Autodefensa expresión extrema
La presencia de grupos
de vigilancia y policías comunitarias data del siglo XIX. Algunos tienen
liderazgos cuestionables, como el que nació en Nopala, Oaxaca, por su
pasado ligado al porrismo
Sábado 23 de febrero de 2013
Laura Castellanos | El Universal
Una oleada ascendente de grupos de autodefensa y policías indígenas
surgió en México desde hace seis meses. Comunidades de 22 municipios
nahuas, purépechas, chatinos, zapotecas, mazahuas y otomíes tomaron las
armas para realizar funciones de seguridad y en algunos casos de
impartición de la justicia....
Hay casos, como el de Nopala, Oaxaca, donde su líder tiene un pasado
como porro en la Universidad Autónoma Benito Juárez (UABJ), cercano al
ex gobernador Ulises Ruiz Ortiz.
Desde septiembre de 2012 etnias empobrecidas de Michoacán, Guerrero,
Jalisco, Estado de México, Quintana Roo, Sonora, Oaxaca, Morelos y
Veracruz recurrieron a sus escopetas de caza, rifles viejos, machetes,
palos, y en ocasiones armas de grueso calibre para hacer valer sus
derechos.
Francisco López Bárcenas, abogado mixteco, autor de siete libros sobre
rebeliones, autonomías y derechos indígenas, observa en entrevista con
EL UNIVERSAL que se trata de “la expresión extrema por la defensa de sus
territorios y comunidades, contra el crimen organizado, caciques
locales y megaproyectos”.
El estudioso se dio a la tarea de hacer una radiografía nacional de este fenómeno complejo y en incremento.
Explica que estas expresiones se suman a las que irrumpieron en la
Montaña de Guerrero (1995), Copala en Oaxaca (2007), Urío (2008), Ostula
(2009) y Cherán (2011), en Michoacán, así como a otras más antiguas:
las guardias tradicionales seri, yaqui y maya que desde el siglo XIX
actúan armadas y legitimadas.
“¿Porqué entonces ahora hay tanto asombro?”, se pregunta el estudioso
sobre la reacción en la esfera política y los medios de comunicación en
torno a tales manifestaciones. Se responde: “Porque estas expresiones
habían permanecido invisibilizadas por el Estado”.
Ayer, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong aclaró que
en el gobierno federal “no estamos de acuerdo en el establecimiento de
estos grupos (de autodefensa); no cancelamos el diálogo con ellos, pero
eso no quiere decir que avalamos a estos grupos llamados de seguridad.
Sí sabemos las causas y buscaremos dar respuestas a esas comunidades
(...) deben desaparecer porque en nuestro país no existe esa figura”.
Ola creciente
El autor del libro Los movimientos indígenas de México: rostros y
caminos divide en tres las razones de los brotes de tales guardias
comunales armadas, mismas que pueden estar entreveradas entre sí:
procesos de gobiernos autónomos, la defensa de su territorio y recursos
naturales, y la violencia criminal.
“Estos grupos salieron a escena por el fracaso del Estado de brindar seguridad a los pueblos indígenas”, explica.
De idéntica forma ubica dos tipos de manifestaciones: las que de entrada
buscan crear una policía comunitaria que forme parte de la estructura
del sistema de cargos tradicional de los pueblos y las de los grupos de
autodefensa, que serían una respuesta básica y espontánea de seguridad a
una circunstancia coyuntural.
En el primer caso ubica al municipio nahua de Huamuxtitlán, Guerrero,
que desde octubre de 2012 decidieron crear policías ciudadanas en contra
de la delincuencia organizada.
Por igual hicieron los nahuas de Manantlán, Jalisco, que defienden su
territorio de compañías mineras chinas y grupos de talamontes. En 2012
sufrieron la desaparición de dos activistas y en enero de 2013
decidieron conformar sus propias guardias civiles.
También está el poblado zapoteca de Álvaro Obregón, Oaxaca, en el que
300 campesinos y pescadores conformaron el pasado 10 de febrero su
propio cuerpo de seguridad para impedir que se construya en la barra de
Santa Teresa un parque eólico de la empresa Nareña Renovables.
En otros casos, piensa que si bien la realidad que los genera existe,
“están inducidos por el gobierno para contrarrestar esos procesos”.
