Jorge Salazar García.
Tuve la fortuna de conocer al recién fallecido (5 de marzo) Enrique González Rojo Arthur. Sucedió en la Convención Nacional Democrática realizada en Guadalupe Tepeyac en agosto de 1994 a instancias del EZLN. Confieso que no sabía nada de su gran trayectoria literaria comprometida con los explotados, pero su presencia como la de los otros grandes invitados para nadie era desapercibida. Lo mismo que los demás famosos mostraba sencillez hacia quienes le saludaban. La admiración por este gran señor que no lograba confundirse entre el gentío (8000 asistentes) me fue contagiada en aquel evento realizado al lado del enorme campo habilitado por los milicianos zapatistas. Allí saludé a Carlos Mosivaís, Ana Concheiro, Ofelia Medina quienes además de su respuesta solidaria para con los zapatistas repartían esperanza por doquier. Con el mismo talante, sin ínfulas de superioridad intelectual Enrique Gonzáles correspondía a sus admiradores. La difusión de su obra en comento, supongo emanada de aquel encuentro cuyo objetivo era crear un gobierno de transición y una nueva Carta Magna, la hizo posible MORENA en 2019 por medio de las brigadas para leer en libertad. Así tuve acceso al libro “Manifiesto Autogestionario…”[1], escrito en el año 2002 y publicado hasta el 2017 por haber resultado incómodo al PRIAN. Es una creación escrita de manera sencilla, sin tecnicismos ni expresiones ociosas, dirigida “a los trabajadores y líderes de opinión del movimiento anticapitalista”. Como pocas obras de izquierda, su contenido abona una respuesta a la pregunta de Lenin y millones de desposeídos sobre Qué hacer para erradicar al capitalismo criminal dominante. Faltan muchas respuestas, pero como el mismo autor sugiere, estas deberán construirse desde abajo. En el texto se incluyen ideas para iniciar a construir un régimen en donde la explotación[2] y el despojo[3] no sean los ejes de la política. Con puntual actualidad, a pesar de los 19 años transcurridos, el autor expone en pocas líneas una propuesta de liberación. (Descargable de www.brigadaparaleerenlibertad.com).
Desde el inicio, Don Enrique, propone sustituir el modelo Capitalista por otro donde la propiedad privada de los medios de producción (materias primas, capital, maquinaria, equipo, etc.) sea abolida y a nadie se le permita apropiarse de los beneficios del trabajo ajeno. También externa razones del fracaso del Socialismo, instaurado por la vía armada en la URSS (1917) y por la electoral en Chile (1970). De acuerdo al autor este Socialismo de ESTADO, llamado tecnoburocrático, no funcionó porque se instauró desde arriba, desde otro Poder. Aunque los trabajadores se habían liberado de los patrones, nunca poseyeron los medios de producción y, además, continuaron estando bajo el dominio de una burocracia política privilegiada. Para cambiar la ecuación propone un Socialismo democrático, uno que transforme las relaciones de enajenación vigentes en otras donde la consciencia de clase (trabajadores del campo, la ciudad e intelectuales) sea el motor del cambio. Realista reconoce que lo anterior, en las condiciones actuales de fraccionamiento social y opresión, no es alcanzable en corto plazo. Entonces, contestando la pregunta de cómo poner fin a la formación capitalista el autor propone OPONER al poder un CONTRAPODER. El cual, después de haber madurado el proceso de unificación social y hacer posible una “suspensión general de labores” sustituiría al PODER establecido e implantaría un modo de producción autogestionario. Lo anterior, agrega, es posible porque al globalizarse la explotación también se ha globalizado la indignación y las rebeldías.
Afirma que el neoliberalismo ha sembrado un escepticismo pesimista en la gente; pero al hacerlo, dice, irremediablemente también ha engendrado en los trabajadores su propio sepulturero. Considera que para cumplir su función este enterrador requiere entre otras acciones reconocer su condición de explotado, organizarse en “células autogestionarias”(sin partido), conformar una “red de redes” de células y construir el CONTRAPODER que desplace al poder burgués antidemocrático. Las células deben autovigilarse y autogobernarse mediante comités, consejos, etc., y planear tareas (económicas, sociales, culturales…) que cohesionen los intereses y anhelos del colectivo. Tales actividades, establecidas en sus documentos normativos, deben CREAR espacios que propicien el CAMBIO en los modos individualistas de SER y PENSAR, enfocando hacia lo colectivo el proceso de maduración psicológica. Dentro de la célula debe practicarse la democracia auténtica, con autodisciplina y, sobre todo, mandando obedeciendo. La rotación de cuadros será el resultado de Congresos deliberativos y resolutivos, pero en ningún modo electivos.
Rechaza la vía electoral como medio para acceder al autogobierno, por considerarla demagógica; ya que sin importar la ideología de los partidos, éstos ven al Poder como un fin, manteniendo inalterables la condiciones de explotación. No obstante, concede, sí un partido concibiera el PODER como un medio para instaurar una democracia participativa (reformismo revolucionario), en la cual el ciudadano tuviera siempre la posibilidad real de revocar el mandato de cualquier autoridad; entonces si sería viable transformar las relaciones de producción prevalecientes.
Como puede advertirse, no apuesta a una transformación radical inmediata (porque no funcionan generalmente); en cambio, sí prevé un proceso difícil y progresivo, parecido al iniciado en los municipios autónomos zapatistas. D.E.P. Don Enrique.
[1] González Rojo Arthur Enrique; “Manifiesto Autogestionario. Hacia un encuentro con la esperanza”(2017).
[2] Apropiación del producto excedente generado por el trabajo bajo la forma de plusvalor.
[3] Apropiación violenta, o encubierta bajo formas legales, de bienes naturales y de bienes de propiedad comunal o pública.
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