jueves, octubre 25, 2012

Reforma laboral: ganó el PRI

De Zócalo Saltillo
Indicador Político
Carlos Ramírez

Si la política ha dejado de ser lineal y ha encontrado comodidad en el modelo matemático de la teoría de juegos para toma de decisiones en situaciones complejas, entonces el saldo de la reforma electoral en el Senado se convirtió en una victoria para el PRI.

En su fase de juego de estrategias, la decisiones políticas no se miden por el modelo binario ganar-perder, sino por la fabricación de escenarios que lleven a conclusiones que tampoco se deben tomar de manera literal porque a veces perdiendo se gana más.

De ahí que la votación final de la reforma electoral en el Senado debe tener otras lecturas políticas, sobre todo en función de las necesidades del PRI:

1.- La reforma tenía dos aristas separadas: la modificación del status del trabajador frente al patrón y la vida interna de los partidos. La victoria sobre la transparencia sindical se convirtió automáticamente en una derrota del obrero; los dirigentes sindicales seguirán mangoneando a los trabajadores, pero la iniciativa consolidó el abaratamiento en prestaciones de la mano de obra.

2.- Las reformas internas en el PRI habían diluido los compromisos políticos del partido con sus sectores corporativos: Salinas de Gortari introdujo el neoliberalismo que golpeó a la clase media, privatizó el ejido y hoy el PRI termina con el compromiso histórico con los trabajadores. El punto clave radica en el hecho de que en las últimas elecciones el PRI ya no dependió del voto corporativo sino social; por tanto, los sectores le salían políticamente más caros. Con la reforma se ayudó al PRI a disminuir el lastre de los sindicatos.

3.- La propuesta modernizadora de Enrique Peña Nieto estaba siendo frenada por los compromisos corporativos. Era obvio que el PRI por sí mismo nunca iba a lanzar una iniciativa que afectara al sindicalismo como aliado corporativo; por eso el PRI pareció reacio a la reforma, dejó que el PAN y el PRD polarizaran posiciones y luego votó a favor. Así, la reforma que terminaría con el corporativismo sindicalista priísta y la pérdida de poder de los líderes ayudará a la modernización de Peña Nieto.

4.- El eje político de la reforma laboral estaba delineado por Francisco Hernández Juárez, líder de los telefonistas desde 1976, aliado de Salinas de Gortari en la liquidación del papel tutelar del Estado, cómplice de la privatización de las empresas públicas, en un texto publicado en 1993 para exaltar al gobierno salinista: El sindicalismo en la reforma del Estado: “para remontar la crisis (de 1981-1989), no era suficiente que cambiara el modelo de desarrollo (del Estado al mercado); tenía que cambiar, a la vez, la estructura laboral, productiva, gubernamental, empresarial y sindical que funcionó para sus circunstancias económicas, sociales, políticas e ideológicas específicas” (pág. 65.)

5.- En la etapa fuerte de modernización 1989-1990, Salinas de Gortari sólo pudo golpear a los liderazgos sindicales de empresas del Estado pero adversos al Estado; en su discurso del 1 de mayo de 1990, Salinas de Gortari enumeró los ocho puntos de su reforma laboral para buscar una nueva relación sindical dentro de los sindicatos pero no se atrevió a modificar las reglas de excepción de los líderes sindicales. 

6.- La modernización de Peña Nieto necesitaba de un sistema productivo despolitizado, con líderes que rindieran cuentas a sus agremiados y no al gobernante en turno, toda vez que las decisiones del Estado que afectan las relaciones obrero-patronales han dejado de necesitar la complicidad de los líderes. El siguiente paso será la descorporativización de las cuotas de poder de cargos públicos del PRI, y será relativamente fácil con líderes que deben de atender a sus sindicatos y no la política. La reforma electoral votada en el Senado sacó las castañas del fuego con la mano del PAN y del PRD.

La des-sindicalización del Estado, gracias al PAN y al PRD, fue otra forma de fortalecer la modernización del sistema productivo que inició el PRI en 1982 y que seguirá el próximo sexenio.

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