Aquí ubica a la dirigencia de la Unión de Pueblos y Organizaciones del
Estado de Guerrero (UPOEG) de Ayutla, que en su opinión nació para que
la experiencia de la Coordinadora Regional de Autoridades
Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC) de la Montaña de Guerrero no
se extienda a la Costa Chica.
Otro es el caso del grupo chatino de autodefensa de Santos Reyes Nopala,
Oaxaca, que justificó su creación para enfrentar los abusos del
ejército y el narcotráfico, pero su líder es el edil, Fredy Gil Pineda,
considerado por las autoridades de la Universidad Autónoma Benito Juárez
de Oaxaca uno de los “porros más aguerridos” de la institución, no sólo
por las tomas y marchas que encabezó en su paso por este lugar, sino
también por su carácter retador y su imposición por segunda ocasión al
frente de la alcaldía localizada en la costa oaxaqueña.
Un caso más es el del llamado Comando Civil de Defensa de Tantoyuca y
Platón Sánchez: Guardia civil Huasteca, el cual apareció en la zona
norte de Veracruz en septiembre de 2012.
El Ejército Popular Revolucionario (EPR), en un comunicado fechado el 20
de septiembre del 2012, señala al grupo de Tantoyuca como paramilitar,
creado por empresarios y caciques para justificar “la intensificación de
la militarización” en la región. En otros casos el grupo guerrillero no
se ha manifestado.
Campaña contra EZLN
Bárcenas considera que estas manifestaciones aparecen cronológicamente
en dos momentos con significados distintos: antes y después de la
reaparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el 21
de diciembre de 2012.
Estima un momento previo a ese 21 de diciembre de 2012 en el que
comunidades de Jalisco, Michoacán y Guerrero arrancaron procesos para
crear sus policías comunitarias en contra de megaproyectos y el
narcotráfico.
Tras el regreso a escena del EZLN, los Acuerdos de San Andrés Larráinzar
y el tema de los derechos y la autodeterminación indígena cobraron de
nuevo vigencia y el fenómeno recibió impulso.
No obstante, a partir de febrero “ya veo la mano del gobierno”, expresa
el autor de Rebeliones indígenas en la mixteca, la consolidación del
Estado nacional y la lucha de los pueblos por su autonomía.
“El gobierno ha usado la aparición de esas policías para hacer una campaña en contra de los derechos indígenas”.
Movimientos históricos
El miembro de la Asociación Mexicana para las Naciones Unidas se
traslada en el tiempo y expone que la evidencia de que los cuerpos de
seguridad indígena autónomos tienen más de un siglo en México lo
muestran las guardias tradicionales seris, yaquis y mayas.
Las tres etnias perdieron la guerra contra el ejército federal en el
siglo XIX y desde entonces “han tenido procesos de confrontación frente
al Estado por defender su integridad como pueblo y su defensa del
territorio”.
La seri, por ejemplo, está “bien armada, con pistolas de alto poder”.
Detalla que en la década de los años 90 la Marina detuvo a algunos
pescadores seris porque navegaban armados para impedir que barcos
camaroneros depredaran su territorio.
No obstante en 1997 ambas partes lograron un acuerdo: “que la Marina ya no los iba a molestar por las armas”.
De esta manera los seris se convirtieron en “el único pueblo en el que el gobierno les donó tierras en zona marina”.
En 1997 destaca el nacimiento de la CRAC-PC, que en 17 años se ha
consolidado en 73 comunidades mixtecas y tlapanecas de la Montaña de
Guerrero, bajando los índices delictivos en 90%.
“En esta policía comunitaria se ejerce el derecho colectivo de los
pueblos”, dice. Pero sus predecesoras surgidas en la última década
acumulan saldos de sangre.
En el año 2007 Copala creó su gobierno autónomo triqui y guardias de
autodefensa para enfrentar a paramilitares, lo que provocó 27 asesinatos
y el desplazamiento de aproximadamente 600 personas, 200 de las cuales
aún no pueden regresar a su pueblo.
Durante años han existido y un repentino resurgimiento obligó a los
gobiernos a intentar pactar con esos grupos, como ocurre en Guerrero,
aunque para las autoridades, como dice Osorio Chong, deben desaparecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario