Que me recuerden peleando siempre de frente en la vida, decía en su última canción
Estaba rodeado del amor de sus amigos y de un pueblo que lo respetó como icono de la cultura popula r
Stella Calloni
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 6 de noviembre de 2012, p. a10
Martes 6 de noviembre de 2012, p. a10
Buenos Aires, 5 de noviembre.
Que me recuerden peleando siempre de frente en la vida, decía en una de sus últimas canciones Leonardo Favio, actor, director de cine y cantante, quien murió hoy a los 74 años rodeado por el amor de sus amigos y de todo un pueblo que lo respetó y amó como a un icono de la cultura popular.
Militante del peronismo, debió exiliarse durante la pasada dictadura
(1976-1983), y eso lo hizo viajar por distintos países de América
Latina, entre ellos Colombia, Ecuador y México, donde era muy conocido
como cantante y compositor.
Nació en la provincia de Mendoza con el nombre de Fuad Jorge Jury en
1938. Su infancia fue muy dura y junto con su hermano vivió en hogares
para niños y estuvo en reformatorios, lo que marcó su vida para siempre y
lo transformó en un eterno rebelde, con una mirada de inmensa ternura
para la niñez abandonada.
Su creatividad y sensibilidad se expresaron primero en la actuación,
en películas memorables que tuvieron gran repercusión local y en el
exterior, como La casa del ángel (1960), El secuestrador (1958) y Fin de fiesta (1961), con las que llegó a ser uno de los mejores actores argentinos de su tiempo.
Del gran director argentino Leopoldo Torres Nilson aprendió los
secretos de la dirección y debutó en 1964 con un largometraje que fue
una obra maestra, Crónica de un niño solo. Era su propia vida
contada en imágenes de gran belleza, introduciendo nuevas ideas y una
mirada más que conmovedora. La crítica especializada lo aclamó de
inmediato y lo siguió como a un director de culto.
En su larga carrera artística dio al cine obras extraordinarias como Nazareno Cruz y el lobo, Juan Moreira, Gatica, el mono, El romance del Aniceto y la Francisca. Perón, sinfonía del sentimiento,
en 1999, se convirtió en una de sus obras más personales, tanto por el
tema y la pasión que puso en ella como por la forma de encarar una
historia que parecía inabarcable, como señala Página 12.
Esta película fue dedicada a Héctor J. Cámpora, Hugo del
Carril, Ricardo Carpani, Rodolfo Walsh y a los trabajadores y
estudiantes del Grupo Cine Liberación, que impulsaron Fernando Solanas,
Octavio Getino y Gerardo Vallejo.
En su vida política fue de una coherencia poco común. Estuvo entre
los elegidos por el ex presidente Juan Domingo Perón cuando regresó al
país en 1972. En 1973 vivió la tragedia de los enfrentamientos en
Ezeiza, cuando Perón retornó al país definitivamente y grupos de choque
de la derecha peronista, que manejaba el siniestro personaje José López
Rega, atacaron a los peronistas de izquierda y dejaron unas 600 personas
muertas.
El festejo se volvió tragedia y Favio denunció a los grupos de choque derechistas.
Éste es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza, y unas pocas cosas más, es el título completo de la segunda película de Favio, que estrenó en 1967 basada en el cuento El cenizo, de su hermano Jorge Zuhair Jury, y que recibió los ocho premios de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina.
El crítico de cine Gustavo Muñoz señala de que
las magníficas imágenes de las películas del cineasta concentraban preocupaciones humanas y elecciones estéticas que expresan la mirada del mundo y el imaginario poético del artista, que se formó en la calle y la marginalidad.
También señala:
La belleza pictórica, el tratamiento poético de la narración, trabajo intenso y minucioso con actores y seres verosímiles, y una profunda raigambre popular de sus historias y personajes, componen el universo íntimo e inigualable que Leonardo Favio nos dejó
En agosto pasado Favio fue el primer artista en recibir el Premio Presidente Néstor Kirchner por
su trayectoria artística y sus convicciones intransferibles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario