domingo, septiembre 19, 2021

Septiembre, mes del Grito, Silencios y de temblores.


“…todo le sirve para defenderse: el silencio y la palabra, la cortesía y el 
desprecio, la ironía y la resignación”. (O. Paz)
Jorge Salazar García
De acuerdo a una leyenda Maya los temblores de tierra son ocasionados por una serpiente de cascabel cuando abre la tierra para ocultarse en el subsuelo huyendo de las discordias humanas. Los intérpretes de la leyenda suponían que la presencia de la serpiente en la superficie era señal de que reinaba la armonía entre los hombres. En cambio, la escasez de agua, malas cosechas y la guerra fratricida indicaban que aquel bífido los había abandonado internándose en las entrañas de la tierra. Probablemente esta leyenda también haya suscitado el mito de la serpiente emplumada (Quetzalcóatl) y de ellas emane el deseo ancestral de orden en el mexicano. Ambas representan la dualidad en la cosmogonía indígena, conformándose ese sentido mágico de la existencia en el mexicano. Somos un pueblo que igual grita de felicidad que de dolor. Nuestros antepasados combinaron lo fantástico con la tragedia y la fatalidad de manera única en el mundo. Y aunque la serpiente se oculta y resurge en cualquier mes del año, pareciera tener cierta preferencia por el noveno.
Septiembre es sin duda el mes durante el cual los mexicanos logran mantener la serpiente en el exterior debido a la alegría y concordia que la celebración de la independencia genera. “El grito” (15 de septiembre), con su carga emotiva positiva representa el momento culminante de ese gran FESTEJO patrio. Sin embargo hay otras fechas del mes de septiembre que, de acuerdo a la leyenda mencionada, la serpiente huye hacia lo profundo del subsuelo castigando nuestra desunión. 
Por ejemplo, poco después de alcanzar la independencia, ya asesinados los iniciadores de esa guerra de liberación, la discordia por el poder facilita el despojo de más de la mitad del territorio patrio en 1847. La fecha más simbólica de este acontecimiento quizás sea el 13 de septiembre, pues en este día el ejército invasor norteamericano tomó a sangre y fuego el Castillo de Chapultepec. Los cadetes del colegio militar que lo defendían, abandonados por el presidente Santana, son masacrados sin piedad por los yanquis. 
Al día siguiente (14 de septiembre), en la madrugada, el capitán Roberts, del regimiento de rifleros, enarboló en el palacio nacional de México la bandera de los Estados Unidos. El pueblo enardecido, traicionado por las autoridades locales, resiste hasta con piedras y palos esa afrenta. «Los días que siguieron (…),
fueron fecundos en temores, violencia y asesinatos. Los
soldados enemigos que se alejaban aisladamente de sus
cuarteles, caían bajo el puñal de nuestros léperos… >(México a través de los Siglos, pág. 750 , T-4). Fieles a su temple filibustero, los gringos respondieron de manera brutal la resistencia, azotando a civiles, ordenando fusilamientos, bombardeando casas y asesinando a sus ocupantes. La serpiente se había ocultado por completo. 
100 años después (1947) los cuerpos de los 6 Niños Héroes (Juan Escutia, Agustín Melgar, Suárez, Fco. Márquez, Montes de Oca, De la Barrera) fueron encontrados. En este contexto, el presidente en turno, Miguel Alemán Valdés, gran amigo del gobierno norteamericano, invita al presidente Harry Truman a México quien deposita una ofrenda floral en el Obelisco a los Niños Héroes, construido en 1881 sobre el sitio donde se supone cayó Juan Escutia (Ubicado en la primera sección del bosque de Chapultepec). Por la noche, cadetes del colegio militar, de manera anónima, retiran la ofrenda y la arrojan en la entrada de la embajada yanqui. Cinco años más tarde (1952), el 27 de septiembre “Mister amigo” Alemán, inaugura el “Altar a la Patria”, actual monumento que guarda en sus seis columnas los restos de los queridos Niños Héroes. 
Curiosamente, otro presidente con el mismo nombre de pila (Miguel De la Madrid) y con la misma filia entreguista responde con insensibilidad e ineficiencia ante una de las mayores tragedias ocurridas en la ciudad de los palacios. El 19 de septiembre de 1985 un terremoto de magnitud 8 en la escala de Richter causó la muerte de entre 20 000 a 40 mil mexicanos. Tres días después las autoridades ordenan sepultarlos en fosas comunes. Lo admirable en este siniestro natural es el ejemplo de solidaridad que el pueblo mexicano dio al mundo participando ¡1 500 000 ciudadanos! en las labores de rescate. Al respecto Carlos Monsiváis escribe en la revista Proceso: la ciudadanía decide existir a través de la solidaridad, del ir y venir frenético, del agolpamiento presuroso y valeroso, de la preocupación de otras vidas que, en la prueba límite, es ajena al riesgo y al cansancio…
Hubo otro momento fascinante en la Historia de México que cimbró, con la FUERZA DEL SILENCIO, las fibras de los hombres de bien. Centenas de miles de jóvenes, maestros y trabajadores realizaron una marcha el 13 de septiembre en las calles de la ciudad; convocados por el Consejo Nacional de Huelga se manifestaron en ABSOLUTO SILENCIO pata demandar libertad de los presos políticos, derogación del delito de disolución social (145 del Código Penal) y desaparición del cuerpo de granadero, principalmente. Transcurridos 19 días, muchos de esos jóvenes, como sucedió con los niños héroes, fueron abandonados por las autoridades y masacrados el 2 de octubre con la misma impunidad que suele mostrar el poder contra quien lo cuestiona y exhibe.
Dos fechas fatídicas más aparecen en el noveno mes: el atentado durante la ceremonia del grito en Morelia Michoacán (2008) con saldo de 8 muertos y aquella del 26 de septiembre de 2014 cuando mediante el secuestro son SILENCIADOS los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa.
Ese pueblo que en el 2018 convocó el regreso de la serpiente apoyando un nuevo proyecto político, sigue en espera de la verdad y la Justicia, por lo menos en los casos de los estudiantes. En este sentido, abierto ya el proceso de la sucesión presidencial, de los partidos políticos nada debe esperarse: matarán a la serpiente de la esperanza tan sólo asome la cabeza, si esta amenaza sus privilegios.


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