Para muchos jóvenes la política en México es una porquería, lo mismo opinan de los partidos y los políticos. Tal juicio no es gratuito, es el resultado de 80 años de la patológica corrupción que arrebató a la Nación el dominio de sus recursos naturales. Ese gigantesco despojo lo hicieron posible aquellos caciques, políticos y empresarios que asumieron como principios de su quehacer esa contra-filosofía resumida en las frases siguientes: “el que no tranza no avanza”, “no importa que robe, pero que salpique”, “no quiero que me den sino que me pongan donde hay…” “Un político pobre, es un pobre político”; “la corrupción somos todos”; “este gallo quiere maíz”; año de hidalgo, pendejo el que deje algo”. Lo peor de todo es que las nuevas generaciones siguen percibiendo la corrupción en la mayor parte del País y que no desaparecerá por las buenas o porque el presidente lo diga. Desde el Salinato hicieron de la deshonestidad el lubricante del sistema político en TODOS los Estados y municipios de la Patria. La corrupción es tan profunda que erradicarla de golpe (pacíficamente) sería por lo menos, catastrófico. No puede ser de otro modo, si muchos políticos mafiosos del pasado siguen incrustados en el nuevo régimen sirviendo a las corporaciones que los encumbraron. Desde ahí combatirán cualquier intento radical de moralizar al Estado. Tienen los recursos (leyes, dinero y medios) necesarios para ello y además cuentan con la estructura legal (incluida la Constitución) moldeada, desde Miguel de la Madrid hasta Peña Nieto, genialmente para facilitar el SAQUEO de las arcas públicas. No sólo eso, también legalizaron la sobreexplotación de los trabajadores, la destrucción de la Naturaleza y la impunidad.
En 1999, Luis Estrada, en su película “La Ley de Herodes”, exhibió con gran maestría cuan prolíficamente creativos pueden ser los funcionarios públicos para robar. Desde la primera escena, Estrada, poniendo el dedo en la llaga, muestra ese comportamiento. En primer cuadro aparece el presidente municipal de San Pedro de los Saguaros (cactus) disparando una pistola hacia el espectador. En seguida se ve un ejemplar de la CONSTITUCIÓN de la que saca billetes guardados dentro de ella. Se entiende que previamente le fueron arrancadas las hojas convirtiéndola en caja. El alcalde llena un maletín, bolsea el cadáver de su víctima y sale huyendo. Para su mala suerte, apenas iniciada la huida, es alcanzado y decapitado por uno de los furiosos campesinos que le persiguen. (https://www.youtube.com/watch?v=oE7eHKiHpFU)
De esas escenas iniciales pueden desprenderse varias metáforas; la más impactante es el “crimen” contra la Constitución: los disparos y la ausencia de hojas convierten en LETRA MUERTA su contenido. Con el despojamiento del difunto y la acción de arrojarle despreciativamente tres o cuatro billetes encima, el director pudo haber representado al pueblo masacrado e indefenso, al cual sólo migajas deben dársele. La tercera metáfora la ofrece con el porta retrato del presidente Miguel Alemán. El criminal rompe el cristal y desgarra la imagen para recuperar otros billetes ocultados en él, significando la impunidad que ese GRAN ladrón de México garantizó a sus compinches.
Antes de ser enviado, al sustituto Juan Vargas (Damián Alcázar) se le instruye que debe cumplir con el programa del gobierno federal: llevar modernidad y justicia social. Al llegar, ve un lugar desolado por la miseria: una cuantas casas de adobe con techos de paja y no más de 100 sobrevivientes lo pueblan. Pensando que se equivocó de pueblo, todavía optimista, se dirige a quién esta enfrente de una ruinosa construcción:
-¡Buenas tardes! Disculpe: ¿Habla español? Creo que nos perdimos. ¿No sabe que tan lejos esta San Pedro de los Aguaros?--Aquí es -Le responde- Usted debe ser el nuevo presidente municipal. Lo esperaba desde ayer. Soy Carlos Peck, su secretario- agrega el interlocutor.
