Por: Guillermo Fabela Quiñones /
  10 agosto, 2015 
Mientras el círculo vicioso 
del estancamiento económico se sigue ampliando, la clase política en el 
poder sólo actúa con la mira puesta en conservar las cuotas que tiene, 
como si fuera ajena a la realidad tan dramática que estamos viviendo los
 mexicanos, agravada por la crisis del capitalismo global, que no se ha 
podido recuperar del sacudimiento tan fuerte que sufrió en el año 2008. 
Son las consecuencias de la enajenación producida por adorar al “dios 
dinero”, como acusó el Papa Francisco, de la que son víctimas los 
miembros de las élites mexicanas.
El grupo mexiquense, que 
lidera nominalmente Enrique Peña Nieto, no se resigna a dejar el poder 
en tan poco tiempo, después de luchar arduamente por conseguirlo, por 
eso condicionó a Manlio Fabio Beltrones la aceptación de uno de sus 
miembros, en este caso una mujer, Carolina Monroy del Mazo, en su 
calidad de secretaria general del PRI. No se trata de una simple 
cuestión de género, sino de un ajuste de fuerzas orientado a no dejar 
suelto al sonorense, quien de cualquier manera seguirá adelante en su 
afán de convertirse en un factor ineludible en la sucesión del 2018; 
aunque para entonces las cosas en el país serán tan anómalas que es muy 
difícil hacer predicciones.
Lo único que no admite dudas 
es el hecho de que la sociedad nacional exigirá un cambio verdadero de 
la realidad social, política y económica de México, y que para 
impulsarlo no dudará en defender su voto, como el último recurso para 
evitar que las cosas sigan su curso destructivo como hasta ahora. La 
derecha no descartará el uso de la fuerza, incluso la violencia, para 
evitar un nuevo descalabro, que recuerde lo ocurrido en 1988, en el 2006
 y en el 2012. Sin embargo, las condiciones del país son diferentes, 
esto hay que decirlo para que no queden dudas, luego de que ha quedado 
claramente demostrado que no hay manera de salvar al país por el camino 
que nos hizo seguir el Consenso de Washington en 1983.
El mundo, no sólo México, está
 entrampado en el nudo gordiano que impide un crecimiento real de la 
economía, con la excepción de China y algunas otras naciones asiáticas; 
incluso Japón ha resentido los aguijones del estancamiento y la 
inflación, lo mismo que las naciones ligadas al oro de Moscú, que ya no 
es ideológico sino metálico. De ahí que no sea correcto suponer que 
Estados Unidos vendrá en ayuda de una élite mexicana sumida en la 
corrupción, el despilfarro y la irresponsabilidad. La única salida para 
los mexicanos, en tal contexto, no es otra que un cambio de régimen que 
ponga fin a esos vicios que aterran incluso fuera de nuestras fronteras.
En los comicios estatales del 
próximo año se verá cómo los votantes, aun contra las presiones, 
artimañas y arrebatos del gobierno federal, darán el triunfo a 
candidatos ajenos a la derecha, situación que podrá ser aprovechada 
ampliamente en la medida que los dirigentes de fuerzas progresistas 
actúen con sentido común, visión estratégica y alteza de miras, sin 
mezquindades, para dar el paso inicial hacia la conformación de un nuevo
 país. Si la derecha, es decir el binomio PRI-PAN y sus secuaces que 
sólo esperan mendrugos, se empecina en burlar la voluntad mayoritaria 
expresada en las urnas, el futuro de los mexicanos será terrible.
Es un indicio preocupante, sin
 duda, el afán de la clase política en el poder de perpetuarse en la 
cima de la sociedad, con el único objetivo de mantener su adoración al 
“dios dinero” y seguirse sintiendo dueña de vidas y haciendas, el gran 
error que cometió el dictador Porfirio Díaz y por el que su régimen se 
hizo añicos. El “nuevo” PRI ha demostrado tener menos calidad ética y 
humana incluso que el dictador que dio un gran impulso a la formación 
del Estado, aunque con una orientación claramente antidemocrática; de 
ahí que la derecha en el poder hoy seguramente tendrá un futuro muy 
corto.
Así será en la medida que la 
sociedad entienda el llamado de las fuerzas progresistas, 
particularmente las que se agrupan en el Movimiento Regeneración 
Nacional (Morena), las cuales a su vez están más que obligadas a 
demostrar madurez, sensatez, calidad humana y ética fuera de dudas. Es 
el gran reto que nos espera a la vuelta de la esquina.
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