lunes, febrero 20, 2023

Poco hablan ya de la Democracia...


Jorge Salazar García 
La decisión de convertir a MORENA en partido, (2014), tuvo el propósito de acceder al poder mediante la vía electoral controlada absolutamente por esa dictadura prianista calificada “perfecta” por el escritor peruano Vargas Llosa. Su alianza con otros partidos, que también tuvo esa finalidad, implicó la incorporación a MORENA de cuadros políticos experimentados en la ingenieria del fraude, (y en la transa, naturalmente). Dichas huestes, ya dentro, hicieron lo que saben hacer con maestría:  actuar como demagógicos dictadores. Aquella idea inicial morenista de constituirse en la herramienta democrática del movimiento popular, se diluyó en las dirigencias. ¡Vamos, ya ni a la Democracia mencionan! Los falsos consensos, la unidad simulada y las encuestas, que nada tienen que ver con el “demos”, la sustituyeron.
 
De acuerdo a la termodinámica el cuerpo más caliente sede calor al frío que lo absorbe hasta equilibrarse con el primero. Equiparando el calor con la antidemocracia, esta se fue trasladando con su exceso de porquería y codicia a MORENA hasta convertirla en una oficialía de partes, una gerencia o exitosa agencia de colocaciones. Llámese como quiera, pero aquellas obligaciones legales de promover y practicar la democracia desde sus organos de gobierno, actualmente, son sistemáticamente incumplidas por las dirigencias estatales y nacional.
Los fundadores honestos, rebeldes, deben ser respaldados en su lucha para enfrentar el inmenso poder de Mario Delgado y secuaces provienente de tres fuentes: la compra de lealtades, sus nexos con la derecha y el apoyo presidencial a su mandato. La forteleza de la dirigencia espuria dimana, básicamente, del apoyo de los neoliberales quienes agradecen la inmovilidad estructural, incluso el bloqueo a las bases militantes, para acotar las reformas en los aspectos de seguridad, energía, pensiones, libertad sindical, corrupción, impunidad, educación, derechos indígenas, justicia, electoral, etcétera. Sin duda alguna, su mayor éxito ha sido truncar el compromiso presidencial de separar el poder económico, origen de la corrupción, del político. 
Ahora, la antidemocracia que MORENA criticó se ha convertido en su esencia, al grado de marginar y perseguir a quienes exigen transparencia y recuperación de la vida estatutaria. Parte de esas dirigencias, que consideraban al proyecto amloísta un PELIGRO para México, hoy hipócritamente se rompen las vestiduras por la 4T convocando a enfrentar unidos las elecciones del Estado de México y Coahuila, mientras por otro lado acusan a los disidentes internos de ser enemigos de la Transformación, (Revolución), de traidores y emisarios de la reacción.  
A MORENA la implotaron las pandillas formadas por diputados, senadores, presidentes municipales, gobernadores y corcholatas; todos, (salvo sus dignas excepciones), tan pronto obtuvieron cargo, de inmediato se rodearon de incondicionales con el único objetivo de acceder al siguiente puesto y perpetuarse en el poder. Parafraseando a Sor Juana, si pagaron por pecar, es justo pecar por la paga, se dirán entre ellos. No son los ideales su aglutinante si no la ambición que matizan frente al AMLO para no caer de su gracia. Sometiéndose a las encuestas, de las que ellos mismos desconfían, Delgado y pandilla comienzan a inducir la idea de que la 4T podría ser un “capítulo aislado” en la Historia; ¡claro!, eso en caso de no acatar sus llamados y recomendaciones. Ya comenzaron a culpar a otros de lo que ellos están ocasionando. En lugar de dar sustancia a las campañas y escuchar a sus bases militantes, con demagógicos discursos hacen huecos llamados a la UNIDAD. Por supuesto, tras bambalinas seguirán haciendo lo que bien saben hacer: mentir, traicionar y robar.
Obviamente tal desbarajuste del partido beneficiará a la derecha golpista, hoy aglutinada en el Estado México con el objetivo de recuperar el poder ejecutivo en el 2024 o, al menos, obtener la mayoría calificada del Congreso. Por esa causa, la oligarquía y el PRIAN, invertirán muchísmo dinero (legal, ilegal y público) en el grupo Atlacomulco (atracomucho) y se activará una elección de Estado. Con sus 12.4 millones de potenciales votantes, ese Estado es la joya de la corona, ganarla será determinante para lo que viene. 
Lo trágico es que MORENA, como está de infiltrada, emulará a la oposición en eso de las mañas estercoleras. Esta hipótesis, teniendo al INE y tribunales electorales en contra, nos lleva a inferir, básicamente, dos escenarios.
1)MORENA gana la gubernatura con mínima  diferencia.
Como el gobernador saliente, Alfredo del Mazo (títere de Salinas) posee el control absoluto de las 41 juntas distritales del INE, Delfina Gómez tendrá que “negociar” su reconocimiento. Si no lo hace, la derecha impugnará el resultado y, entonces, el desacreditado INE de Lorenzo Córdoba podría desconocer el triunfo de MORENA, concederlo a la oposición u ordenar nuevas elecciones.
2) Delfina pierde por uno o dos puntos porcentuales.
Las impugnaciones de MORENA no precederán simplemente porque el árbitro probará que también incurrió en delitos electorales, y justitifirá que los cometidos por la oposición no son significativos para alterar el resultado. Probablemente, previendo este escenario, esta sea una de las causas por las que el presidente recien reactivó la investigación del asesinato de Colossio (1994) que involucra al titiritero de Alfredo del Mazo, Salinas de Gortari. 
Lo que sea que suceda, la tendencia de prostituir el voto y vulnerar la voluntad popular es peligrosamente creciente. El encarecimiento del sufragio y la simulación desparpajada  de vivir en una democracia están incrementando, cada vez más, el rechazo de las elecciones. Los efectos de lo anterior son el alejamiento ciudadano de las urnas y la descalificación a priori de los procesos de elección que generará una crisis de legimidad a toda autoridad electa.
Por el momento, para que la sangre no llegue al río, las próximas elecciones de junio parecen estar negociadas con el grupo Atlacomulco y el sector empresarial. Pues a ninguna de las partes contendientes conviene gobernar una sociedad peligrosamente polarizada y sobre todo desencantada de la democracia partidista. 
 ¿Será cierto, como dijera Porfirio Díaz, que seguimos siendo inmaduros para vivir en democracia?


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