De La Jornada
Astillero
La trascendencia de la(s) marcha(s) // La violencia no define // Masiva participación pacífica // No a derecha y partidos
Julio Hernández López
▲ Los actos violentos han hecho visibles los problemas, más que las
manifestaciones pacíficas y el procesamiento burocrático o judicial de
las protestas.Foto Marco Peláez
Los criterios simplistas
no habrán de servir para tratar de entender el significado y la
trascendencia de las marchas habidas ayer en diversas partes de la
República, en particular la de la Ciudad de México. De una manera masiva
(aunque las cifras oficiales hayan aportado en la capital del país una
ridícula estimación de sólo 80 mil personas), en muchos casos organizada
por impulsos individuales o de pocas personas y a pesar de los intentos
gubernamentales y partidistas de adjudicarle adscripciones ideológicas o
electorales confrontadas, la marcha capitalina mostró fuerza,
diversidad y convicciones que deberían llevar a los diversos niveles de
gobierno a recomponer sus políticas públicas y sus declaraciones y
posicionamientos inmediatos.
El simplismo no debe conducir a suponer que los actos de violencia
sucedidos en diversos momentos de la marcha capitalina deben calificar o
definir a ésta. Por el contrario: la marcha avanzó y logró sus
cometidos a pesar de la prevista sucesión de hechos que, por otra parte,
provienen de segmentos femeninos deseosos de acelerar procesos mediante
la violencia y la provocación; sucesiones de actos violentos que han
hecho visibles los problemas más que las manifestaciones pacíficas y el
procesamiento burocrático o judicial de las protestas. Los políticos,
los partidos y las autoridades poco caso han hecho a las protestas
pacíficas que se han practicado durante largos años. Ahora sí hay
preocupación y atención ante esas irrupciones en las que, desde luego,
es de suponerse que también participan ciertos grupos deseosos de
provocar problemas políticos a las autoridades del obradorismo.
Pero el talante descriptivo de la(s) marcha(s) de ayer ha sido la
participación libre, consciente, firme y al mismo tiempo alegre o cuando
menos no tan sombría como la podrían propiciar los temas convocantes.
Mujeres de diversos niveles sociales, económicos y culturales exigieron
ayer a las autoridades y, en especial, a la máxima del país, la
presidencial, una atención al nivel de la crisis que las ha llevado a
expresarse públicamente.
El discurso central pronunciado en la Plaza de la Constitución
condensó dicha exigencia: el tamaño del problema demanda una solución
similar, un esfuerzo coordinado, evidente y contundente que haga sentir a
la población que realmente se aprecia en toda su magnitud la tragedia
que diariamente viven las mujeres en México. Mal haría la Presidencia de
la República si quisiera asumir algunos de los actos de violencia, que
sí se presentaron, como agresiones por sí al nombre y apellidos del
ocupante actual de ese cargo político supremo, o como intolerables
agravios simbólicos por cuanto al arrojo de coloración a puertas y
paredes del Palacio Nacional e incluso la peculiar detonación de
explosivos y bombas molotov.
El autor de estas líneas, presente en algunos tramos de la marcha (video en YouTube: https://bit.ly/3aELJS0),
sólo escuchó referencias adversas al habitante de Palacio Nacional en
algunos segmentos radicalizados, pero en general el talante de las
manifestantes parecía más interesado en empujar positivamente a los
gobiernos a aumentar su genuino interés y a hacer eficaces sus políticas
para atender el justo reclamo de las mujeres continuamente violentadas.
En el discurso del Zócalo, antes mencionado, incluso se repudió
expresamente el intento de la derecha o de ciertos partidos que han
pretendido apropiarse de las manifestaciones femeninas (que en origen y
desarrollo son cercanas a la izquierda electoral y no al derechismo
mojigato y reaccionario).
El saldo deseable de las movilizaciones de ayer debería radicar en la
justa apreciación del reclamo ciudadano, en la respuesta positiva de
los gobiernos a la exigencia masiva, y en términos generales pacífica,
de atención a los graves problemas que viven las mujeres en específico,
como parte del problema general de hombres y mujeres, de la sociedad
mexicana entera. ¡Hasta mañana!
Twitter: @julioastilleroFacebook: Julio Astillero
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