Una vez que haz excluido lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la VERDAD (Sherlock Holmes).
Jorge Salazar García
Permítame hablar en esta ocasión sobre mi experiencia como agremiado del Sindicato Nacional de Trabajadores al Servicio de la Educación (SNTE). Lo haré para fundamentar el presente artículo cuyo tema versa sobre otro gremio igual de poderoso y estratégico como el magisterial. Me refiero al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) que el pasado 31 de enero eligió a su dirigente nacional.
Ingrese al servicio de la educación básica (1978) previa solicitud presentada en la Secretaria de Educación Pública. Recibida la notificación de aceptación, acudí a la Secretaría, de ahí me enviaron a la sede del SNTE para ser afiliado (así opera el corporativismo). Lo hice con gusto pues sabía que era un derecho laboral. Fui tratado bien; recibí una copia de mi nombramiento, de mi afiliación y un cuadernillo de propaganda política. En su portada destacaba el título “Vanguardia Revolucionaria”; era el nombre, después lo supe, del grupo político que se había apoderado del gremio a punta de pistola. Lo confieso, el contenido me agradó, coincidía con mis aspiraciones idealistas de erradicar la injusticia, la ignorancia y la antidemocracia.
Recién llegado al primer centro de trabajo fui electo representante sindical. En la reunión inicial de comité se acordó crear círculos de formación política, tal como lo establecían los Estatutos. Esta decisión molestó a los dirigentes estatales por haber sido tomada sin “consultarlos”. Nos llamaron y pidieron nos ajustáramos a su “línea sindical”. Los compañeros, conscientes de no haber transgredido los principios estatutarios, decidieron proseguir con el estudio de los Estatutos y la Constitución. Esa osadía fue considerada un acto antisindical. Lo pagamos caro. Al principio sólo bloqueaban la gestión sindical y proferían amenazas por no servir de acarreados. Como no enmendamos el rumbo, enviaron un director a imponernos horarios de trabajo imposibles de cumplir. Atrapados, nos declaramos en asamblea permanente y en paro. Ilusos acudimos a la Sección 32 (nuestro verdugo) pidiendo su apoyo. Esta respaldó al directivo que seguía operando en el pueblo y cuando regresamos al centro de trabajo, la escuela había sido tomada por campesinos quienes amenazantes pidieron nos retiráramos. ¡TODOS! fuimos puestos a disposición de la delegación estatal de educación copada con incondicionales de los charrros. Solicitamos entonces la intervención de las autoridades educativas nacionales y gracias a su mediación, después de un año, condicionados y dispersados en distintos centros de trabajo fuimos reincorporados al servicio. Con todo y ello, continuamos luchando (con otros valientes colegas) para que los cambios delegacionales se realizaran conforme a los estatutos, lo cual ocasionó me despidieran en dos ocasiones más. Harto de pagar mis cuotas sindicales a quién me golpeaba, acudí a los tribunales para desafiliarme del sindicato; no se ría, creí que eso era posible en aquel tiempo. Fue amargo el aprendizaje pero superó con creces la decepción, pues en tan sólo tres años pude conocer el alma corrupta y antidemocrática de ese monstruo caciquil posesionado del SNTE. Ya no había duda, el contubernio SNTE-SISTEMA era profundo, general y hasta ahora indisoluble.
Los charros continúan teniendo cancerberos en los directivos escolares, aliados en las secretarías de educación y complacientes autoridades laborales. Cierto, la reforma “educativa” de Peña Nieto les quitó su omnipotencia y, AMLO, con su reforma laboral, les disminuyó su prepotencia estableciendo la obligatoriedad del voto secreto y directo en las elecciones. Trágicamente, para lo trabajadores, la IMPUNIDAD, el saqueo de cuotas, los fraudes y uso patrimonial de lo bienes sindicales gozan de cabal salud. Ningún dirigente sindical está en la cárcel, al contrario; tal como lo evidenció la elección del dirigente nacional del sindicato PETROLERO, mantienen el control de las estructuras y centros de trabajo.
