lunes, diciembre 12, 2022

Sin Justicia, gana la oligarquía.

Jorge Salazar García.

Tema apasionante y de eterna actualidad es el de la Justicia. En estas líneas se aborda en su sentido amplio buscando aportar elementos fehacientes al debate ciudadano sobre la manera de cómo ha sido tratado este aspecto en el régimen de la 4T.

Lamentaría mucho herir la susceptibilidad de quienes, con objetividad, defienden o critican el proyecto del Presidente por el cual yo mismo luché. Me disculpo si eso sucediera. Podría evitarlo bloqueando las funciones básicas del cerebro y del corazón, pero eso no sería sano. Así que opté por liberarlas, intentando equilibrar las reflexiones producidas por las pocas neuronas que aún me funcionan más o menos bien, con mis emociones. Espero lograrlo.
Partiré del siguiente axioma: López Obrador fue uno de los candidatos presidenciales más honrados que aparecieron en la boleta electoral de 2018. Otra aspirante presidencial de intachable honestidad lo fue María de Jesús Patricio Martínez, (Marichuy), postulada por el Congreso Nacional Indígena. Formalmente se diferenciaba por el tipo de candidatura: la primera fue partidista y la segunda, independiente. Además concebían de manera opuestas de ejercer el poder: obedecer mandando o mandar obedeciendo, respectivamente. López Obrador ganó por méritos propios; supo canalizar a su favor el hartazgo de la gente.
Se acusa a AMLO de polarizar a México. Algo abona, pero él no levantó las murallas que nos dividen, sólo exhibe a los arquitectos. Esos que en 1988 se confabularon con el poder económico para sentar, durante 30 años, en la silla presidencial la traición desarrollando una política de corte racista, discriminatoria, represiva y excluyente diseñada en Estados Unidos. Seis años son, aún teniendo la voluntad del ejecutivo, insuficientes, para romper el lucrativo amasiato entre políticos y empresarios que excluyeron al 90 % de los mexicanos de la vida pública nacional.
Todos los gobiernos del PRIAN, sin excepción, favorecieron el  adormecimiento de las conciencias de aquellos quienes, para no ahogarse en la angustia, el resentimiento y la desolación, optaron por huir de la realidad hundiéndose en el consumismo y la superficialidad. El éxito de Manuel López Obrador proviene de hacer sentir a los huérfanos políticos como iguales, caminar juntos, arriesgar juntos. Por primera vez alguien con posibilidades de ser presidente los trataba como personas, no como cosas. Es natural, entonces, que los antes menospreciados, conciban a AMLO como su redentor, pues al fin alguien los escucha y los ve. Sin embargo, esta actitud emotiva, contribuye más a centrar el odio en los privilegiados que en combatir las causas reales de la injusticia social.
Las promesas de campaña que más votos conquistaron tienen que ver precisamente con la Justicia. Entre estas destacan 3: luchar contra la corrupción, acabar con la impunidad y separar al poder político del económico. Esta última, lograda la Justicia, sería una consecuencia natural, ya que la impunidad, el robo, la represión, el despojo, la depredación no tendrían cabida. Lamentablemente, desde el momento en que la 4T incluyó en su partido y en las estructuras gubernamentales a la mafia del poder aquella virtud fundamental de la democracia, se politizó. Y aunque diariamente se vea al presidente trabajando 16 horas anunciando beneficios sociales (humanistas), condenando a quienes hundieron a México en la inseguridad e injusticia social, el contubernio entre poder político y económico persiste. Ese es el cáncer metastásico propio del capitalismo salvaje, imposible de curar sin una extirpación total.
Por supuesto, no es cosa que un hombre solo pueda cambiar, aunque trabajara las 24 horas del día. AMLO lo sabe, y probablemente por esta causa centra su capacidad política, intentando dejar contentos a todos. Al poder económico le mantiene equilibradas las variables macroeconómicas, no grava fortunas y permite el libre cambio; al político le respeta sus cotos de poder y su relación con el narcotráfico; y al pueblo, con buen trato y dándole por su lado revanchista lo tiene tranquilo. No obstante esta estrategia inteligente de mantener lobos sueltos y corderos amarrados en el mismo corral no cambiará la naturaleza de las bestias, tarde o temprano los primeros devorarán a los segundos.