En su primer recorrido, sorprendido ante el abandono de la Escuela, pregunta a su secretario por qué está en esas condiciones. Don Carlos le informa que fue construida por Cárdenas, pero al cambio de gobierno, al maestro se le dejó de pagar y se fue. Vargas insiste extrañado:
-Perooo, ¿… las puertas, las ventanas y todo lo demás?
- Eso fue cosa de uno de sus colegas.
-¿Que hizo?
-El muy canijo, un día decidió venderlas junto con el pizarrón, las bancas y todo lo que había de valor
–¡¿Así nomas!?
- Sí..., no vendió los adobes fue porque no encontró quién se los comprara. Si hubiera encontrado a quien venderle el pueblo entero, lo hubiera hecho. Es que nos ha tocada cada presidente municipal que para que le cuento.
Al día siguiente Vargas se percata de que no hay dinero en caja, por lo que decide regresar a la capital. Ya en la oficina de su elector, le dice: – licenciado se acabó el presupuesto y así, …, esta difícil. Faltan muuuuchas cosas.- El secretario de gobierno le da un tomo de la Carta Magna y agrega: - Te voy a ayudar. Ahí tienes un compendio de las leyes federales y las del Estado; ¡Ahí tienes!- enfatiza- Si lo sabes usar, ya verás que a todo mundo le puedes sacar algo: multas, impuestos, licencias. Si usas la ley a tu conveniencia. ¡Ya esta todo listo! Recuerda que en este país el que no tranza no avanza. En ese momento le da una pistola- Recuerda: todo lo que esta en este librito que diga el poder ejecutivo, legislativo y judicial ¡Eso eres tu! ¡La máxima autoridad!
”HECHA LA LEY, HECHA LA TRAMPA”
Así gobernaron todas las administraciones pasada. Claro que no lo realizaron solos, estuvieron asesorados por los gringos quienes les indicaban cómo “reformar” toda la estructura legal para privatizar la industria petrolera y los bienes nacionales. Sin dar un golpe de Estado como en Chile en 1973, los neoliberales construyeron un entramado normativo e institucional convenientemente complejo a los intereses de las corporaciones. Para hacer difícil su reversión dejaron poderosos candados (Ley de Amparo, Tratados, concesiones por hasta 100 años, etc.) y a muchos socios atrincherados en el nuevo gobierno. Hicieron la ley, hicieron la trampa.
A pesar de lo anterior existen salidas; por ejemplo, convocar un nuevo Constituyente como sucedió en Chile el domingo 25 de octubre pasado. Este incansable pueblo demostró que no es una utopía convertir en realidad los sueños; arriba del 70 % votó por cambiar la carta magna de Pinochet, profundamente neoliberal. En México, los zapatistas convocaron (1994) al pueblo con ese propósito en la Convención Nacional Democrática. Hubo otros intentos, pero en aquella ocasión trabajadores, pequeños comerciantes, indígenas, estudiantes, profesionistas, artistas y escritores conformaron la primera esperanza anti-neoliberal seria para rescatar la Nación. El otro ejemplo lo brindó el pueblo boliviano al vencer en las urnas a los alfiles locales neoliberales.
“EL DÍA DE HOY LES HEMOS DADO UN SOPAPO, LES HEMOS DADO UN REVÉS.
Orlando Gutiérrez , líder de lo Mineros de Bolivia, al conocer el triunfo del candidato del MAS (Movimiento al Socialismo) el pasado 18 de octubre ante la prensa dijo que la gente había votado contra la discriminación, la prepotencia y en contra de quienes “No les ha importado más que,…la corrupción, humillar y discriminar al pueblo boliviano. Tres días después sufrió un atentado que le quito la vida en 21 de octubre. Cambie usted “boliviano” por “mexicano” y descubrirá que la clase rica de aquí es igual en todas partes: fascista e inhumana. ¿Somos capaces de darles un sopapo?
Ya se los dimos el 2018. Como dijera Paco Ignacio Taibo “se las metimos doblada” pero eso no ha sido suficiente para suprimir sus indebidos privilegios y no se ve que MORENA vaya a ser diferente. Los jóvenes tienen razón: los políticos y los partidos NO tienen remedio. Siguen provocando al tigre.
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