De Ruben Luengas
La cumbre de los BRICS que se celebrará en la ciudad rusa de Ufá del 8
al 10 de julio será el séptimo encuentro desde la creación de esta
organización y el quinto desde que se sumó Sudáfrica.
Alexander Gabúyev, para RBTH
Hasta hace pocos años, el grupo de los BRIC no era más que una
fantasía del execonomista jefe del banco Goldman Sachs, Jim O’Neill,
quien propuso esta abreviatura en 2001 para hacer referencia a las
economías de más rápido crecimiento del mundo y, al mismo tiempo,
ofrecer a sus clientes un nuevo objeto de inversión.
Rusia mantiene con el grupo de los BRIC una relación especial, ya que
la idea de inspirar vida política a esta quimera bursátil fue
precisamente de Moscú.
En septiembre de 2006, por iniciativa del presidente ruso Vladímir
Putin se celebró en Nueva York el primer encuentro ministerial de los
países de los BRIC. Más tarde, en mayo de 2009, se organizó en
Ekaterimburgo la primera cumbre de la historia del bloque: el encargado
de recibir a los invitados fue el predecesor de Putin, Dmitri Medvédev.
Y a pesar de que en aquel encuentro no se consiguieron resultados
concretos, la cumbre tuvo para Rusia un importante efecto
propagandístico: las relaciones con Occidente pasaban por un mal momento
y Moscú demostraba a EE UU y la UE que contaba con otros socios
igualmente influyentes.
Durante los últimos años, la organización ha ampliado su campo de
actividad. Además de la promoción geopolítica, ha comenzado a crear
nuevas normas internacionales. Por ahora, los BRICS son conocidos
principalmente por sus intentos de crear una alternativa a las bases de
la arquitectura financiera mundial, que se encuentra bajo el dominio de
Occidente.
En 2014 los miembros de los BRICS pactaron la creación de un banco
propio y de un fondo de reservas de divisas nacionales: en el futuro
esto podría ayudar a reducir la dependencia en las finanzas
internacionales del duopolio del dólar y el euro.
Una de las razones de la baja efectividad de los BRICS como
estructura internacional son las particularidades de su trabajo
burocrático. Los BRICS son prácticamente la única organización en la que
la cumbre entre los líderes no se celebra como culminación de una
presidencia, sino a los inicios de esta. De este modo, la agenda de todo
el año la prepara un solo país, pero las decisiones se toman en otro.
¿Adiós al dólar?
Debido a esta falta de sincronía, muchas iniciativas no han sido
llevadas a la práctica debidamente. Rusia ha sido el primer país que ha
decidido poner fin a esta situación. La presidencia de Moscú dio
comienzo oficialmente en abril, es decir, que la cumbre será el
resultado de tres meses de trabajo. Ya en el marco de su presidencia,
Rusia intenta ampliar al máximo la agenda de la organización.
En las actuales circunstancias internacionales, del mismo modo que en
2009, para Rusia no sólo es importante el aspecto pragmático, sino
también el simbólico. Tras la anexión de Crimea y el inicio de la guerra
en el este de Ucrania, Occidente intenta aislar a Rusia por todos los
medios. Se han impuesto sanciones, Moscú ha sido formalmente expulsada
del G8, los líderes de EE UU, la UE y sus aliados intentan evitar
contactos personales con Vladímir Putin en cualquier evento
internacional en el que se ven obligados a coincidir (y en 2014 el
presidente ruso incluso abandonó antes de tiempo la cumbre del G20 en
Australia). El desfile de la Victoria del 9 de mayo en la Plaza Roja fue
otro símbolo importante del aislamiento internacional de Rusia.
En Ufá, sin embargo, el gobierno ruso tendrá la ocasión de presentar a
su país como líder del mundo no occidental. La presidencia de los BRICS
permitirá a Moscú posicionarse como miembro de una organización
alternativa al orden mundial.
En compañía de la mayor economía del mundo (al menos así estima el
FMI el PIB de China en términos de paridad del poder adquisitivo) y de
los líderes de economías dinámicas del sur de Asia, Latinoamérica y
África, Moscú podrá declarar firmemente que no piensa volver al G8
aunque vuelvan a invitarla. De este modo, cualquier resultado práctico
de la cumbre en Ufá tendrá una importancia simbólica mucho menor que el
evento en sí, ya que la creación de nuevas ideas es por ahora el único
campo en el que los BRICS han logrado resaltar de algún modo.
(Alexander Gabúyev es director del programa “Rusia en la región Asia-Pacífico” del Grupo Carnegie de Moscú).
Video de la BBC sobre los BRICS (2013)
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