De La Jornada
Astillero
Julio Hernández López
▲ PREPARACIÓN PARA POLICÍAS. A la presentación del Diplomado en
prevención, investigación del feminicidio y actuación policial asistió
el embajador de EU, Christopher Landau, representantes de la ONU y
funcionarios de la cancillería y de Gobernación.Foto Luis Castillo
Es una fotografía
inusual: Andrés Manuel López Obrador flanqueado por gobernadores
priístas en un salón de Palacio Nacional. Es decir, por los
concesionarios estatales de la parte tricolor de lo que antes era llamado
la mafia del poder. Eran 11: más a la derecha (seis) que a la izquierda (cinco) del político tabasqueño, en una exhibición pública del pragmatismo que debe regir las acciones de un presidente de la República.
El encuentro mostró el estado de postración que por política de
supervivencia mantiene el partido que durante siete décadas (con tres
denominaciones distintas) mantuvo el poder de una manera implacable,
arrinconando e ignorando a sus opositores y dosificando migajas
plurinominales para mantener una apariencia de
democracia.
Hoy, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se mantiene en un
estado de virtual sedación política. Oficialmente tiene una tercera
parte de los gobiernos estatales, pero en los hechos no cuenta con peso
político real, atenazado como está por el hiperactivismo del presidente
de la República, por el afianzamiento de las bases electorales
obradoristas incentivadas con el asistencialismo electoralmente
preliminar, por los contrapesos conocidos como
superdelegadosy por la terrible sanción social contra esas décadas de dominio priísta caracterizado por la corrupción institucionalizada, la prepotencia de la clase política tricolor y el agudizamiento de la desigualdad socioeconómica en el país.
Para confirmar el estado político fantasmal del PRI basta preguntarse
qué hace su presunto máximo dirigente, Alejandro Moreno, usuario del
diminutivo Alito (que los observadores cambiaron desde meses atrás por el de AMLitO),
gobernador con licencia de Campeche, propietario en la capital de esta
entidad de una mansión de inexplicable financiamiento y aplicado
contribuyente a la fluidez del obradorismo mediante la práctica de un
prolongado acto de desaparición voluntaria de los escenarios de lucha
cuando menos retórica.
No hay dirigente del PRI o, cuando menos, no lo hay en los campos de
batalla. Y en las cámaras legislativas federales hibernan los pocos
personajes que se salvaron de la enorme poda electoral de 2018: por ahí
deambulan Miguel Ángel Osorio Chong, Claudia Ruiz Massieu o René Juárez,
por mencionar algunos nombres, haciendo como que algo hacen. José
Antonio Meade Kuribreña, el reciente candidato presidencial a nombre del
PRI, aunque no es militante de este partido, sobrelleva con su mejor
ánimo la derrota electoral (¿pactada, echado al ruedo justamente para
ser cornado?): su mayor logro político luego del fracaso en urnas fue
que el ganador, AMLO, le diera palmaditas políticas en la espalda dolida
y le regalara un certificado de buena conducta ciudadana.
Cruzando un desierto amplísimo, mucho más grande que los cruzados
cuando Vicente Fox y Felipe Calderón se quedaron con Los Pinos, el PRI
hace caravanas constantes ante el poder obradorista. Ayer, los
gobernadores de Campeche, Coahuila, Colima, estado de México, Guerrero,
Hidalgo, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas
visitaron Palacio Nacional para anunciar que se suman a los convenios
federales relacionados con el Instituto Nacional para el Bienestar
(Insabi), a diferencia de los mandatarios estatales panistas, que aún se
resisten o buscan otras fórmulas de adhesión.
En ese escenario de allanamiento priísta ante el poder presidencial moreno, los grandes personajes del tricolor
están a salvo, virtualmente intocables: Carlos Salinas de Gortari se
mantiene a la distancia, acechante, en espera de momentos propicios para
intentar algún golpe político; Enrique Peña Nieto disfruta de las
mieles de la amnistía política decidida personalmente por López Obrador e
incluso se llegó ayer al punto del elogio, por parte de un segmento de
usuarios de redes sociales, a la administración de Ernesto Zedillo Ponce
de León. ¡Hasta mañana!
Twitter: @julioastilleroFacebook: Julio Astillero
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