lunes, enero 07, 2013

La voz de los pedófilos


De Zócalo Saltillo
Plan B
Lydia Cacho

Hace unos días la Agencia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) anunció la captura de 245 pederastas de una red internacional que compartía pornografía infantil. Lo interesante de la Operación Girasol, es que no sólo arrestaron a hombres de Dinamarca, Estados Unidos, México y otros países, sino que identificaron a las víctimas. Desde mi punto de vista el rescate de las víctimas es el tema central. El salvamento de 123 niños y niñas que fueron abusados desde los dos años de edad hasta los 16, permitirá a las ciberpolicías comprender mejor el fenómeno y documentar los pasos desde que una víctima desaparece hasta que es rescatada. 

Detrás de la tragedia hay buenas noticias, porque hace siete años, cuando publiqué el libro “Los demonios del edén”, las ciberpolicías no pensaban en el rescate de las víctimas, se concentraban en quienes poseían y compartían pornografía infantil. Lo más importante de los procedimientos antipornografía infantil recientes es que se han transformado en operativos integrales centrados en las víctimas. 

La pornografía infantil es en un 60% de los casos una modalidad del delito de trata de personas, y es así como debemos aprender a entenderla, porque aunque comienza con un hombre o mujer que abusa de forma privada de niños, una vez que se interconecta con otros abusadores comienzan a explotar a sus víctimas intercambiándolas con otros pedófilos. Esto nos ha permitido comprender nuevos aspectos de la pedofilia: hay muchas más personas a nivel mundial que tienen filias sexuales específicamente con menores de 14 años de las que se calcularon jamás. 

El ciberespacio nos ha permitido descubrir los verdaderos alcances de la pedofilia, pero también nos permite comprobar que cada vez más hombres que no se consideran a sí mismo pedófilos y que mantienen relaciones eróticas con personas adultas, incursionan en el mundo del abuso sexual infantil como parte de una experimentación que poco a poco normaliza el sexo de adultos con menores. 

El ciberespacio permite a los abusadores demostrar que en la medida en que son miles quienes lo hacen, se normaliza, con lo cual se debilitan los filtros morales y se van fracturando al explorar lo que vieron en videos pornográficos, desde la violación, hasta el sexo con menores de edad, el cual justifican argumentando que las chicas de 13 años ya tienen sexo con otros niños. Mis investigaciones de pedófilos y las entrevistas que he podido hacer con víctimas a lo largo de 10 años demuestran que hay una conversión paulatina en éstos, y que cada vez más hombres descubren la pedofilia como una experiencia excitante que les permite romper con convencionalismos sociales. No lo ven como un delito grave. 

Los pedófilos han cambiado sus estrategias en la medida en que las ciberpolicías les pisan los talones. La mayoría de las redes están encriptadas y sólo se puede entrar por hacking o invitación, entre ellos se localizan por claves y a través de mensajes en redes sociales. La fotografía digital, que permite bajar las imágenes en el hogar sin intermediarios, ha potenciado el poder de los pederastas sobre sus víctimas; ya que al sacar videos y fotografías las muestran a sus víctimas, y les amenazan con publicarlas si cuentan lo que sucedió. Yo he entrevistado a medio centenar de menores de 11 años que así lo vivieron. 

Varias cosas son importantes: detectar dónde se tomaron esas imágenes y encontrar a esos niños para rescatarles. También resulta vital descubrir, a través de procesos terapéuticos dentro de las prisiones, cómo y cuando comenzaron estos sujetos a abusar de menores de edad y las técnicas específicas que utilizaron para encontrar a los otros pedófilos del mundo con quienes compartieron imágenes e historias personales. Necesitamos admitir la existencia de nuevos fenómenos y crear estrategias para desarticularlos. Hacer un mapa integral de la nueva realidad y enfrentarla juntos es la única salida. 

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