De Zócalo Saltillo
Astillero
Pero a unos días de cerrar un ciclo aceptable en el gobierno capitalino,
Ebrard quedó atrapado en un episodio nebuloso que se ha negado a
precisar a satisfacción de segmentos críticos de la izquierda mexicana,
el del 1 de diciembre y la orden de reprimir a granel a jóvenes en el
Centro Histórico.
Además sus presuntos aliados, los que habrían de cederle el paso para
que se hiciera de la presidencia nacional del PRD, se han sentido muy
fortalecidos a partir de su incorporación al elenco peñista del Pacto
por México, de tal manera que ese grupo, conocido como Los Chuchos,
valora la posibilidad de seguir con el control del aparato perredista y
encarecer la negociación con Ebrard, e incluso seguir por su lado, ya
sin necesidad del Carnal Marcelo.
En ese contexto de búsqueda de reposicionamiento, Ebrard se asomó a
Twitter luego que el firmante de esta columna retuiteó su propuesta de
crear un polo progresista de las izquierdas. Invitado a discutir en ese
espacio internético, @m_ebrard respondió con prontitud y decisión:
“hablamosdeloquequieras”. El astuitero le planteó dos preguntas y
Ebrard, ocho horas después, ofreció revisarlas y contestar al siguiente
día. Incumplió el hablar de lo que se quisiera y el contestar
directamente al astillador lo que le había preguntado, aunque hizo como
que respondía, pero indirectamente y sin réplica, señalando en un caso
que el principal error de 2012 había sido el “moverse al centro tarde” y
que, efectivamente, el PRD dirigido por los Chuchos está “demasiado”
cerca de Peña Nieto.
En ese contexto intervino también en Twitter Luis Costa Bonino, quien ha
señalado que fue estratega de la campaña electoral de Andrés Manuel
López Obrador y ganó fama en el episodio del “charolazo” en la casa de
Luis Creel.
Fuera del país y asesorando otras campañas y actividades políticas,
@luiscostabonino ha criticado duramente las decisiones que el tabasqueño
tomó en el tramo final de su campaña electoral de 2012, luego que,
según Costa Bonino, en mayo iba arriba en las preferencias electorales,
pero luego cometió tales errores que significaron un “suicidio
electoral”.
Convencido de que AMLO “decidió perder”, al equivocarse, el consultor
político con doctorado en Sciences Po acusó a Ebrard de no apoyar de
verdad al tabasqueño y, entre otras cosas, dijo que a la famosa cena del
“charolazo” a él y a Luis Mandoki los envió el propio AMLO. Un recuento
parcial del interesante intercambio de Ebrard y Costa Bonino con
@julioastillero fue hecho por @omcim y está disponible en bit.ly/WnS3pC ,
pero lo mejor, para los interesados en asomarse a esos entretelones de
la campaña de AMLO será el asomarse en Twitter a @luiscostabonino quien,
por cierto, aceptó ser entrevistado telefónicamente por el presente
tecleador.
En otro escenario, Enrique Peña Nieto cobró los réditos del golpe a Elba
Esther Gordillo en el cierre de una asamblea nacional priísta que
significó la rendición expresa de la élite del partido de tres colores a
los deseos y pretensiones del presunto gladiador triunfante que, con la
cabeza política de la profesora chiapaneca en la mano, se cree tan
fortalecido como para advertir a eventuales contrincantes y opositores
que no habrá “intocables” (referencia emocionadamente ovacionada por la
clase política, los empresarios y todos aquellos que saben que ellos, la
corrupción y la injusticia seguirán intocados, siempre y cuando se
acomoden a las ínfulas y las instrucciones circunstanciales del
presidente Peña Nieto, es decir, del presidente de la asamblea nacional
del PRI, pues hasta con ese cargo lo etiquetaron ayer, para que no quede
ninguna duda de quién es el que a gordillazos busca mandar en el país).
Asamblea nacional priÍsta que en realidad fue un pretexto para rendir
pleitesía a la leyenda que Los Pinos sueña construir. Treinta minutos
tardó el mexiquense (entre aplausos, abrazos, sonrisas y alegría, ¡en la
apoteosis, pues o, como diría el ya clásico Fidel Herrera: “en la
pinche plenitud del poder”!) en recorrer el camino rumbo al foro
principal desde el cual clausuraría los trabajos de nula discusión
interna que acabaron plegándose a las órdenes peñistas: abrir paso a las
adecuaciones fiscales, incrementando el IVA y aplicándolo a medicinas y
alimentos, una de las dos posibilidades o las dos juntas o como se
digne decidir el César sexenal; permitir una mayor participación privada
en Pemex, en los términos que el Primerísimo Señor Licenciado del País
tenga a bien ordenar; y colocarlo a la cabeza de la comisión política
que palomeará las candidaturas a puestos de elección popular que el
mismo Señor Licenciado hubiera enviado desde Los Pinos. ¡Inmejorable
círculo electoral interno: El jefe propone y el jefe dispone!
Por su parte, el más peñista de los panistas, Gustavo Madero, endereza
mientras tanto una batalla engañosa al interior de Acción Nacional en
busca de recomponer el rumbo (perdido en un trayecto de doce años en el
que hizo todo lo posible por semejarse al PRI o por aprender sus mañas y
ejecutarlas, según el sentido del diagnóstico que el presidente
nacional del blanquiazul presentó ante un consejo nacional
extraordinario de su partido). Según lo dicho por el chihuahuense, el
PAN, ya en el poder, “se contaminó de todo aquello que siempre criticó”,
de tal manera que se desdibujó y permitió una “triste alienación” de su
identidad.
¡Hasta mañana!
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