domingo, febrero 18, 2024

Posicionamiento y chatarrización de la política.

Jorge Salazar García . 18/02/24

Transcurría 1986, faltaban 3 años para la caída del muro de Berlín, símbolo de la derrota del bloque socialista encabezado por la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas  Soviéticas), hoy Rusia. Además de los errores propios, los factores que definieron al ganador de la guerra fría fueron los bloqueos económicos, golpes de Estado y la intensa propaganda emanada de occidente. Para mantener la hegemonía del capitalismo, los Estados Unidos (EU) sumaron, a los anteriores factores, otros cada vez más sofisticados, relacionados con la tecnología digital y la inteligencia artificial (IA) subsidiando a las grandes corporaciones beneficiadas con el sistema de mercado.

No obstante su control sobre las cadenas de valor, el internet, los centros financieros, las comunicaciones y  las fuentes de recursos naturales, los yanquis siempre han enfrentado resistencias por todos lados. Con el objetivo de combatir a los opositores, sin excesivos derramamientos de sangre anglosajona desarrollaron la llamada guerra híbrida donde “todo se vale”, menos que los negocios pierdan. 

Desde su fundación, el plan de los EUA ha sido dominar al mundo. Al respecto, en 1973, el secretario de Estado Henry Kissinger, dijo: “a la gente se le domina, controlando los alimentos; a las naciones, con el petróleo y al mundo con el dinero. Aparentemente lo han logrado; sin embargo, las rebeliones nunca han cesado. Una de las consecuencias de ello es el incremento del gasto bélico destinado a la creación de nuevas herramientas de control. Una de ellas es la técnica de mercado llamada “POSICIONAMIENTO”. 

Al Ries y Jack Trout, escribieron en 1986 el libro “Posicionamiento: la batalla por su mente”. Los autores definen “posicionar” como el proceso de fijar, mediante la publicidad, un producto en la mente del consumidor estimulándole la percepción de que aquel satisface sus expectativas. Antes de los 80s, los publicistas intentaban convencer al consumidor utilizando imágenes y sonido destacando las propiedades reales de un producto. Después, con la masificación del internet y la consolidación de las grandes corporaciones, eso pasó a segundo término, pues les resultó más eficaz sembrar solo la ilusión (creencia) de que el producto o servicio ofrecido era el mejor y lo más nuevo.

En todo caso, sus esfuerzos se centraron en vender mucho y obtener grandes ganancias. Persiguiendo esos objetivos, los publicistas perfeccionaron las técnicas de psicología de masas, logrando vender hasta basura. Había descubierto que era relativamente fácil manipular los miedos naturales de las personas (envejecer, enfermar, ser pobre, ser excluido, ser ¡un perdedor!) así como sus deseos. Luego, simplemente bastaba decirle que el producto ofrecido había sido creado pensando en ellas. Ya no era necesario decir la verdad, si no sólo su apariencia. Por supuesto, generalmente, el producto carece de las propiedades publicitadas. Así funciona el capitalismo. En este sentido Henry Ford (1922) expresó: “Si la gente entendiera como funciona nuestro sistema financiero (neoliberal), creo que habría una revolución mañana por la mañana”. 

Tomando en cuenta que las fuentes de la percepción son los sentidos y que la información recibida es procesada en el cerebro, lo percibido quedará impreso en la memoria. Al paso del tiempo, esa idea  podrá ser evocada mediante un estimulo asociado al producto. De este modo las empresas moldean gustos y preferencias (moda) conforme a sus intereses. 