 Por el momento, AMLO ha conseguido mantener a raya el impulso salvaje del capital, lo que explica el respaldo internacional que tiene de los centros financieros mundiales. De seguir como va, hasta premios le concederán dado que las corporaciones están felices con él viéndolo cumplir, casi al pie de la letra, las recomendaciones del Foro de Davos “humanizando” el capitalismo.
A nivel local eso es otra cosa, la popularidad comienza a menguar en aquellos pequeños y medianos empresarios convencidos de que se regalan sus impuestos a quienes nada aportan. Son estos, contribuyentes cautivos, potenciales simpatizantes de la extrema derecha voraz cuyo propósito inmediato es recuperar el Congreso en el 2024.
Si bien una sociedad JUSTA puede parecer una utopía, todo gobierno debe aspirar a ella. Es preocupante que gobernadores de la 4T avancen sobre caminos auto minados simulando Justicia, ejerciendo el poder como dictadores y haciendo prevalecer el interés privado sobre el público. Los siguiente casos son ejemplos claros donde la sordera y ausencia de justicia prevalecen: maestros (CNTE), estudiantes (normalistas), indígenas (zapatistas), campesinos, mineros, cafetaleros, campesinos, luchadores sociales, ecologistas y familiares de desaparecidos. Y como la Justicia a medias no es Justicia, los resentimientos y el enojo crecerán, adjudicando el agravio, con razón o sin ella, a quién ocupe el palacio nacional pues es el responsable de cumplir y hacer cumplir la Constitución garantizando una Justicia pronta y expedita.
Sin verdad ni legalidad, características esenciales de la Justicia, no habrá transformación ni disminuirá el poder de la oligarquía; al contrario, gana. A la luz de los hechos,  “perdonar” a militares, políticos y grandes empresarios causantes de tanto daño, es un gran error, distrae y divide hasta los de casa. Desde el ámbito personal AMLO puede perdonar a quién quiera, como presidente debió seguir un proceso legal de amnistía o exoneración. Ahora la derecha, como hiena carroñera lo acusará de mentiroso incitando a la violencia y la traición, igual que lo hicieron los científicos porfiristas perdonados por Madero.
¿Qué nos queda?
Cuando John Rawls, (Teoría de la Justicia) expresó que “las leyes y las instituciones (…) tienen que ser reformadas o abolidas si son injustas” de hecho justifica la rebelión. Lo mismo hizo Mahatma Gandhi al decir: ”Cuando una Ley es injusta lo correcto es desobedecerla”. Toda causa tiene su efecto, si no hay Justicia, tampoco habrá orden y estabilidad duraderos.Incluso, si no se asume como un imperativo categórico (Confucio), la reconciliación y el perdón no serán posibles; consecuentemente, la paz, no advendrá. En la Justicia restaurativa la verdad se privilegia, el delito se reconoce, se impone la pena y se repara el daño (si es posible). Sólo después de eso, el perdón procede.
Exonerar al ejército, incumplir los acuerdos de San Andrés, exculpar a los expresidentes, reformar leyes al gusto de los patrones y banqueros, no cerrar gasolineras que venden litros incompletos, tolerar abusos de los bancos y tiendas departamentales, encubrir y defender autoridades morenistas acusadas de corrupción y de intervención indebida en las elecciones, mostrar insensibilidad ante los agravios a los derechos laborales son simplemente resultados de la ausencia de Justicia o si se quiere, de su politización. Esos errores justificarán a las oligarquías realizar lo contrario: judializar la política para deponer al presidente cuando les plazca, como ha ocurrido en Brasil (Dilma Roussef y Lula), Argentina (Cristina Fernández), Paraguay (Fernando Lugo) Bolivia (Evo Morales), Perú (Pedro Castillo), Honduras (José Manuel Zelaya). Y lo harán, simplemente porque les sale más barato y pueden controlar con relativa facilidad a un pueblo dividido y desorganizado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario