domingo, abril 24, 2022

Los silencios de Rosario Ibarra de Piedra.


Jorge Salazar García.
 Cerca del subcomandante Marcos se encontraba Doña Rosario. Con rostro entristecido y seguramente también con el alma apesadumbrada escuchaba en silencio el mensaje que leía Marcos. La mayoría de los presentes, impactados, igual guardábamos silencio; cabizbajos y pensativos evaluábamos los riesgos del aviso. Sin duda podría ser aprovechado por el Estado para continuar la guerra sucia iniciada en los 60s, pensábamos. Los asistentes a la Convención Nacional Democrática (Guadalupe Tepeyac, Chiapas; octubre, 1994) lo mismo que Doña Rosario que la presidiría, sabíamos que el Estado podría usarlo de pretexto para masacrar indígenas como lo hizo en Ocosingo en los primeros días de la insurrección zapatista, o desaparecer luchadores sociales como lo hicieron con su hijo Jesús Ibarra en Monterrey (19/ 04/ 1975), siendo presidente Luis Echeverría. Ahora los zapatistas eran sus hijos adoptivos, la relación se había sellado al serle entregada en resguardo la bandera del EZLN. 
Marcos leyó: “Decidimos el pasado 8 de agosto romper el diálogo con el gobierno (el cual) reiteró su voluntad de guerra y hoy les pedimos lleven esta respuesta al usurpador Carlos Salinas, a su candidato (Zedillo), a sus calumniadores que ahora dicen que estamos metidos en el narcotráfico”.
 El mensaje fue rubricado con la siguiente orden: 
-“Insurgentes, milicianos; ¡Embarazar armas!, ¡ya! Disparen, ¡ya! “Esa es la respuesta al gobierno federal. Llévenla”- pidió Marcos.
El segundo silencio significativo de Doña Rosario, lo inició en 2019, cuando el Senado le otorgó la medalla Belisario Domínguez. No fue a recibirla, envío a su hija, Rosario Piedra Ibarra, actual titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos,  a leer en su nombre la carta dirigida al presidente agradeciendo la distención. “Querido y respetado amigo -iniciaba- Dejo en tus manos la custodia de tan preciado reconocimiento. Te pido que me la devuelvas, junto con la verdad sobre el paradero de nuestros queridos hijos y familiares y con la certeza de que la justicia anhelada por fin los cubrirá con su halo protector. Hoy seguimos igual, recibiendo escarnio y burla de los funcionarios. No permitas que la violencia y la perversidad de gobiernos anteriores siga acechando y actuando desde las tinieblas de la impunidad e ignominia. No quiero que mi lucha quede inconclusa”…, 
El presidente López Obrador contestó de inmediato: “Haré todo lo humanamente posible para cumplir ese deseo”. Doña Rosario se fue y su deseo de Justicia permanece.

Hasta el momento, cerca de 100 mil personas siguen desaparecidas (incluidos los 43 estudiantes de Ayotzinapa) y ninguno de los presidentes ni altos mandos del ejército, operadores de la guerra sucia, han sido castigados y desde luego, sus archivos, como sus víctimas, permanecen desaparecidos. Doña Rosario ya no podrá expresar ¡“Eureka”! (¡lo encontré!) por nadie más. 
El relato anterior viene a cuenta para destacar el amor que Doña Rosario depositaba en quienes eran víctimas de la injustica. Su caminar solidario de siempre comienza a volverse visible a partir de la desaparición de su amado hijo Jesús.
En reconocimiento a esa gran mujer, fallecida el sábado 16 del presente, se transcriben los testimonios de dos xalapeños igualmente ejemplares en su respectivas actividades: el de Abelardo Márquez Morales, ex militante del PRT, partido que postuló dos veces a Doña Rosario como candidata a la presidencia de la república (1982 y 1988) y el de Ma. Elena Gutiérrez Domínguez, tía de Rafael Espinosa Gutiérrez, víctima de desaparición forzada desde el 15 de Agosto de 2013 en Xalapa. Ella es miembro del “Grupo Buscando a Nuestros Desaparecidos y Desaparecidas en Veracruz”.
Abelardo.
En las elecciones presidenciales de 1988 el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) postuló a Doña Rosario como candidata presidencial. El candidato del Frente Democrático Nacional era Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano quién generó una amplia adhesión social. Debido a esto, hubo fuertes presiones para que Rosario y el PRT se adhirieran a la campaña de Cuauhtémoc. No obstante, la discusión colectiva y el análisis de la situación nos hizo tomar la decisión de mantener la candidatura de Rosario con el propósito de seguir visibilizando la lucha por la presentación con vida de los desaparecidos. En esa elección, todo el aparato del Estado fue utilizado para cometer uno de los fraudes electorales más descarados de la historia desconociendo el evidente triunfo de Cárdenas. Rosario, congruente con sus principios, reconoció el triunfo del Ingeniero y denunció públicamente el gran fraude perpetrado. Inmediatamente nos sumamos a las movilizaciones formando, en cada lugar donde había militantes del PRT, Comités de Defensa del Voto. En el Estado de Morelos lo hizo de manera muy relevante el compañero militante José Ramón García Gómez, por esa causa agentes judiciales estatales lo secuestraron en Cuautla (16/12/88) y jamás lo presentaron ante una instancia judicial. Rosario y el PRT, después de exigir durante meses su presentación con vida sin obtener resultados decidieron realizar una huelga de hambre. Aquí en Xalapa lo hicimos el compañero Gabino Camacho Sánchez y un servidor. Rosario no solo fue un apoyo, fue nuestra asesora permanente; sobre todo, para mantenernos emocionalmente fuertes y resistir el tiempo necesario. Fueron verdaderos actos amorosos de una mujer ya convertida en símbolo de la lucha por la presentación con vida de su hijo y demás desaparecidos políticos. Siempre me acerqué con gratitud y cariño a ella. Por esa razón vive en el corazón de quienes continuamos admirando su lucha.  
Ma. Elena.
Doña Rosario es un ícono en la historia reciente de este País ensangrentado… representa a miles de madres que buscan a sus hijos e hijas en todos los Estados de la República … porque en cada lugar, hay familias llorando, buscando a sus desaparecidos. Sí, los desaparecidos durante la llamada Guerra Sucia (1960-1990) cuando el gobierno, de manera descarada y cobarde, exterminaba, desaparecía, encarcelaba ilegalmente a miles de mexicanos y mexicanas. Somos madres y al igual que Doña Rosario anhelamos con el alma expulsar el grito “Eureka” que ella nos enseñó a contener hasta encontrar a nuestros seres queridos. 
Ahora en 2022, como en los años anteriores… la historia se repite… la misma tragedia… El Estado mexicano parecía ¿o parece? no entender que es su responsabilidad absoluta mantener la Paz y tranquilidad de su pueblo y castigar con todo el peso de la Ley a los responsables de cometer estos delitos considerados de lesa humanidad. ¿Cuántas Comisiones de la Verdad se necesitan para saber quiénes son los responsables de más de cien mil desparecidos? 
 Aún se escuchan lejos y fuerte los silencios de Doña Rosario. Serán replicados a través de nosotras, las buscadoras, las rastreadoras; las que rascamos la tierra buscando a nuestros desaparecidos. Con su voz, que es la nuestra le recordamos, al Presidente de México, sus palabras: … He decidido no aceptar el galardón … te pido me la devuelvas junto con la verdad sobre el paradero de nuestros queridos y añorados hijos”. 
Aquel grito, su grito, es ahora nuestro clamor que sigue estando vigente.: ¡Porque vivos se los llevaron, Vivos los queremos!. 


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