El secretario de
Gobernación propuso en diciembre una ocupación violenta de la Normal,
con intención de dar carpetazo al caso de los 43 desaparecidos, aun
cuando eso significara un baño de sangre, dijo a Proceso Rogelio Ortega
Martínez.
Foto: Archivo Cuartoscuro
ACAPULCO, Gro. (Gloria Leticia Díaz / Proceso).- El pasado diciembre, el gobierno de Enrique Peña Nieto pretendía dar carpetazo
al caso de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y
planeaba tomar violentamente la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, sin
importar que ello significara una matanza.
Así lo dice a Proceso el gobernador sustituto de Guerrero, Rogelio Ortega Martínez.
Sostiene que se opuso al planteamiento de tomar la escuela rural por la
fuerza, propuesto desde la Secretaría de Gobernación (Segob).
Con 11 meses como gobernador de un estado sumido en el caos por la
convulsión social y la violencia permanente del crimen organizado,
Ortega, catedrático de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG) y
fundador del Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados
Ignacio Manuel Altamirano, reflexiona sobre las dificultades de su
mandato al cumplirse un año de la tragedia de Iguala, donde además seis personas fueron ejecutadas extrajudicialmente y más de 40 resultaron heridas.
Entrevistado el lunes 21 en la residencia oficial Casa Acapulco, en
la exclusiva zona de Pichilingue del puerto guerrerense, narra algunas
de las diferencias que tuvo con Osorio Chong para atender la conflictividad social.
Reproduce el diálogo vía internet que tuvo con Osorio Chong y
“mandos” de las secretarías de la Defensa Nacional y de Marina, de la
Policía Federal, la Procuraduría General de la República (PGR) y del
Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) una madrugada de diciembre que no pudo identificar con claridad.
Designado gobernador el 26 de octubre de 2014, para suplir al defenestrado perredista Ángel Aguirre Rivero, Rogelio Ortega fue dirigente estudiantil de la UAG
en el gobierno de Rubén Figueroa Figueroa, en cuya administración fue
detenido y torturado durante ocho días en mazmorras custodiadas por
Mario Arturo Acosta Chaparro, entonces responsable de las corporaciones
policiacas de la entidad (Proceso 1983).
Chilpancingo en llamas
Dice Ortega que se había corrido la versión de que “miles de
contingentes iban a salir de Ayotzinapa por la noche para ir a quemar
todos los edificios públicos en Chilpancingo. Iba a ser la mayor tragedia de la historia con el riesgo de que se extendiera a toda la población”.
A través del chat que tiene el mandatario con las instancias federales, se le informó que en la intentona participarían 4 mil personas
que supuestamente esa noche estaban concentradas en la escuela rural, a
media hora de la capital guerrerense, con todo lo necesario para el
incendio.
Instalada la IX Región Militar en Chilpancingo, y la VII Naval en Acapulco, y con refuerzos de 12 mil efectivos del Ejército y
mil 200 de Gendarmería, el planteamiento que se le hizo a Ortega para
“abortar” el supuesto plan de los normalistas y organizaciones aliadas,
era la toma por asalto de la escuela.
Sin titubeos, sostiene que en el chat con el gobierno federal se le dijo que “la única forma es ir a tomar de una vez Ayotzinapa. O bien, en el tramo carretero dejarlos avanzar cinco kilómetros, poner un tope adelante y atrás y ahí ya detenerlos”.
En ese momento, era de madrugada, tras escuchar el plan de los “mandos”, lo que imaginó Ortega es que de llevarlo a cabo “hubiera sido una batalla campal”.
(Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 2030, ya en circulación).
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