De Hugo Sadh
Joaquín López-Dóriga, uno de los
principales vendedores de spots y no sólo de gacetillas, se duele de que
las campañas “anodinas y repelentes” hagan derroche de spots porque,
según ese eminente politólogo, éstos son “gratis” (Milenio, 26.05.2015).
Sin embargo, las leyes y las cuentas no
le resultan al conductor de noticias de Televisa: los spots de los
partidos corresponden por entero al tiempo del Estado el cual está
dividido en dos segmentos: el señalado por la ley que es una
contraprestación a favor del fisco pagada por los concesionarios que
usan un bien de la propiedad de la nación y no de ellos; y el lapso de
origen fiscal que resulta de aplicar un derecho convertido en impuesto a
cargo de los anunciantes que debe ser enterado al fisco por parte de
los concesionarios, es decir, es el pago en especie de un gravamen. En
total se trata de menos de 50 minutos diarios pero no son gratuitos.
El
Congreso modificó la Constitución en 2007 para eliminar el sistema de
compra-venta de tiempos de radio y televisión con propósitos políticos y
electorales, tanto para impedir la intervención de agentes adinerados
que no fueran participantes directos en la lucha política, tales como
los conglomerados empresariales, como para eliminar un mercado
monopolizado de anuncios políticos en radio y televisión.
El sistema de Estados Unidos ya casi no
existe más que en ese país. La mayoría de las democracias
pluripartidistas del mundo ha optado por un modelo regulado de
comunicación político-electoral en los medios electrónicos mediante el
cual a cada partido se le otorga un determinado tiempo. Que en México se
haya optado por el espoteo es algo ajeno al modelo pues podrían ser
mensajes de tres o cinco minutos a pesar de la eventual protesta de los
concesionarios que verían “ensuciada” su programación. Lo mejor sería
optar por mensajes más largos, pero esa es otra discusión.
López-Dóriga se ha unido una vez más a la
lucha en contra del sistema constitucional de comunicación política en
radio y televisión porque el negocio consiste en vender anuncios. En
realidad quienes están en la conducción de esa campaña que no ha parado
desde 2007 son la mayoría de los concesionarios. Eso de no poder vender
spots políticos cuando éstos abundan ha de ser el peor mundo posible. Es
ver pasar miles de millones sin poder tocar un solo peso. Cualquiera
podría imaginarse el estado de ánimo de los frustrados vendedores. Pero
hay que recordar que ellos venden lo que no es suyo: el espacio
radioeléctrico que es propiedad de todos.
El problema es aún más complejo. Cuando
los partidos políticos y el gobierno dependen de medios de comunicación
extremadamente monopolizados tienen que someterse a sus dictados. En la
medida en que los políticos encuentren mayores espacios propios de
comunicación en esa misma medida tendrán mayor independencia respecto
del duopolio televisivo que aún predomina. Ese fue el otro propósito de
la reforma de 2007. Pero López-Dóriga, como fiel exponente de Azcárraga,
nos dice que la gratuidad de los spots (ya vimos que gratuitos no son)
lleva a que sean muy malos al grado de que nadie por ellos ha de cambiar
el sentido de su voto y ni siquiera decidirse a votar.
El aspirante a politólogo una vez más se
equivoca: el deterioro de la lucha política no se debe a los spots,
terreno que es el suyo, sino a otros factores que nos llevarían a
escribir mucho más y en eso estamos. Suponer que la pobreza en el
discurso político obedece a que la propaganda electoral en radio y
televisión no es negocio de los concesionarios es debilitar el análisis
al grado de simplificar tanto todo que nada de lo real puede ser en
verdad criticado.
Y esto es justamente el objetivo: la
televisión mexicana está conformada para evitar el pensamiento crítico.
López-Dóriga puede lanzar todas las piedras que quiera y le permitan
pero nunca podría hacer una crítica a fondo de un sistema injusto,
corrupto y antidemocrático como el que vivimos.
Al contrario, todo lo que no sea de su
interés mercantil es repudiable. Pues sí, para él. Por lo pronto, los
spots electorales no son mercancías. (proceso)
No hay comentarios:
Publicar un comentario