miércoles, marzo 27, 2013

¿Mancera Presidente? Soñar no cuesta nada


De Pulso Político


marzo 27, 2013
Paulino Cárdenas
Tiene atributos para serlo: no tiene experiencia de gobierno, le gusta mentir, es escurridizo, promete y no cumple. Sí, bien podría ser Presidente de la República, como se lo dijo en entrevista a La Opinión de Los Ángeles. “Como a cualquier mexicano, obviamente me gustaría y sería feliz de ser Presidente de México”, declaró. “La responsabilidad del país es un tema mayúsculo, pero la Ciudad de México es un buen referente y un magnifico ejercicio de gobierno”, añadió. Es un hecho que le quiere seguir los pasos a Marcelo Ebrard en cuanto a soñar con querer ser Presidente. Para ello está tratando de deshacerse de la sombra de su predecesor, empezando porque anunció que cancelaría el programa de las playas artificiales. Esto le restará simpatías....



Aunque externó sus intenciones presidenciales, dijo que prefiere concentrarse en sus tareas como jefe de gobierno del Distrito Federal. Todavía sigue envuelto en el escándalo de su viaje al Vaticano, que ha sido una de tantas malas decisiones que ha tomado en apenas 111 días de gobierno. Pese a que a su alrededor le sobran asesores, en realidad no ha podido consolidar un programa de trabajo integral. Le falta lo que a su antecesor le sobraba en cuanto a proyectar programas a favor de la ciudadanía capitalina. Esa falta de planeación le ha hecho caer en toma de decisiones precipitadas. Nadie dice que sea un funcionario sin preparación. Más bien parece tener la brújula extraviada, lo que se refleja en su estilo personal de gobernar.
Con motivo de su viaje al Vaticano, en donde coincidió con el presidente Enrique Peña Nieto en ocasión del inicio del pontificado del Papa Francisco, Mancera dijo que la Curia romana le había pagado el viaje a Roma. Fue el vocero del Vaticano, Federico Lombardi, quien aclaró que la Iglesia no le paga viajes a nadie. Fue entonces que a su regreso, el jefe de gobierno dijo que los gastos del viaje salieron de su bolsillo, lo mismo que el de los funcionarios que lo acompañaron. Incluso la contraloría interna del gobierno del DF determinó que le descontaría varios días de su sueldo por no haberse presentado a trabajar, lo mismo que a sus acompañantes. Todo un escándalo pues. ¿Qué necesidad?
A sus 47 años tiene chance de intentar ir por la Presidencia en el 2018, y si pierde, podría hacerlo otra vez en el 2024, ¿por qué no? Falta que Ebrard lo deje, ya que es quien anda necio con esa idea, desde que aspiró a ser el candidato de las izquierdas y que Andrés Manuel López Obrador le dijo ¿a dónde joven?, y lo dejó con las ganas. El ex jefe de gobierno estará apostando todas sus canicas a que él va a ser el candidato de las izquierdas divididas, para lo cual incluso estaría dispuesto a ser dirigente del PRD como primer paso. Si lo dejan. En Chiapas, una entidad que considera uno de sus bastiones, a finales de febrero lo manifestó abiertamente. Dijo que su interés es participar en el proceso electoral de 2018, mediante una plataforma cuyo eje será “un futuro progresista para el país”.
Pero el dilema de Mancera para su aspiración presidencial tiene tres patas, cuando se requieren cuatro para que tuviera estabilidad su anhelo. Una pata es su abierta y cercana relación con Peña Nieto a quien desde el principio reconoció como Presidente de la República lo que quedó constancia con un primer acercamiento que tuvo con Luis Videgaray, el hombre fuerte de los dineros y los recursos financieros federales. La otra pata es su izquierdismo light que reconociendo que no forma parte de ningún partido, le quiere hacer creer a los que se dejan, que está con el PRD, con AMLO y con Morena, incluso diciendo que ‘no aceptará’ la privatización de Pemex ni la aplicación del IVA a alimentos y medicinas, lo que supuestamente propondría Peña. ¿De veras?
Y la tercera pata en la que apoya su aspiración presidencial es que quiere, en su momento, representar a todas las izquierdas para convertirse en el caudillo sustituto de quien le lleva medio siglo de ventaja, que es el tabasqueño, además de que tendría que luchar con las ambiciones de Marcelo Ebrard quien, ahora sí, ha dicho que no le cederá terreno a López Obrador para el 2018. De ahí que al ex mandatario capitalino le estén sacando sus trapitos al sol, como es el caso del rebase en los costos de la Línea 12 de Metro, y los negociazos que se dice habría hecho al calor del cargo durante sus seis años de gobierno. Como se sabe, políticamente le debe mucho a López Obrador.
Mancera no era el candidato de Ebrard, quien se inclinaba por su entonces tesorero Mario Delgado para sucederlo en la jefatura de gobierno. ¿Por qué ganó por tan amplio margen Mancera? Porque la maquinaria perredista dominante en el DF hizo su trabajo con las mismísimas triquiñuelas, mañas, transas y compra de votos que tanto le criticó AMLO a Peña y al PRI. Pero el dilema del actual jefe de gobierno es que –sería la cuarta pata de la que carece su plataforma como aspirante presidencial–, es que para nada tiene el carisma de quienes lo antecedieron en el cargo: Cárdenas, López Obrador, Encinas y Ebrard, por cierto distanciados entre sí.
Dicen quienes lo conocen que Mancera trae un as bajo el brazo para el 2018. Su entrega a Peña Nieto lleva un doble propósito. Uno, estar bien con quien manda en el país y quien apoyaría sus iniciativas de reforma para el DF, y dos, que en su momento, como no tiene partido, podría afiliarse al PRI con miras a los comicios presidenciales. Porque es raro que de un tiempo para acá los chuchos y el PRD estén con él. ¿Sabrán algo? Con ese cobijo anticipado, Ebrard quedaría al garete y sin partido porque los que manejan el sol azteca no lo quieren de dirigente, lo que le dejaría el camino libre al tabasqueño y su Morena para participar por tercera ocasión como aspirante presidencial. Para ellos pues, soñar no cuesta nada.
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