En menor o mayor grado, todos somos  afectados por la mercadotecnia. Cuando intentan posicionar una marca, un modelo, un servicio o un artículo, generalmente nos persuaden con palabras suaves, dulces e imágenes ligadas a ellas. Por cierto, el verbo persuadir proviene del latín persuadere significa inducir, convencer o aconsejar acciones ligadas a la suavidad  y el susurro, “pero puede ser una serpiente ofreciendo un fruto prohibido, un secreto, o hasta sexo” (Alejandro Llantada, “El libro negro de la persuasión, 2013).  Este autor confiesa que su padre guardaba unos apuntes tomados en Harvard sobre la Ley de Ventas, donde aprendió la Ley de Reciprocidad. Con esta se manipula la respuesta natural de gratitud de las personas cuando reciben algo. En ella se basan las ofertas:  “te doy más de lo que pagas”, es el mensaje subliminal. Así  inducen un compromiso o deuda en el consumidor con el vendedor.  

El publicista no busca cambiar la mentalidad de las personas, persigue debilitar su sentido común utilizando mensajes sencillos y directos (sobre simplificación), “para dejar una impresión perdurable”. Manipulan las emociones del consumidor, contratando, por ejemplo, discapacitados quienes corroboran las “bondades” de lo anunciado. Esta metodología, causa enorme impacto en la mente del receptor, dado que conectan el producto o servicio a sus expectativas y temores. Los EU tienen el primer lugar en gastos de publicidad. En 2023 gastaron 250 mil millones de dólares  

El posicionamiento en política

Pocos ignoran, actualmente, que las técnicas del marketing son utilizadas por todos los partidos. La publicidad les es indispensable para “posicionarse” en los potenciales votantes. Ante su desprestigio no les queda de otra que contratar empresas publicistas, sobre todo en periodos de campaña. Salvo “la aguja en el pajar”, los candidatos están dispuestos (y gustosos) a venderse como productos de mercado: son tiempos de la chatarrización de la política. Así tengan antecedentes de corruptos, perversos o xenófilos, la propaganda los “posicionará” como seres ejemplares dignos de ser votados. Asimilados al neoliberalismo buscarán su propio beneficio invirtiendo dinero limpio y sucio para inducir la percepción de ser congruentes y honestos. De ninguna manera reconocerán equivocaciones del pasado y, en todo momento,  procurarán crear la ilusión de que cumplirá sus promesas. Naturalmente, prometerá estar dispuesto a inmolarse por la democracia, la libertad, el medio ambiente y ¡claro! por los pobres. Pasadas las votaciones retornarán a su vida parasitaria alejados de las manos y rostros sudorosos de quienes los eligieron. 

Saben que una vez “convencido” un seguidor, será casi imposible hacerle cambiar su decisión: el posicionamiento habrá sido exitoso. Este, de manera automática, rechazará la información que contradiga su juicio. A partir de entonces, el elector sólo verá lo que quiere ver. En casos extremos, algunos se sentirán agredidos al presentarles pruebas (imagen, audios, documentos) de las mañas de su candidato. Su reacción será el enojo y la negación pues a nadie gusta le vean la cara.

Seguramente usted ha escuchado que la “marca de moda” es Morena, como si de un producto se tratara. Bueno, esa es una clara señal de que los partidos se convirtieron en boyantes negocios. Su tarea ya no es promover la democracia, debatir ideas ni mucho menos seleccionar democráticamente a candidatos honestos, preparados y con vocación de servicio, sino “vender canallas”. Las ideologías desaparecieron junto con el decoro. 

Aunque todos somos víctimas de la mercadotecnia, siempre hay maneras de separar la cizaña de la hierba buena. Ayuda a este propósito mirar al lado, al hermano de clase, para caminar juntos uniendo dignidades y resistencias. Pues en comunidad es más sencillo disipar los miedos inducidos, recuperar la autonomía de pensamiento y vencer la manipulación. En algún momento se reducirá el riesgo de ser presa del fanatismo y del consumismo, ambos dañinos por definición.

Termino parafraseando un párrafo de la obra citada, dedicada a los corruptos reciclados en política:  “Cuanto más elevado sea su orgullo, más dolorosa será la caída, y cuanto más altivo sea su espíritu, mayor será su destrucción”.  

Por lo pronto prepárese a ser bombardeado en los 3 meses siguientes por 22 millones de spots, pagados con sus impuestos.


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