lunes, abril 30, 2012

Regina siempre con Ellos

De La Políticas Desde Veracruz

• Raciel D. Martínez Gómez

Periodista de una sola pieza, Regina Martínez siempre trabajó de manera incansable como reportera. Obcecada en buen plan, comprometida con lo que le veía cara de derrota, la labor de Regina en la redacción era inquebrantable, constante y de altísima calidad profesional. Respetada en el ambiente político y reconocida entre el gremio por dar voz a los que no la tienen, Regina inició el proyecto de Política hace veinticinco años.
Iniciadora de este medio masivo impreso de comunicación, Regina abonó su estilo objetivo al periódico que inició dirigiendo el Licenciado Ángel Leodegario Gutiérrez. Y encajó a la perfección en una coyuntura donde el periodismo impreso en la ciudad capital era muy limitado en cuanto a la cobertura del juego político. Había más prácticas zalameras que contrapesos, y Regina –insisto- cubría las fuentes de la oposición de un México que se convulsionó con la escisión del PRI y el nacimiento del PRD.

Digamos que apenas se esbozaba la protesta social en los medios impresos de finales de la década de los ochenta, y fue cuando Regina coincide en reportear en un medio como Política. Ángel Leodegario la admiraba y la defendía en cualquier situación. “¡Hay que chingarse con la maestra!”, decía Yayo para enfatizar la entereza de la reportera.

En este contexto Regina cubría las fuentes políticas más incómodas. Me consta y a veces no sé de dónde salían tantas injusticias –tenía imán pues. Porque fui su editor más de 15 años, puedo asegurar que a todos atendía con singular paciencia, profesional hasta las cachas con grabadora y aparte anotaba en su libretita para que no se le escapara detalle alguno, así fuera una nota de rutina de la que le pedíamos sólo cuatro párrafos.

Y recuerdo algo importante para distinguir a Regina: ella los recibía no como si fuera el medio, sino se percibía que ella era ellos. Campesinos, gente marginada de lo más extravagante, a todos los acompañaba en su pesar.

En son de burla le decíamos a Regina que su fuente eran Los Margaritos, en alusión al programa de televisión “En tienda y trastienda” de Víctor Trujillo y Ausencio Cruz, en donde salía una sección cruel donde Johnny Latino se burlaba de un concursante que siempre perdía: “¡Lástima Margarito!”. Si era causa perdida, entonces le tocaba la entrevista con ellos. Se enganchaba por un instante con nuestras bromas, pero de inmediato los atendía sin regatear el tiempo (alguna vez dije que ella tenía el Síndrome de Estocolmo).

Comía mal, por supuesto; no le temía al polvo, al lodo, a la lluvia, Regina regresaba de sus reportajes toda renegrida y su rostro pétreo, aindiada, dura, con sus lentecillos de John Lennon, se comía a las prisas una torta envuelta en papel estraza junto a su máquina Olimpia de carrete enorme que golpeaba con contumaz insistencia.

Recuerdo la que le hicieron los de la UGOCP cuando la embarcaron en un evento donde se entregaban títulos de propiedad en folders vacíos o con papelería ajena al título. Alberto Morales García, El Cat, quien fue con Regina a registrar el evento, me recuerda que nada menos se trataba del evento más simbólico de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari: el arranque de Solidaridad. El escándalo fue mayor porque Regina era corresponsal de La Jornada, y pegó tanto su nota que Salinas de Gortari repitió el evento en Tierra Blanca con todo y Carlos Payán, director de La Jornada. Por cierto Yayo no fue, era obvio, y se reía de cómo los traía mareados Regina.

La reportera entonces no se cansaba. Hipotéticamente yo cerraba la edición a las nueve de la noche para acordar con el Licenciado Gutiérrez. Muchísimas veces, o casi diario, la última en entregar era Regina quien escribía en la época de más crisis en Política en el reverso del papel del télex donde recibíamos la información de El Universal. Vamos, verdaderamente eran pliegos petitorios que medían muchas veces los cuarenta centímetros. Ella jamás se quejó de las condiciones precarias, le bastaba un tarrote de café y su cigarro al lado para producir y producir denuncias de la gente más desarraigada.

A Política arribaban los grupos indígenas para que los atendiera. Cada semana teníamos una especie de mitin en el primer piso de Revolución 11. La variedad de los sin voz era impresionante, iba desde cuando empezaban Los 400 Pueblos, el movimiento de Zocohuite allá en el norte del estado, un puñado de indígenas de Benito Juárez que exigían un horno, cubría siempre los asuntos de Zongolica a través de las ONGs, o su tradicional nota de las madres antinucleares.

En fin la lista es larga de anécdotas y de buenos trabajos de Regina. No cayó nunca en la tentación del columnismo, lo que le apasionaba era reportear y lo hacía de forma silente. Se le recordará en estas páginas y en otros medios por su denodado esfuerzo y profesionalismo, y su mesura en el trato personal.

Lo que resta es demandar justicia para una compañera que, por ningún motivo, merecía una despedida semejante. Nosotros la recordaremos con cariño.

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