad de México ha sido constantemente afectado por procesos
inflacionarios de entre los cuales destaca el aumento progresivo del
precio de la gasolina y las refacciones. También es cierto que el bajo
costo de los pasajes en el Distrito Federal es una forma de subsidio
popular que contrasta con las tarifas de otras entidades.
Pero Mancera no generó un proceso de explicación y convencimiento
sociales para tomar una decisión que impactará a la economía popular, y
tampoco presenta contraprestaciones creíbles de parte de los
concesionarios, quienes según eso quedan obligados a un programa
volátil, que el tiempo se encargará de dejar en mero recurso oratorio:
“Esta alza se da con el compromiso de mejorar la seguridad y calidad del
servicio, además de destinar 20 por ciento del incremento para la
capacitación del gremio, con el fin de integrarse al nuevo esquema de
conformación de empresas”.
Hasta ahora, el manejo de los gobiernos capitalinos en materia de
transporte público y privado ha permitido que mediante métodos de
corrupción institucionalizada se recaben cuotas para financiar
actividades políticas y electorales y se creen comaladas “izquierdistas”
de nuevos ricos. Así ha sido en general y no solamente durante la
administración de Mancera. Aprobar estos aumentos en los pasajes es una
forma nada disfrazada de instaurar impuestos sociales sin que se tenga
claridad ni confianza en lo que supuestamente habrá de recibir a cambio
el pasajero, más allá de la demagogia rutinaria.
En Tabasco, los costos de los arreglos políticos también se han
encarecido a causa de una extraña mezcla de abusos y debilidades.
Enaltecido por el lopezobradorismo como un ejemplo de los logros que a
largo plazo y en condiciones muy difíciles se pueden alcanzar, el
gobierno de Arturo Núñez chapotea entre arroyos de legalidad
convenenciera, sin decidirse a enderezar la fuerza institucional contra
el depredador del erario de esa entidad, el químico Andrés Granier Melo.
Hasta ahora, y a pesar del creciente reproche popular por la impunidad
hasta ahora otorgada al priísta antecesor, el peculiar lopezobradorista
Núñez disipa los aires justicieros en instancias de segundo nivel del
aparato de corrupción encabezado por el citado Granier, una de cuyas
hijas fue pillada con una cuenta bancaria increíblemente abultada.
Y, mientras sigue saliendo pus de la estela que es símbolo de la corrupción calderonista.
¡hasta mañana!
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