De Excelsior.mx
No a AMLO, ¿sí a Anaya, Meade o Zavala?
Desde la tribuna
No a AMLO, ¿sí a Anaya, Meade o Zavala?
Armando Román Zozaya
12/17/2017
El PRI y el zavalismo podrían volcarse a favor de
Anaya y así garantizar no el triunfo de éste, sino la derrota de
Obrador.
Por ahora, encabeza todas las encuestas. Sin embargo, es muy probable que Andrés Manuel López Obrador ya haya perdido la elección de 2018.
Tal
vez ya la perdió no porque, en una maroma ideológica, construyó una
alianza con el Partido Encuentro Social. O porque no pueda siquiera
expresarse con claridad. O porque va por la vida como si fuera el
salvador de la patria, el superhombre que, tan sólo con su presencia en
la silla presidencial, acabará con la corrupción, convencerá a Donald Trump de tratar bien a México, eliminará la pobreza y también el crimen organizado.
No, la casi garantizada derrota de Obrador
no será por sus desplantes, su ignorancia, sus derrapes ideológicos ni
la forma tan banal, ridícula, en la que se aproxima a la complejísima
realidad mexicana. López Obrador está muy cerca de
perder la elección por una simple y sencilla razón: el grupo en el poder
no lo va a dejar pasar. Y no, no quiero decir que habrá fraude
electoral con el fin de evitar su victoria.
Andrés Manuel López Obrador no está compitiendo contra José Antonio Meade, Ricardo Anaya y Margarita Zavala: está compitiendo contra los tres; Meade, Zavala y Anaya
son parte del grupo que ha mantenido el control del país por varios
años ya. Claro está que no todos los miembros de este grupo han ocupado
posiciones de gobierno todo el tiempo que este colectivo ha dominado la
política nacional. Pero esto no quiere decir que el PRI y el PAN
(incluyo en “PAN” a Zavala y sus seguidores) no tengan
en común el favorecer plenamente el actual modelo económico, por
ejemplo, o estén convencidos de apoyar con todo la recientemente
aprobada Ley de Seguridad Interior. De la misma forma, y esto es de gran
relevancia, en ese grupo hay intereses creados, y complicidades, que
trascienden las fronteras partidistas y que constituyen la base de por
qué López Obrador no está compitiendo en contra de tres
candidatos, sino en contra de un solo grupo que tiene tres opciones
para, otra vez, retener la Presidencia.
A medida que avancen las campañas, lo más seguro es que López Obrador
no caiga de 30-32 por ciento del voto. Tal vez incluso logre crecer
algunos puntos más como resultado de que habrá perredistas que, molestos
con la alianza PAN-PRD-MC, preferirán votar por él. Es también probable
que José Antonio Meade no crezca lo suficiente. De la misma forma, si Zavala logra estar en la boleta, es posible que no pase de 10-12% de intención de voto. En este escenario, Meade o Zavala no tendrían posibilidades de ganar. Pero si Anaya sí logra rondar 30% de los sufragios, Zavala y Meade podrían “declinar” por él, es decir, sin necesariamente abandonar la contienda (sobre todo Meade), el PRI y el zavalismo podrían volcarse a favor de Anaya y así garantizar no el triunfo de éste, sino la derrota de Obrador.
Otra posibilidad es que sean Anaya y Zavala los que apoyen a Meade e, inclusive, que Meade y Anaya apoyasen a Zavala.
El punto es que, entre estos tres personajes y sus partidos y huestes,
hay suficientes recursos, mañas y votos para derrotar a AMLO, especialmente porque éste tiene negativos muy elevados: muchísimos mexicanos jamás votarían por él.
Es casi imposible, pues, que López Obrador gane la Presidencia (y sin fraude). ¿Sería esto positivo? Sí y no. López Obrador no sería un buen Presidente. Es más, sería un desastre. Pero seguir como estamos (y esto es lo que representan Meade, Anaya y Zavala)
tampoco es opción (de hecho, México es ya, en muchos sentidos, un
desastre). ¿Es posible escapar a esta situación? ¿Estamos condenados a
seguir siendo presas de una clase política nefasta? No tengo respuestas,
de verdad que no. ¿Usted sí, amigo lector?
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