De Zócalo Saltillo
Campos Elíseos
Katia D'Artigues
Cayó el cerco
Los inicios de sexenio, querido lector/lectora, me recuerdan a los
propósitos de Año Nuevo. Ante el inicio de una nueva página en la
historia del país, como cuaderno que se estrena, nuestros políticos nos
prometen cada seis años que ahora sí —de veras, de veritas— todo
cambiará.
Envueltos en la sabiduría que da hacer un análisis de cosas que ya
pasaron, es común escuchar a muchos decir: “Ahora sí vamos a lograr
grandes cambios y acuerdos porque (elija usted su opción)...”
a) La cínica: porque si no sería el último sexenio que este partido _____ tendrá en el poder. Cambiamos o nos cambian.
b) La facilista: porque el partido que deja el poder ____ está tan
corrompido que sólo con ser bien intencionados todo lo arreglamos en 15
minutos.
c) La de real politik con dejo de soberbia: porque nosotros sí sabemos
cómo lograr acuerdos, no como estos improvisados que nos ganaron el
poder porque sí, nos pasamos, pero ya aprendimos… O eso decimos.
d) La aspiracional y patriota: en serio nos importa lo mejor para el país.
e) Otra: __________________________
La cosa es que igualito que cada vez que empieza un nuevo año, nos
prometemos que ahora sí vamos a hacer ejercicio, dejar de fumar, bajar
de peso, leer más, ser puntal, ahorrar… o lo que es lo mismo, pero no es
igual: Llegar a acuerdos, aprobar las reformas que este país necesita
(desde hace dos décadas), debatir temas respetando nuestras diferencias
pero dialogando, pero sobre todo, ahora sí… ¡vamos a hacer un GRAN pacto
nacional!
Que ahora sí hay “voluntad política”, ese bien tan escaso en nuestra realidad nacional…
Ayer martes pensaba en esto mientras escuchaba que Gustavo Madero, el
presidente del PAN, echaba las campañas, digo, las campanas al vuelo y
decía que ahora sí, de a de veras, íbamos por el “El Pacto de la
Moncloa” y para arriba porque ya los tres partidos políticos más
importantes —PRI, PAN y PRD, o una parte de éste— se han puesto de
acuerdo de la noche a la mañana.
Como propósito de Año Nuevo y el compromiso de levantarme todos los días
temprano a hacer ejercicio y comer cosas sanas, comprar sólo que
necesito y ahorrar.
Además, siempre es el espíritu del Pacto de la Moncloa, quizá por
nuestra sangre hispana y también porque ¡bueno! fue un momento histórico
inspirador que logró que España saliera adelante al terminar una
dictadura con el acuerdo de todas las fuerzas pero bajo el poder moral
del rey Juan Carlos I.
Y yo no quiero echarle a perder la ilusión a nadie, ¡en serio!, pero
sólo me permito apuntar que esto suena a déjà vu sobre déjà vu… o la
confirmación de que Nietzsche tiene razón y vivimos en un “eterno
retorno”.
Lo escuchamos en 1995, cuando las reuniones de los líderes de los
partidos políticos en la famosa Casa de Barcelona. Por un lado estaba
Emilio Chuayffet, secretario de Gobernación, y por otro los lideres de
los partidos, Porfirio Muñoz Ledo y Carlos Castillo Peraza.
Algo parecido escuchamos en 2001, en los inicios de la presidencia de Fox. Lo firmaron los ocho partidos políticos de entonces.
También pasó en el 2005, en vísperas de otra elección, nada menos que
Carlos Slim, inspirado en, precisamente El Pacto de la Moncloa, y
asesorado por su amigo Felipe González, provocó algo similar en el
Castillo de Chapultepec. Lo firmaron un millón 200 mil actores
políticos.
Ayer escuchaba a Manlio Fabio Beltrones recordar otra forma de hacer algo así.
Sí fue mediante un acuerdo pero promovido desde la entonces todavía
Presidencia Imperial de Carlos Salinas y tras el desastre de las
cuestionadísimas elecciones de 1988.
Salinas fue lo suficientemente inteligente como para saber que había que
dar mucho a cambio de lograr cierta credibilidad y lo hizo.
Así nació el IFE y el Tribunal Electoral, la credencial para votar con
fotografía… Se hizo política, pero también en un tiempo en el que el PRI
aún tenía mayoría en el Congreso (la habría de perder hasta 1996 o
1997) y no existía internet ni esos medios llamados redes sociales que
influyen en los medios tradicionales (y que sabe usar mejor la
izquierda).
Otro inicio del que fuimos testigos ayer fue de la primera reunión entre
dos presidentes electos: Enrique Peña Nieto y Barack Obama. ¿Y cómo le
fue al próximo presidente de México? Se lo digo en la edición online de
esta columna, además de la caída de la “Muralla de San Lázaro” y el
memorial que sigue sin
inaugurarse.
katia.katinka@gmail.com
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