De La Jornada
Astillero
Julio Hernández López
ATAQUES EN PUEBLA. Instalaciones del Instituto Nacional Electoral en la
capital de Puebla (en la imagen) fueron atacadas la madrugada de ayer
con bombas molotov. Más tarde también fueron dañados la sede de la
delegación de la Secretaría de Economía y un paradero de autobús que se
encuentra cerca de la Universidad Tecnológica. Tras las agresiones, la
Secretaría de Gobierno las calificó de ‘‘hechos aislados’’Foto José Castañares
En Puebla, Oaxaca y
Veracruz hubo ayer actos de violencia contra oficinas de instituciones
emblemáticas del sistema político mexicano, como son el Instituto
Nacional Electoral y la Secretaría de Desarrollo Social. La quema y robo
de papelería relacionada con los próximos comicios y el ataque con
bombas caseras contra una representación del asistencialismo comprador
de sufragios van más allá del debate nacional respecto del voto duro,
nulo o útil o de plano el abstencionismo.
Lo sucedido en Oaxaca tiene como contexto las movilizaciones en
demanda de que sean cancelados, y no sólo suspendidos, los
procedimientos evaluatorios instaurados por el peñismo en busca de tomar
control por la vía laboral y administrativa del magisterio nacional
(intento de sometimiento a Los Pinos que ha sido llamado, equívoca y
tramposamente, reforma educativa). Una suspensión discrecional de las
evaluaciones programadas, anunciada por la Secretaría de Educación
Pública, no satisfizo a la dirigencia de esos profesores, de tal manera
que la presión continuará hasta que la posposición circunstancial de los
polémicos exámenes se convierta en letra definitiva y no quede en
simple maniobra de unos días de duración, en tanto se realizan las
elecciones.
El simple lance suspensivo provocó, sin embargo, reacciones políticas
de alto nivel. Empresarios criticaron duramente el recular peñista en
materia educativa, e incluso el presidente del Consejo Mexicano de
Negocios, Claudio X. González, advirtió que ese tipo de conductas
se vigilan interna y externamente, porque ante cualquier cosa se puede cambiar una modificación constitucional, en una referencia a la preocupación de firmas internacionales en cuanto a la firmeza de los acuerdos a que se llegue en materia de petróleo y otros energéticos, con
todas las reformas estratégicasen
tela de juicio.
En dicho contexto, en la capital del país se reunieron ayer
representantes de la oaxaqueña sección 22 con funcionarios de la
Secretaría de Gobernación, mientras otros profesores se movilizaban en
las calles del Distrito Federal y de otras ciudades, con la exigencia de
echar abajo la mencionada
reformay con un llamado expreso a boicotear las elecciones del próximo domingo. No se llegó a ningún acuerdo en la primera sesión, pero el
diálogocontinuará.
La insólita combinación de factores profundamente adversos a la
rutina comicial ha llevado al consejero presidente del Instituto
Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, a reconocer de manera abierta que
en este órgano están preparándose
para enfrentar las peores circunstancias, con un límite que es absolutamente racional, y que no vamos a franquear, que es la seguridad de los funcionarios de casilla y de los votantes(declaración hecha a Ciro Gómez Leyva en el noticiario matutino de Radio Fórmula).
Tales condiciones difíciles han hecho que un número aún impreciso de
ciudadanos haya desistido de prestar servicio voluntario como
funcionarios en las mesas receptoras de votos. El desánimo, la
desconfianza y el temor se han mezclado, en algunas zonas con el
ingrediente aterrador de las bandas del crimen organizado que alientan o
desalientan candidaturas y ejercicios cívicos. Otros lugares hay, como
Veracruz, donde el representante del Partido del Trabajo ante el consejo
local electoral, Rafael Carvajal Rosado, ha dicho que van
ocho mil 120 renuncias de ciudadanos que fungirían como funcionarios de casilla en toda la entidad, presionados por el PRI y el gobierno del Estado, con dinero por delante para hacerlos desistir (nota en La Jornada Veracruz http://bit.ly/1I3hKCK ).
La derivación de lo electoral hacia senderos crispados y
violentos es consecuencia de la acumulación de graves problemas sin
resolver, frente a los cuales los partidos, las campañas y los
candidatos, a pesar de la enorme cantidad de recursos públicos que
consumen, y de la disponibilidad mediática que les acompaña, no han
podido presentar programas y propuestas que sean socialmente bien
acogidas, por muy afinadas que fueran las redacciones y los enunciados.
En el centro de la irritación de un segmento social crítico está el
tema de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, como parte de un catálogo de
violencia desde el Estado, en contubernio con los poderes del crimen
organizado, que pasa por Tlatlaya y tiene como referente más reciente lo
sucedido en Tanhuato, Michoacán, todo en el marco de la represión
selectiva que tiene en la cárcel a Nestora Salgado y a Juan Manuel
Mireles pero también a muchos otros dirigentes de grupos civiles
opositores a abusos varios. En este entorno se produjo y sostiene la
demanda de los familiares de los 43 de que no haya elecciones cuando
menos en Guerrero.
Otro elemento que conspira contra la viabilidad electoral es la
corrupción crónica y cínica que desde la develación periodística de la Casa Blanca
de las Lomas de Chapultepec ha ido aumentando su muestrario irritante.
En ese cuadro de galopante rapiña institucionalizada se inscriben las
campañas y sus resultantes de esta ocasión, los gobernadores,
presidentes municipales y diputados federales y locales. La perversión
casi irreversible de lo público proviene en lo procesal de las
necesidades de aprovisionamiento monetario no fiscalizado para campañas y
día electoral, con suministros provenientes de tesorerías
gubernamentales y de financistas oscuros. Nada que excite especialmente a
votar.
La violencia antivoto vivida ayer en las tres entidades mencionadas
en el primer párrafo de esta columna podrían hacer innecesaria la
apasionada discusión que en círculos informados se agudizará esta semana
respecto de la forma de votar (a favor o en contra de alguien o
anulando la boleta) o de no hacerlo (el abstencionismo). Poco habrá de
rescatable a fin de cuentas si el proceso electoral es ensuciado
gravemente o de plano desnaturalizado por estallidos de origen incierto
que entre confusiones y amagos consoliden la desconfianza y el
distanciamiento de los ciudadanos. ¡Hasta mañana!
Twitter: @julioastilleroFacebook: Julio Hernández
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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