De La Jornada
Astillero
Preocupaciones gemelas
Accidentes y sospechosismo
Privatización y resistencia
Estallidos sociales
Accidentes y sospechosismo
Privatización y resistencia
Estallidos sociales
Julio Hernández López
La explosión sucedida
ayer en la Torre de Pemex agrega elementos de preocupación al cuadro, de
por sí complicado, del funcionamiento actual de la principal empresa
estatal y del muy avanzado proyecto peñista que busca modificar las
reglas actuales de operación y abrir puertas a más inversión privada,
sobre todo extranjera...
No se trata sólo de un accidente (en caso de que así lo determinen
los peritajes correspondientes), sino de una cadena de incidentes
similares, en distintas zonas del país (uno de ellos en septiembre del
año pasado en el Centro Receptor de Gas de Pemex en Reynosa, con un
saldo oficial de 30 muertos y 46 heridos), que dan pie a preguntarse la
razón por la cual hay constantes fallas en seguridad y mantenimiento.
Uno de los puntos a los que se dirigen constantes críticas es el
contratismo practicado por los directivos de la institución, cediendo a
empresas particulares la realización de tareas delicadas, en el contexto
de la elevada corrupción gubernamental y sindical que se tropieza por
encontrar formas de realizar convenios privados que suelen generar
comisiones porcentuales importantes, aunque los prestadores de esos
servicios diluyan o simulen el cumplimiento de sus obligaciones. Por
ello, en momentos como los que se viven actualmente respecto al
petróleo, y los energéticos en general, un estallido como el de la Torre
de Pemex potencia las especulaciones y añade hollín a los vitrales
públicos. Será necesario esperar los resultados de las investigaciones
oficiales para determinar si el estallido de ayer fue producto de un
accidente o de un acto premeditado.
Las especulaciones, el descreimiento y el sospechosismo provienen en
primera instancia de la consolidada falta de confianza de los ciudadanos
hacia políticos y autoridades en general. Ayer, por ejemplo, de
botepronto, obviamente sin los suficientes elementos técnicos para
arriesgar una versión oficial del estallido en Marina Nacional, fuentes
de Pemex apuntaron hacia el
sobrecalentamiento de un equipo de aire acondicionado. El sindicato petrolero, por su parte, aventuró la tesis de que era un sobrecalentamiento de calderas. En la premura por establecer explicaciones, justificaciones e incluso coartadas, suelen producirse en casos de crisis declaraciones gubernamentales y filtraciones que no tienen sustento, lo que va abonando el camino al menosprecio de los ciudadanos de a pie respecto de esas posturas oficiales y la multiplicación de un sospechosismo social compensatorio que, por ejemplo, considera que se está dañando la estructura nacional de Pemex para justificar y facilitar las tareas de privatización largamente añoradas por el calderonismo y ahora en vías de realización por el pactismo peñista.
Los estallidos físicos en Pemex se han producido mientras avanza la
apuesta mayor del sexenio priísta que es la mayor desregulación de la
intervención de capitales privados en la operación de Pemex. Durante el
primer salinismo se produjo la privatización de Teléfonos de México que
construyó la plataforma de enriquecimiento, lo cual desembocó en una
medalla mundial en riqueza personal; abrir el negocio de Pemex a una
mayor participación privada podría estar rebasando las bienaventuranzas
monetarias de aquel primer Carlos&Charlie. Y no sólo en términos de
enriquecimientos personales: buena parte del control cupular que el
salinismo ha podido sostener se debe a los compromisos e intereses
derivados de las privatizaciones que realizó y de los pactos secretos y
no escritos que permitieron la repartición del botín nacional y el apoyo
a candidatos y proyectos que den continuidad a esos arreglos.
Elementos de salvamento levantan un pedazo de concreto durante sus
acciones para rescatar a uno de los sobrevivientes de la explosión en la
Torre de PemexFoto Ap/ Eduardo Verdugo
En apariencia, el peñismo está en muy buenas condiciones para
intentar una forma de desnacionalización del petróleo. Tiene de su lado a
los dirigentes del PAN y el PRD y a camarillas correspondientes a estos
partidos, mediante el Pacto por México, que es la mano del gato (en
singular) para sacar las castañas de aceite pétreo del fuego político.
También a los grandes empresarios y sus medios de comunicación que hacen
eco de la campaña gubernamental simplona, la cual cree que negando mil
veces una verdad ésta se vuelve mentira:
no hay privatización,
no se privatizará, etcétera, dice por rutina el licenciado Peña y esa versión se reproduce acríticamente.
A diferencia de lo sucedido durante el calderonismo, no está en
buenas condiciones. La oposición cívica a los planes del segundo
salinismo para disponer de parte de la riqueza petrolera. La segunda
derrota impuesta al candidato de la izquierda electoral ha generado un
extendido desánimo por el golpe formal recibido pero, sobre todo, por la
manera como fue asestado, con un mercantilismo cínico, con un
aprovechamiento ostentoso de la miseria de las mayorías votantes, con un
alineamiento impúdico de medios, empresarios, tribunales y
opositores. Además, la fuerza del movimiento lopezobradorista se ha concentrado en la construcción de un polémico proyecto partidista que debe ser aceptado y aprobado por los mismos factores que convalidaron los resultados electorales de 2006.
Y, sin embargo, la oposición a la entrega de Pemex sigue creciendo y
es probable que supere las diversas trabas y diferencias actuales hasta
lograr un frente unido. Más allá de AMLO, Morena, PRD y demás siglas,
nombres e intereses, la peligrosidad del proyecto peñista-salinista
podría conjuntar a ciudadanos deseosos de impedir tal retroceso
histórico. En ese proceso de crecimiento de la oposición a reformas
laborales y educativas, de rechazo a la justicia selectiva (Cassez, los
generales), de protesta por el golpe dado al SME, de manifestaciones
públicas, de descomposición institucional en general, pero en particular
en áreas muy significativas como la Suprema Corte, el Ifai, el tribunal
electoral y el IFE, los humos de la Torre de Pemex y sus lamentables
víctimas (25 muertos, a la hora de cerrar esta columna) llevarán la
atención pública hacia otras zonas, en espera de otros estallidos
gemelares, los políticos y sociales en defensa de la riqueza petrolera
mexicana. ¡Hasta el próximo lunes!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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