“Si quieres leche, debes trabajar por ella; las vacas no la pondrán en el perol o tu mesa”
Jorge Salazar García
A los políticos mexicanos se les ha denominado tecnócratas, neoliberales o conservadores, sobre todo a partir de los años 80s. Asaltaron el Poder mediante un golpe de estado semiblando en 1988 para implementar un programa de gobierno enfocado a reducir el gasto social y poniendo las instituciones al servicio de las grandes corporaciones. Durante 30 años (1988-2018) saquearon las arcas pública desde todos los sectores gubernamentales. Eso lo hicieron posible aliándose con el poder económico y gracias a la corrupción de los partidos políticos. Sabían que los ciudadanos honestos jamás votarían por ellos en una elección limpia. Por eso el PRIAN recurrió al fraude constantemente y propició pactos oscuros que hundieron al país.
En 2014 se autorizó el registro del Movimiento de Regeneración Nacional, un nuevo partido considerado realmente de oposición en aquel entonces. En él fincaron su esperanza millones de mexicanos para erradicar el cáncer del neoliberalismo inoculado a México. Desde entonces flota en el ámbito político la pregunta de que si con el triunfo de MORENA en 2018 sería posible erradicar el NEOLIBERALISMO. Para responder esa duda primero habría que aclarar si la 4T pretende hacer una Revolución o Reforma y cuál es su inclinación ideológica.
En un proceso REVOLUCIONARIO los cambios son radicales, de fondo y suelen ser violentos. Las revoluciones de IZQUIERDA generalmente tienen el propósito de defender la Justicia, la Libertad y la equidad. Sostienen que son los trabajadores los creadores de la riqueza y que esta debe ser distribuida entre quienes la producen. La revolución de Derecha, al contrario, postula que la riqueza la generan los empresarios, el mercado y el capital.
El proceso NEOLIBERAL iniciado en 1988 tiene características de una Revolución de derecha, ya que impuso a los trabajadores las más extremas y destructivas condiciones de explotación de todos los tiempos para favorecer al capitalista. Adolfo Gilly en su texto “Planeta sin Ley” define al Neoliberalismo como:
“…una forma de dominación, despojo y apropiación privada tanto del producto social excedente
como del patrimonio social, (…) que va más allá de todos los límites antes conocidos”
Seis expresidentes del PRIAN, formados en USA (Salinas, Zedillo, Fox, Calderón, Peña) acataron al pie de la letra el Consenso de Washington (1972) cuyas “recomendaciones” incluyen disminuir el gasto social, aumentar impuestos al consumo y al trabajo, permitir la inversión extranjera directa, privatizar los recursos naturales y bienes de la nación, etc. Siguiendo esas directrices eliminaron de la CONSTITUCIÓN, emanada de la revolución de 1910, su espíritu humanista adecuando todo el marco jurídico para legalizar el despojo y la impunidad. Esta Revolución de Derecha tuvo su origen en el sexenio de Miguel de la Madrid. Fue él quién puso los cimientos donde se edificó el neoliberalismo. Este banquero nunca ocultó su preferencia por los ricos ni su desprecio por los trabajadores. Pregonando una falsa “renovación moral” y austeridad menospreciaba el sufrimiento que su política económica causaba en la clase trabajadora. Tal vez por eso fue objeto de un atentado el 1º de mayo de 1984, del cual salió ileso. Sin embargo, más tarde en el estadio Azteca durante la inauguración del Mundial de futbol (1986) fue blanco del repudio popular. Más de 100 mil gargantas presentes le soltaron un maremágnum de MENTADAS DE MADRE. De esa catarsis popular se vengaría más tarde la “rata gris” orquestando el fraude en 1988 que hizo presidente al candidato de Wall Street, Carlos Salinas. Esa REVOLUCION derechista neoliberal sigue vigente, la alianza que le dio origen se conserva casi intacta en el Poder Judicial, el INE y en los medios financieros e informativos. Sólo se terminará mediante cambios radicales, no paliativos.
La 4T no es una Revolución, es un movimiento REFORMISTA de izquierda moderada que no puede meter a la cárcel ni siquiera al padre de la desigualdad en México (Salinas) después de casi tres años en el Poder. Y no es que no quiera, el problema es que AMLO no puede, púes recibió un país destrozado, endeudado descomunalmente, con bienes privatizados, recursos naturales concesionados por decenas de años y lo peor, un pueblo fragmentado. MORENA, no ha tenido la capacidad para construir una fuerza popular organizada con posibilidades de vencer a la fiera neoliberal. Su lucha electoral por ganar la mayoría del próximo Congreso tiene el objetivo de continuar cumpliendo sus promesas de campaña. Conserva seguidores y militantes que confían en sus principios, pues ven que ninguno de los otros Partidos ha promovido la Historia y Cultura nacionales tanto como ellos. Eso crea y forma conciencia sólida e impele la participación política colectiva. Lamentablemente, su secuestro por parte de dirigentes y autoridades surgidas de su filas, lo tienen inmerso en una crisis constantemente anunciada y, de ese modo, el triunfo en las próximas elecciones será pírrico.
Resumiendo lo anterior, puede decirse que las revoluciones son transformaciones radicales mediante las cuales se cambia la Constitución vigente o lo necesario de ella para imponer y garantizar la continuidad de un programa político. Ningún gobierno puede hacer cambios extremos pacíficamente con un pueblo dividido, despolitizado y desinformado. El actual, en México, es un gobierno REFORMISTA, comprometido en separar el poder económico del político pacíficamente. De lograrlo, también sentaría las bases para recuperar a futuro la plena soberanía de la Nación.
Algunos imaginaron que el neoliberalismo se acabaría pronto. Pero sin un pueblo que luche por ello no será posible lograrlo en el corto plazo. AMLO es un estadista centrado en devolver Dignidad al poder público, lo cual es bueno, pero carece de la fuerza social organizada necesaria para extirpar el modelo de mercado. Los trabajadores deben entender que “si quieren leche, deben trabajar por ella; las vacas no la pondrán en el perol o su mesa”. No cabe; entonces, esperar tener el bienestar gratuitamente. El neoliberalismo no está en retirada, se atrinchera y resiste.
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