Es verdad, nada puede ser realmente democratizado por decreto; pero no se vale culpar a los trabajadores de elegir a verdugos. Cualquiera sabe que rebelarse es ponerse la soga al cuello. El sentido de la votación lo determina quién, como juez y parte, controla la estructura electoral y posee todos los recursos económicos necesarios para cooptar y reprimir.
La elección del nuevo sátrapa en el STPRM, Ricardo Aldana fue más de lo mismo, pero renovado digitalmente. El apoyo de AMLO a este sujeto, con investigaciones pendientes en su contra, lleva a suponer negoció con Carlos Romero Deschamps el ascenso de quien, por décadas, fuera su TESORERO. De otro modo es injustificable que en lugar de enjuiciar a ambos (delincuencia organizada, enriquecimiento ilícito, peculado, PEMEXgate, etc.) a uno se le haya jubilado y al otro premiado con la secretaría general del sindicato. La apabullante victoria (70% de votos), del tiranozuelo sustituto es una prueba fehaciente de lo anterior.
Poco a poco se irá develando el afinado operativo desarrollado a través de los 1300 comisionados sindicales que controlan las 36 secciones. Se sabrá como activaron la maquinaria del fraude reeligiendo dirigentes leales en más de la mitad de las secciones, algunos por unanimidad. Ahora se sabe que culminaron el operativo teniendo acceso a la plataforma digital SIRVOLAB. Llegaron al 31 de enero con el tamal perfectamente terminado. Por ello pudo cocinarse con éxito. Fue de chipilín, el preferido del presidente.
Este parece ser el guion: la inicia añagaza en enero 2021, con la renuncia de Deschams . 5 meses después AMLO dijo que firmaría el nuevo contrato colectivo con la dirigencia que saliera electa en el 2022. El 1 de septiembre los charritos menores y PEMEX anunciaron la firma del contrato colectivo, nunca sometido a consulta entre los trabajadores. Terminando septiembre, María Luisa Alcalde (Secretaria de Trabajo) explicó cuándo y cómo se realizarían las elecciones, violando la autonomía sindical. AMLO lo ratificó el 29 y la dirigencia lo confirmó en los mismos términos, días más adelante. En noviembre y diciembre se celebraron las elecciones departamentales y seccionales. El 31 de enero (2022) se estrenó la votación electrónica y el mapacheo digital. Y… ¿tan, tan?
La intromisión oficial en la vida sindical de PEMEX se entiende por su importancia estratégica, pero ética y legamente es injustificable. Puede que el propósito del presidente sea salvar a PEMEX de la bancarrota, deshaciéndose suavemente del “pasivo laboral” (150,000 pensionados, 117000 activos y una deuda enorme de 18 MMD) heredado del PRIAN. Sin embargo, en los hechos AMLO hará lo mismo que los neoliberales: despedir trabajadores. Salinas, Zedillo, Fox, Calderón, Peña despidieron a telefonistas, ferrocarrileros, burócratas, electricistas y maestros respectivamente. Para lo petroleros ya no hay materia de trabajo, los hicieron innecesarios al entregar las actividades de mantenimiento, construcción, exploración, perforación, transporte, refinación y petroquímica a las compañías privadas y extranjera. Probablemente este diagnóstico explique en parte que el ejecutivo haya destinado a partir de este año, 10,000 elementos de la Guardia Nacional para resguardar las instalaciones de PEMEX. Prevé descontento, pero con un secretario general a modo y la base laboral dividida mantendrá el avispero en paz. Por esa razón, sin duda, el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL) dará la toma de nota al lacayo Aldana.
La democratización de la vida sindical requerirá más sacrificios y unidad, pues una ley o decreto, solos, no pueden eliminar los vicios estructurales de un modelo sindical esencialmente corrupto.
Situación parecida se podría presentar en el futuro cambio de la dirigencia nacional del SNTE. La diferencia es que en el sector educativo si existe una disidencia organizada y con experiencia en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación(CNTE). Ya se verá.
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