miércoles, enero 23, 2013

Somos lo que comemos

De Zócalo Saltillo
Ricardo Rocha


 Y también somos lo que no comemos. Así que, partiendo de esas premisas, podemos afirmar que somos un país injusto, desigual, polarizado y caótico. Hemos alcanzado el primer lugar en obesidad infantil, es decir, en ningún lugar del mundo hay tantos niños gordos como aquí, debido fundamentalmente al negocio gigantesco de la comida chatarra en las escuelas. A la vez, ocupamos el segundo lugar en obesidad entre adultos, atribuido sobre todo a la falta de la más elemental cultura alimentaria y al campeonato mundial en la ingestión de refrescos de todo tipo....



Lo increíble es que, al mismo tiempo, de un total de 107 millones de habitantes que ya somos, más de 20 millones padecen hambre todos los días insertos en la pobreza extrema, contenida a su vez en la pobreza a secas en la que sobreviven 60 millones de mexicanos. Dos universos paralelos: un México gordo frente a un México hambriento. 

Lo notable es que la obesidad, si bien mortal, tiene manifestaciones casi simpáticas en el mundo de los gorditos. En cambio, la cara del hambre es mucho más dramática y las más de las veces con visos de tragedia. Como la que viven los niños de la montaña en Guerrero, los de la Mixteca en Oaxaca, los de los Montes Azules en Chiapas o los de la asfixiante Zongolica en Veracruz. Todos con las panzas reventadas de parásitos, con desnutrición aguda y expuestos a fallecer debido a un resfriado común. A morirse de hambre, pues. 

Por eso, alienta que, desde su primer mensaje, el presidente Enrique Peña Nieto anunciase una Cruzada Nacional Contra el Hambre que, para empezar, fue una bofetada gigantesca contra su predecesor, Felipe Calderón, cuyo paso por el poder generó al menos 4 millones de nuevos pobres. Se trata del primer gran programa del nuevo Gobierno federal, presentado antier en una espectacular escenografía montada en el municipio pobre de Las Margaritas –territorio zapatista– y con la república reunida: todo el gabinete y casi todos los gobernadores del país. Así que se enviaron mensajes en varias direcciones. 

Eso sí, el propio Peña Nieto se apresuró a aclarar que no será un programa asistencialista, que va a beneficiar por lo pronto a 7 millones 400 mil mexicanos de los 400 municipios más pobres y que se basa en cuatro ejes: una orientación focalizada para llegar a donde más se necesita, corresponsabilidad entre dependencias y gobiernos para que todas las instancias colaboren en la erradicación del hambre, una estrategia social que fortalezca las capacidades productivas y el involucramiento de la energía comunitaria y social de todos los mexicanos. 

Por su parte, la responsable de articular el programa, la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, anticipó que “no se trata sólo de regalar despensas”, sino de alcanzar cinco objetivos según la zona: cero hambre, disminución del hambre, aumento en la producción de alimentos, reducción de pérdidas poscosechas e impulso a la participación comunitaria. 

Y es que estoy convencido de que hasta ahora sólo se han enfrentado las manifestaciones de la pobreza y no sus causas estructurales de origen.

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