De Proceso
Fallece Julio Scherer García
Julio Scherer García en su estudio en el 2002. Foto: Ulises Castellanos |
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Esta madrugada, alrededor de las 4:30 horas falleció el periodista Julio Scherer García.
El fundador de Proceso, murió de un choque séptico. Llevaba poco más
de dos años enfermo, principalmente de problemas gastrointestinales. En
abril, cumpliría 89 años.
El 17 de octubre pasado hizo lo que sería su última visita a la redacción que tanto amó.
Al despedirse, a las puertas de las oficinas del semanario que fue su
vida durante sus últimos 38 años, dijo a este reportero, los ojos
húmedos, que Proceso había costado muchos sacrificios y trabajo y se
despidió intentando una sonrisa.
Prometió, un hilo su voz, que regresaría para el aniversario 38 del semanario. Ya no pudo.
Siempre lejos de los reflectores, renuente a las entrevistas, fiel a su estilo de vida, sus funerales serán privados.
Al inicio de la década de los cuarentas del siglo pasado, antes de
cumplir los 18 años, Scherer García ingresó al diario Excelsior. Tuvo
una carrera fulgurante. Inició como mandadero de la redacción y unos
días antes de cumplir los 22 años ya publicaba en el vespertino Últimas
Noticias y un año después en Excelsior, en cuyas páginas se pueden
encontrar notas, entrevistas y reportajes bajo su firma, de septiembre
de 1949 a abril de 1976.
Julio Scherer asumió la dirección del entonces el diario más
importante del país, a los 42 años, el primero de septiembre de 1968.
Desde esa posición, acabó confrontado con los presidentes Gustavo Díaz
Ordaz (1964-1970) y Luis Echeverría (1970-1976).
A su salida de Excelsior, el 6 de junio de 1976, luego de una
maniobra orquestada desde la presidencia de Echeverría, junto con
decenas de compañeros de aquel diario fundó el semanario Proceso, cuyo
primer número apareció el 6 de noviembre de 1976.
Scherer García, quien asumió la dirección de Proceso a los 50 años,
nunca dejó la actividad reporteril. El 7 de diciembre de 2014, un mes
antes de su muerte, de 88 años, publicó su último texto a propósito del
fallecimiento del también periodista y escritor, su amigo, Vicente
Leñero.
Considerado el mejor periodista mexicano de la segunda mitad del
siglo pasado y de lo que va del actual, Scherer García estudió la
carrera de derecho y de filosofía en la UNAM, pero pronto acabó por
dirigir todos sus esfuerzos a lo que sería su máxima pasión: el
periodismo.
No hubo tema que no tocara: pobreza, menores de edad, desastres,
tragedias, conflictos estudiantiles, protestas laborales, religión,
grilla política, asuntos internacionales, pintura, literatura y las
artes en general, aunque el de la corrupción gubernamental aparece como
una constante.
Bajo su dirección, Proceso publicó portadas memorables como aquella
titulada El hermano incómodo, del 19 de noviembre de 1994, acompañada de
una foto del recientemente exonerado Raúl Salinas de Gortari.
O esa de La casa de Durazo en el Ajusco en julio de 1983, sobre las
corruptelas del que fuera jefe de la policía capitalina en el sexenio de
José López Portillo, junto a otro reportaje sobre El Partenón, una
narco mansión construida para ese siniestro personaje en Zihuatanejo,
Guerrero.
Recordada también es la portada de enero de 1983 con el título El
refugio de López Portillo en Acapulco, cuyo reportaje en interiores se
destacó curiosamente con la cabeza: Una casita blanca de 2 millones de
dólares en Puerto Marqués.
El 8 de enero de 1994, el país en un hilo por la declaración de
guerra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en la redacción de
Proceso se recibió una invitación del EZLN dirigida a Scherer García
para que este, junto con la Premio Nobel, Rigoberta Menchú y el obispo
Samuel Ruíz, fungieran como intermediarios ante la eventualidad de un
diálogo con el gobierno.
La respuesta del entonces director de Proceso lo pintó de cuerpo entero:
“Agradezco la inclusión de mi nombre al lado del obispo Samuel Ruiz y
de la señora Rigoberta Menchú. Sin embargo, mi condición de periodista
me obliga a la imparcialidad, difícil de sostener en la doble condición
de mediador y cronista de los acontecimientos que vivimos. Debo, pues,
cumplir exclusivamente con las reglas de mi profesión”.
Julio Scherer García escribió un total de 22 libros entre 1965 y
2013. Después del primero, titulado Siqueiros: La Piel y la entraña
(1965) (FCE 2003), debieron pasar 19 años para publicar el segundo, el
inolvidable Los Presidentes (Grijalbo 1986).
El director fundador de Proceso y hasta su muerte, presidente del
Consejo de Administración de CISA, la empresa que edita el semanario, se
ocupó en sus libros de expresidentes, de la matanza de Tlatelolco, de
las cárceles, de sus más renombrados presos, de los presidentes de
Chile, Salvador Allende y Augusto Pinochet, y de temas como el de los
secuestros y la delincuencia de menores de edad, así como en un par de
ellos, a su vida, su única, de periodista.
Después de Los presidentes escribió:
El poder: historias de familia (Grijalbo 1990); Estos años (Océano
1995); Salinas y su imperio (Océano (1997); Cárceles (Alfaguara 1998);
Parte de Guerra, en coautoría con Carlos Monsiváis (Aguilar 1999);
Máxima seguridad (Random House Mondadori 2001); Pinochet, vivir matando
(Alfaguara 2000 y Nuevo Siglo-Aguilar 2003); Tiempo de saber: Prensa y
poder en México, en coautoría con Carlos Monsiváis (Aguilar 2003); Los
patriotas. De Tlatelolco a la guerra sucia (Nuevo Siglo Aguilar 2004);
El perdón imposible (FCE) (Versión ampliada de Pinochet, vivir matando);
El indio que mató al padre Pro (FCE 2005); La pareja (Plaza & Janes
(2005); La terca memoria (Grijalbo 2007); La reina del Pacífico
(Grijalbo 2008); Allende en llamas (Almadía 2008); Secuestrados
(Grijalbo (2009); Historias de muerte y corrupción (Grijalbo (2011);
Calderón de cuerpo entero (Grijalbo 2012); Vivir (Grijalbo 2012) y Niños
en el crimen (Grijalbo 2013).
Scherer García recibió en 1971 el premio María Moors Cabat y en 1977
fue reconocido como el periodista del año por Atlas Word Press Review de
Estados Unidos.
En 1986 se le entregó el premio Manuel Buendía 1986 y dos años
después rechazó el Premio Nacional de Periodismo, que en ese entonces
entregaba el presidente de la república en turno.
En 2001 recibió el reconocimiento Roque Dalton y en el 2002, quizá el
reconocimiento que más lo conmovió: el Premio Nuevo Periodismo
CEMEX-FNP, promovido por el escritor Gabriel García Márquez, en la
modalidad de homenaje.
Un año después, aceptó el Premio Nacional de Periodismo, cuando su organización y entrega se había ciudadanizado.
Ya el 20 de marzo de 2014 recibió el grado de Doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.
Y el 3 de octubre pasado, otorgada por el Proyecto Cultural
Revueltas, recibió la medalla John Reed por su trayectoria periodística y
sus contribuciones a la libertad de expresión.
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