De Aristegui Noticias
Raphael, Sarmiento, Cárdenas, Solórzano y ‘Brozo’, sobre masacre en Apatzingán (video)
Periodistas en México y
medios en el extranjero retoman la investigación especial sobre las
ejecuciones de civiles en Michoacán.
Se reproducen fragmentos de columnas y enlaces a las notas
periodísticas publicadas por algunos medios de comunicación, entre ellos
The New York Times.
Columnistas:
¡Ingenuos o cómplices, que se vayan!
Columnistas:
¡Ingenuos o cómplices, que se vayan!
Ricardo Raphael en El Universal
Un testigo acudió a desmentir la versión oficial. No fue fuego
cruzado entre grupos de civiles, la Policía Federal disparó contra la
población el martes 6 de enero porque recibió la instrucción de eliminar
a las personas que habían tomado la presidencia municipal de
Apatzingán.
El periódico Reforma publicó ese testimonio el domingo siguiente y
fue entonces cuando el ex comisionado federal de la Seguridad en
Michoacán, Alfredo Castillo Cervantes, decidió visitar los medios para
propagar una fabricación infame.
Este hombre de confianza del presidente Enrique Peña Nieto se hizo
acompañar por un fiscal que lo auxilió a la hora de presentar con
gráficos y fotografías su mentirosa versión de los hechos.
Irritado cada vez que se le interrumpió, el entonces comisionado
utilizó esquemas arbitrarios que querían explicar la trayectoria de las
balas, describir la geografía de los hechos y la disposición de los
cuerpos ensangrentados.
La exposición de lo que en el argot ministerial se llama la mecánica
criminal despertó muchas dudas, y es que Castillo respondió a cada
interrogante con una mezcla de imprecisión, arrogancia e impaciencia.
Eso sí, insistió de forma machacona con que aquel día en Apatzingán
“todas las personas fallecidas pudieron haber sido ultimadas por sus
compañeros … (producto) del fuego cruzado”.
De la investigación realizada por la periodista Laura Castellanos se
infiere que durante aquellas reuniones con los medios, Castillo
Cervantes le hizo propaganda a una mentira. Entregó una narración
confeccionada solo para engañar.
Gracias a la voz de más de 50 testigos —vecinos, víctimas,
sobrevivientes, personal médico— queda hoy al descubierto que tanto el
Ejército mexicano como la Policía Federal acudieron la madrugada del Día
de Reyes con la instrucción de ejecutar a los integrantes de las
autodefensas (la gran mayoría muchachos con menos de 20 años) que habían
sido despedidos por el propio Castillo —un mes antes, sin indemnización
ni paga— y que por ello se habían plantado frente a la presidencia
municipal de Apatzingán (…).
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Sergio Sarmiento en Reforma
“La violencia se ha levantado en vara de maldad”.
Ezequiel 7:11
Son dos versiones muy distintas. El entonces comisionado federal para
la seguridad en Michoacán, Alfredo Castillo, afirmó que se trató de un
simple fuego cruzado entre dos grupos de autodefensa. Un reportaje de la
periodista Laura Castellanos afirma, en cambio, que fue una matanza
perpetrada por la Policía Federal y que dejó a cuando menos 16 personas
muertas.
(…)
Alfredo Castillo dejó la Comisión para la Seguridad y el Desarrollo
de Michoacán el 22 de enero, dos semanas después de la matanza. No
sabemos si la comisión sigue operando formalmente o si dejó de existir
una vez que el general Felipe Gurrola Ramírez recibió el mando especial
de seguridad en Michoacán.
Se atribuye a la comisión que encabezó Castillo el haber pacificado a
un Michoacán que vivía en una situación de enorme violencia. No sé si
las cifras avalen esta afirmación; pero si se confirma la matanza de las
16 personas en Apatzingán, dos semanas antes de que Castillo dejara el
mando de la comisión, habrá que determinar con mucho cuidado y
transparencia la cadena de responsabilidades que llevó a esta atrocidad.
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José Cárdenas en Excélsior
¡Mátenlos como perros!, fue la orden que retumbó en los oídos de las
aterradas víctimas y testigos de la matanza del Día de Reyes, en
Apatzingán, Michoacán.
El reportaje de Laura Castellanos, publicado el domingo por Aristegui Noticias, el semanario Proceso y la cadena Univisión, demuele la verdad oficial sobre la muerte de 16 personas, en el corazón de la Tierra Caliente.
Imágenes estremecedoras, medio centenar de declaraciones,
protagonistas y testigos, desmienten la versión del entonces comisionado
federal Alfredo Castillo Cervantes, quien días después de la masacre
afirmó que todos los fallecidos habían caído víctimas del “fuego
cruzado”.
Las voces de los testigos —recabadas por la periodista— describen un
infierno provocado con premeditación, alevosía y ventaja por las Fuerzas
Federales, responsables de abrir fuego en dos ocasiones contra los
comunitarios plantados frente al Palacio Municipal… y aquellos que horas
después intentaron rescatar a los detenidos.
(…)
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Javier Solórzano en La Razón
El sábado se dio a conocer, Proceso y Portal de Aristegui, una
investigación periodística de los violentos hechos del seis de enero en
Apatzingán, cuando el Palacio de Gobierno estaba tomado por grupos de
autodefensa de diversas zonas del estado. La versión más acabada de lo
que estaba pasando en aquellos días fue que no necesariamente eran
autodefensas y que muchas de esas personas estaban ligadas a la
delincuencia organizada.
En conversaciones en esos días con el Padre Goyo, párroco de la
Iglesia local, habló de la descomposición del ambiente y de lo que había
definido días antes como un “serio problema”.
La versión del gobierno la dio quien era comisionado para la
Seguridad en Michoacán, Alfredo Castillo. Presentó videos y dio toda una
explicación, la cual resultó por momentos confusa porque en las
imágenes se veía que los grupos de autodefensas iban tras quienes
repelieron la agresión.
Sin embargo, el propio comisionado aseguro que previamente se dio un
enfrentamiento entre grupos ligados a la delincuencia organizada y que
esto fue la causa central por la cual murieron violentamente muchas
personas. La fundamentada información dada a conocer el fin de semana
desmiente de manera categórica lo que dijo el hoy director de la Conade.
En caso de que esta versión sea cierta de nuevo estaremos ante la
violencia desmedida de la autoridad, la cual no sigue protocolo alguno.
Más bien pareciera que estamos ante delincuentes que se visten de
uniforme para detener y atacar delincuentes. Tlatlaya es ejemplo de cómo
la autoridad actúa de manera violenta y desproporcionada a pesar de que
quienes violan la ley se puedan rendir.
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