jueves, noviembre 12, 2020

Trump y Biden: chivos de expiación neoliberal

 


Entendiendo la política como un medio pacifico para confrontar posturas sobre la búsqueda el bien común y aceptando que las elecciones son procesos de legitimación del poder, vale la pena reflexionar acerca de las votaciones realizadas en los Estados Unidos de América cuyo resultado, además de afectar al ciudadano, también repercutirá en el destino político de otros gobiernos. Por el momento, el proceso electoral ha venido a calmar los ánimos de rebelión en ese país partido en dos: pobres y ricos. El vuelco de los inconformes hacia las urnas, sin embargo, será temporal; las probabilidades indican que sus condiciones de vida permanecerán sin cambios significativos gane Biden o se quede Trump por la fuerza. Así ha sido la suerte de los olvidados durante las 45 administraciones pasadas. Ninguno presidente anterior ha servido a los asalariados, todos gobernaron conforme a la directrices impuestas por la oligarquía nacional. En cuanto a la política exterior, tampoco deben esperarse cambios radicales de rumbo, desde el etnocidio que les dio origen, el garrote y la zanahoria son las herramientas predilectas de los yanquis. Ya lo dijo John Foster Dulles (secretario de Estado, 1953-59), “Estados Unidos no tiene amigo, tiene intereses”. 
No obstante lo anterior, el nuevo presidente tendrá que hacer algunas concesiones debido a que las filas de los decepcionados del sistema crecen, poco espacio conceden a las promesas. El modelo en crisis terminal requiere ser reforzado con mentiras mejor elaboradas. Por ejemplo, argumentar convincentemente el porqué en un país con más de 330 millones de habitantes únicamente existan dos partidos o porqué 538 personas sean las que decidan quien los gobernará. Los más conscientes, incluso van más allá y califican a su “Democracia” como una gigantesca simulación que pretende legitimarse cada 4 años, enfrentando a dos actores empleados de ese patrón que los ofrece a los espectadores como chivos expiatorios a los cuales pueden culpar de sus desgracias. Una cosa es segura, el racismo, desempleo y la injusticia permanecerán. El nuevo bufón, (2021-2025), aunque diga lo contrario, tampoco atenderá de fondo el cambio climático, la pandemia y la profunda inequidad social; si acaso hará UNA REFORMA ELECTORAL, dará becas a estudiantes, ampliará el seguro médico y flexibilizará el bloqueo contra Cuba.
A los marginados, el establishment les ha entregado dos cabezas para ocultar a los verdaderos culpables de su marginación. Cumpliendo un guion psicoanalítico dos actores escenifican la comedia previamente elaborada por la plutocracia con el propósito de convencer al público de que su bienestar depende de su voto. Terminando la obra la euforia terminará y, consecuentemente, el sujeto regresará a su realidad. Esa donde es imposible, con las reglas del sistema, alcanzar una vida digna para TODOS trabando honradamente. Algunos retornarán a las drogas, otros al trabajo, pero habrá quienes, más rebeldes y más enojados, regresen a las calles a protestar contra la brutal inequidad en que viven.
Por lo pronto, la elección como la CATARSIS permitirá que aflore el conflicto psíquico presente en la mente de quienes no logran conciliar la realidad objetiva con la deseable. El elector desfogará parte de su frustración y rabia a través de una simple papeleta depositada en la urna. El poder, de ese modo impide al ciudadano identificar la causa real de su estado de vulnerabilidad (violación de sus derechos humanos) y la posibilidad de SANAR, liberándose. En el ámbito médico, la catarsis conduce al paciente hacia una limpieza o purificación de fantasmas reales y ficticios que le incapacitan una vida plena, libre y consciente. Respecto al área política, Galimberti* dice: “La catarsis promovida desde el Estado es una representación dramatizada y simbólica de la realidad, su fin es influir en la estructura psíquica y anímica del paciente (ciudadano) vinculada a recuerdos dolorosos olvidados. Cada acto catártico reduce la probabilidad de nuevas manifestaciones de agresión. 
Los gobiernos, saben que la agresividad puede ser “moldeada”  a conveniencia. Ya que los miembros de un grupo unidos por un líder autoritario tienden, al contrario de los de un grupo con un líder democrático, a descargar su agresividad sobre una sola víctima o chivo expiatorio. Tal es el caso; el gobierno oculto ofrece al hacendoso pueblo norteamericano dos monigotes de expiación neoliberal para limpiar las culpas de los poderosos y de paso mantiene enajenado al ciudadano (enfermo) e imposibilitado para alcanzar la verdad y la justicia.
Trágicamente, las rebeldías contenidas con mentira, como el vapor encerrado en una caldera, tarde o temprano encontrara salida, incluso destruyendo a su contenedor. 

* Galimbeti, Humberto. Diccionario de Psicología (2002). Pág.34.

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