domingo, mayo 14, 2023

Un pueblo sin corcholatas propias.


“Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”*
Jorge Salazar García
A priori, llamar corcholatas a los precandidatos presidenciales parece ser un acto irrespetuoso, despreciativo, incluso humillante. Este hecho, por sus implicaciones, requiere de mayor análisis. Para empezar, AMLO no realiza acciones de gobierno tan trascedentes sin meditarlas profundamente ni sacar raja política. Es más, como sagaz estratega, siempre las ejecuta después de examinar planes alternos, fortalezas, debilidades, pensando conservar el respaldo popular. Pocos políticos conocen mejor al pueblo trabajador como él: aquel practicante de las tradiciones religiosas, celebrante de bautizos, aniversarios, 15 años, día de la madre, del niño, etc. 
 
Son festejos en las que el sentido de comunidad se ha ido diluyendo al mezclarse con el individualismo consumista conveniente a políticos y comerciantes quienes,  mediante una foto, símbolo, marca o logo, incorporadas a objetos baratos las aprovechan para inducir preferencias sobre personas y productos. Generalmente son artículos de plástico, nylon, mezclas químicas o laminados obsequiados, directa o indirectamente, para invitar a participar en sorteos y/o eventos. Es el caso de las corcholatas.
El presidente, sabiendo que en las colonias populares la gente guarda esos objetos como un recuerdo de aceptación, éxito, reconocimiento, aprecio o esperanza de ganar algo, espera haga suyas las “corcholatas” ofrecidas. Esta podría ser la razón por la que Marcelo, Claudia, Monreal y Adán Augusto aceptaron, sin ser su naturaleza, con humildad el calificativo. Actuando como expriístas de cepa, expertos en esos modos populistas de conectarse con los asalariados, desnudan su poco interés de ganar la candidatura desde abajo, como lo está intentando el precandidato del PT, Gerardo Fernández Noroña (GFN).  
Hasta ahora todo avanza conforme a lo programado, aparentemente nadie pierde. Las empresas encuestadoras y publicistas ganan vendiendo sus servicios; los dirigentes, manteniendo divididos a los militantes; los partidos, facilitándoseles la justificación del gasto de sus prerrogativas y los oportunistas de siempre “negociando” con gobernadores, funcionarios y dirigentes espurios de MORENA candidaturas y puestos. Las “corcholatas” ganan apoyo popular simulando lealtad absoluta al presidente y a México cuando ni siquiera confían en las encuestadoras pues saben que, habiendo dinero (que lo habrá) el resultado puede ser modificado. El problema es que no hay ganancia sin su correspondiente pérdida. Del lado de las “corcholatas”, perderán quienes no consigan lo perseguido. Los políticos (dirigentes y militantes) perderán tanto como grande sea su equivocación. Evidentemente habrá más perdedores que ganadores y dada la mentalidad narcisista de los competidores la frustración será inmensa y peligrosa. 
La estratagema de AMLO en la sucesión funcionará mientras conserve el respaldo del ejército, el de los dirigentes espurios de MORENA, partidos aliados, gobernadores y el de algunos oligarcas. Usando todo el “pinche poder” (Fidel Herrera dixit) podría paliar las disidencias, enojos, rebeldías e inconformidades, pues de eso modo conserva estables las variables macroeconómicas (renta, inflación, PIB, balanza de pagos, empleo) preocupación especial de los oligarcas locales y extranjeros. Por esta razón también cuida el factor yanqui.
Por supuesto eso no elimina la posibilidad de que la desbordada ambición de algún aspirante lo conduzca a suscribir alianzas hasta con el diablo, importándole un pito los principios de sus partido y la soberanía nacional. Centrados en su autopromoción y cegados por su narcisismo los precandidatos oficiales y opositores, también podrían haber perdido el oído. Ya no oyen los rugidos de tigres encabronados por el grotesco espectáculo de la clase política que vende descaradamente impunidad, posterga la verdad y la Justicia al mismo tiempo que se enriquece de manera insultante. Conforme más se hunde en el descrédito e insensibilidad más se aísla en su privilegiada burbuja. ¿Qué hacer?, ¿Mandar todos al diablo?, ¿Apoyar al que designe el presidente? Dos cosas son desaconsejables: la pasividad y votar automáticamente. No hacer nada con el pretexto de que “todos son iguales” es contribuir a que el saqueo, la inseguridad, la impunidad, la violencia y desnacionalización recuperen fuerza.
De los presidenciables no “corcholateros”, sólo el precandidato del PT, Noroña, habla de revolucionar la política, profundizar la justicia social, castigar a corruptos, reformar el sistema judicial y convocar a un nuevo constituyente con la participación del pueblo organizado. De no ser otro simulador, el estatus quo nacional y los Yanquis (que quieren nuestro litio y sometimiento) harán imposible su candidatura. Su fortaleza es su debilidad frente al sistema, condición que podría cambiar si las encuestas estuvieran bajo control popular y se postulara como candidato ciudadano. Conociendo a AMLO, no es descabellado pensar que lo esté utilizando como arma disuasiva ante la derecha estadounidense para imponer a su verdadero tapado. Si sólo lo postula el PT, no gana. Sobre todo porque en dicho partido, como en los otros, la preocupación esencial es mantenerse dentro de la burocracia estatal, por aquello de que, como dijera el veracruzano César Garizurieta, “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.
El panorama se vislumbra borrascoso con visos de empeorar conforme se acerca el 2024. Y no puede ser de otra manera en tanto el pueblo no construya al margen de los partidos una alternativa de gobierno. Actualmente, debido a que no siquiera posee “corcholata” propia, juega con las ajenas en las condiciones y bajo las reglas que el faccioso sistema de partidos le impone. En este sentido, cabe esperar que las elecciones en Coahuila y el Estado de México, demuestre a los políticos sinvergüenzas que los acuerdos cupulares, realizados a espaldas de las militancias, ya no funcionan. Gane quien gane, saldrá deslegitimado por surgir de una elección de Estado (federal o estatal) donde la compra de votos, acarreos, uso de los programas sociales, desvío de recursos públicos, inducción del voto y demás vicios serán lo común. Inevitablemente esto aumentará la inestabilidad política antes o durante la elección presidencial. ¿A eso se referiría Marcelo al mencionar que habría una “Ley de la Selva” de no haber pactos o acuerdos claros?
*Garizurieta (1904-1961), tenía una postura de izquierda, claramente antifascista. Fue retirado del servicio diplomático y dado de baja de la nómina oficial por presiones externas, situación que le llevó a pronunciar la frase comentada. Se dice que se suicidó, pero probablemente fue asesinado por oponerse a que la United Fruit Company (empresa platanera) se apoderase de las tierras tabasqueñas como lo había hecho en Guatemala y Honduras país donde fue embajador. 



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