domingo, marzo 20, 2022

El negocio de la guerra.

“La paz del mundo esta en manos de quienes hacen el negocio de la guerra” (Galeano).
Jorge Salazar García
Tienen razón los zapatistas respecto a la guerra en Ucrania: intereses económicos están en juego y es alentada por oligarcas. El juicio es incuestionable y dado que, aún si convertirse en una conflagración nuclear, traerá graves consecuencias en los aspectos económicos, climáticos, geopolíticos, alimentarios, sólo por mencionar algunos, parece pertinente indagar porqué y quiénes la alientan. 
No es un dislate afirmar que la guerra representa para las compañías de armamento, financieras, farmacéuticas principalmente, jugosas oportunidades de negocios, al grado de formar parte de sus agendas de inversiones. ¿No acaso sus acciones se cotizan en los mercados de valores? Simplemente, aunque suene cruel, la guerra es una estrategia más de negocios que los señores del dinero despliegan cuando ven disminuir el ritmo de expoliación de la riqueza. Siendo Estados Unidos su centro de operaciones y habiendo conducido a esta nación al estado de actual crisis económica y moral profundas, resulta lógica la permanente oposición de su gobierno a participar formalmente en los diálogos de paz.  Al contrario, Biden atiza el fuego enviando armas, sanciones y  una guerra mediática global sin precedentes para conmocionar el mundo.
Afortunadamente, al pentágono y la OTAN parece estarles fallando su “Doctrina del Shock” tan profusamente utilizada a partir del ataque a las torres gemelas para realizar los cambio radicales y dolorosos que las corporaciones desean aprovechando los estados de terror, miedo, inseguridad que un desastre natural genera o una guerra puede provocar. Bajo esos estados de conmoción la gente acepta limitar derechos y libertades, incluso a aceptar cambios legales que beneficien a quienes más tienen. Eso está haciendo, por ejemplo, Bolsonaro en Brasil al autorizar la minería, los transgénicos y presas hidroeléctricas en las comunidades indígenas. Como fanático neoliberal usan el manual del gurú del neoliberalismo, Milton Friedman, aplica medidas drásticas, moviendo ejércitos y policías para aprovechar un trauma colectivo (Naomi Klein, “La doctrina del shock”).
Se dice que la verdad es la primera víctima en la guerra, aunque trillada la afirmación, no deja de ser cierta. Así ha sido a través de la Historia; la diferencia del presente con el pasado, radica en el uso de técnicas psicológicas sofisticadas para potenciar y masificar esos estados de shock, y naturalmente en las nuevas tecnologías de la guerra. No es casual que las batallas se estén dando también en el área informativa con los objetivos de ganar la opinión pública a favor de quienes diciendo buscar la paz, promueven la guerra. Tanto el poder económico como el político ocultarán lo que sea necesario para conseguir sus objetivos. Los políticos mienten como moviéndose en un pantano esperando no hundirse en la ilegitimidad total. O recurren a la manipulación o pierden el poder ($) y, por supuesto, la disposición de carne de cañón barata. 
Casi se había disipado el terror global inducido por las corporaciones farmacéuticas y la OMS con el Covid-19 cuando los poderes mencionados vuelven a intoxicar al mundo con sus falaces mentiras. La invasión rusa a Ucrania (condenable) fue en realidad un gran éxito de la estrategia estadounidense en su lucha por la hegemonía mundial disputada por China y Rusia. Biden, teniendo el 53% de desaprobación, bloquea las negociaciones actuando como mercenario de los oligarcas. Pretende paliar los graves problemas inflacionarios, migratorios, violencia interna y de ilegitimidad tal como Maquiavelo en su obra “El Príncipe” lo aconseja si desea recuperar autoridad y reputación: promoviendo la guerra externa. Nada extraño en E.U.A., pues cada vez que un presidente yanqui pierde legitimidad y atraviesa por una crisis económica invoca al espíritu bélico. 
Otro importante motivo para tributar al Dios Ares es el gigantesco endeudamiento del gobierno norteamericano (30 billones de dólares), acelerado a partir de que Nixon sustituyó el oro por el dólar como base monetaria. Desde entonces, E.U.A. imprime dinero (fiduciario) para cubrir sus crecientes compromisos con las insaciables compañías militares, pagar los intereses de la deuda y reducirla artificialmente. Estas políticas de rescate a los más ricos, no sólo generan inflación, despojo y pobreza en territorio yanqui, al ser exportadas, clavan la puntilla en las economías locales forzándolas a reorientar el gasto público y a endeudarse, al grado de quebrar naciones enteras, trasladando los costos a los trabajadores. 
La crisis del Covid-19 no fue suficiente para los amantes del capitalismo salvaje. NO hay riqueza que los satisfaga ni mucho menos a disminuir su saqueo o pagar impuestos. De ahí derivan las sanciones a Rusia, armar a Zelensky e imprimir más dinero. Son medidas contraproducentes del gobierno de Biden que harán disminuir el flujo de dólares sanos, aumentarán las primas de riesgo y traerán la recesión, volviendo al ciclo vicioso de hacer dinero sin valor. Esto no es especulación, recién el miércoles pasado la Reserva Federal (FED), incrementó las tasas de interés en 0.25 % lo cual, sin duda, repercutirán negativamente en los ciudadanos. Y por supuesto, afectará duramente a México debido que las remesas de dólares disminuirán y la deuda (13 billones de pesos) externa aumentará al igual que el pago de intereses (900 mil millones de pesos en este año). 
Todo lo anterior, como estrategia de apropiación de la riqueza, se ve confirmado por el aumento del valor de las acciones de las grandes monopolios en las bolsas de valores. El conflicto armado en Ucrania es una oportunidad global para escalar los precios de alimentos y energéticos. De ahí, como efecto dominó, la inflación y el control de precios harán añicos el poder adquisitivo de los salarios. En Wall Street con lascivia se frotan las manos ya. De hecho las utilidades reportadas por la industria de armamento alcanzaron los 100 mil millones de dólares en dos semanas de guerra.
La acumulación exige más acumulación, es como un hoyo negro demandando más y más dinero para mantener lucrativa la economía de mercado. Por ello es natural que los magnates obliguen ($$) a sus marionetas políticas imponer a los gobernados medidas calificadas como dolorosas pero necesarias. La alternativa de sacrificar parte de sus ganancias, tal como lo propuso el foro económico mundial en 2019 para humanizar el capitalismo, es inaceptable en quienes, posesos del espíritu de la codicia, jamás darán ni agua al gallo de la pasión. Los señores de la guerra no pueden prescindir de ella, la necesitan como el aire que respiran.


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