De Zócalo Saltillo
Plan B
Lydia Cacho
Hace unos días la Agencia del Servicio de Inmigración y Control de
Aduanas (ICE) anunció la captura de 245 pederastas de una red
internacional que compartía pornografía infantil. Lo interesante de la
Operación Girasol, es que no sólo arrestaron a hombres de Dinamarca,
Estados Unidos, México y otros países, sino que identificaron a las
víctimas. Desde mi punto de vista el rescate de las víctimas es el tema
central. El salvamento de 123 niños y niñas que fueron abusados desde
los dos años de edad hasta los 16, permitirá a las ciberpolicías
comprender mejor el fenómeno y documentar los pasos desde que una
víctima desaparece hasta que es rescatada.
Detrás de la tragedia hay buenas noticias, porque hace siete años,
cuando publiqué el libro “Los demonios del edén”, las ciberpolicías no
pensaban en el rescate de las víctimas, se concentraban en quienes
poseían y compartían pornografía infantil. Lo más importante de los
procedimientos antipornografía infantil recientes es que se han
transformado en operativos integrales centrados en las víctimas.
La pornografía infantil es en un 60% de los casos una modalidad del
delito de trata de personas, y es así como debemos aprender a
entenderla, porque aunque comienza con un hombre o mujer que abusa de
forma privada de niños, una vez que se interconecta con otros abusadores
comienzan a explotar a sus víctimas intercambiándolas con otros
pedófilos. Esto nos ha permitido comprender nuevos aspectos de la
pedofilia: hay muchas más personas a nivel mundial que tienen filias
sexuales específicamente con menores de 14 años de las que se calcularon
jamás.
El ciberespacio nos ha permitido descubrir los verdaderos alcances de la
pedofilia, pero también nos permite comprobar que cada vez más hombres
que no se consideran a sí mismo pedófilos y que mantienen relaciones
eróticas con personas adultas, incursionan en el mundo del abuso sexual
infantil como parte de una experimentación que poco a poco normaliza el
sexo de adultos con menores.
El ciberespacio permite a los abusadores demostrar que en la medida en
que son miles quienes lo hacen, se normaliza, con lo cual se debilitan
los filtros morales y se van fracturando al explorar lo que vieron en
videos pornográficos, desde la violación, hasta el sexo con menores de
edad, el cual justifican argumentando que las chicas de 13 años ya
tienen sexo con otros niños. Mis investigaciones de pedófilos y las
entrevistas que he podido hacer con víctimas a lo largo de 10 años
demuestran que hay una conversión paulatina en éstos, y que cada vez más
hombres descubren la pedofilia como una experiencia excitante que les
permite romper con convencionalismos sociales. No lo ven como un delito
grave.
Los pedófilos han cambiado sus estrategias en la medida en que las
ciberpolicías les pisan los talones. La mayoría de las redes están
encriptadas y sólo se puede entrar por hacking o invitación, entre ellos
se localizan por claves y a través de mensajes en redes sociales. La
fotografía digital, que permite bajar las imágenes en el hogar sin
intermediarios, ha potenciado el poder de los pederastas sobre sus
víctimas; ya que al sacar videos y fotografías las muestran a sus
víctimas, y les amenazan con publicarlas si cuentan lo que sucedió. Yo
he entrevistado a medio centenar de menores de 11 años que así lo
vivieron.
Varias cosas son importantes: detectar dónde se tomaron esas imágenes y
encontrar a esos niños para rescatarles. También resulta vital
descubrir, a través de procesos terapéuticos dentro de las prisiones,
cómo y cuando comenzaron estos sujetos a abusar de menores de edad y las
técnicas específicas que utilizaron para encontrar a los otros
pedófilos del mundo con quienes compartieron imágenes e historias
personales. Necesitamos admitir la existencia de nuevos fenómenos y
crear estrategias para desarticularlos. Hacer un mapa integral de la
nueva realidad y enfrentarla juntos es la única salida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario