Jorge Salazar García.
Como es sabido, los aspirantes de MORENA que compiten por encabezar la “coordinación de los comités de defensa de la 4T” asumieron ante el presidente mantenerse unidos, aceptando que de haber conflictos se someterían el arbitraje del partido. Una vez resueltas las desavenencias, cada parte ratificaría su compromiso de continuar luchando por el proyecto que los unió. Por cierto, dicho compromiso es comparable al adquirido en el matrimonio religioso. En este la pareja promete a Dios unirse hasta que la muerte los separe. El pacto de las corcholatas, igual se hace ante alguién (AMLO) aunque la probable causa de separación es menos dramática: la encuesta.
Naturalmente, debido a la total ausencia de democracia en el partido, las señales de división entre las corcholatas son cada vez más evidentes. Se multiplican las quejas sobre las irregularidades en las estrategias publicitarias y de gastos realizados en sus recorridos. Y no puede ser de otro modo pues siendo experimentados conocedores de las mañas políticas del pasado saben con certeza cuándo alguno de los participantes recurre al financiamiento de los caciques locales para el acarreo y la publicidad.
Sin embargo, aunque la inequidad es evidente, ninguno renunciará a riesgo de ser excluído de las 5 encuestas a realizase del 28 de agosto al 3 de septiembre. De la primera que realizará MORENA desconfían, de las otras 4 (espejo) esperan transparencia y objetividad y esatrán a cargo de encuestadoras privadas. Dado que estas últimas prácticamente decidirá quién será el próximo presidente (a) de México, es indispensable saber que una encuesta es considerada tanto un método como una herramienta; sirve para investigar, recopilar opiniones y datos con el propósito de tomar decisiones objetivas. Para que esto suceda, la validez de los datos debe emanar del cumplimiento de los siguientes requisitos técnico: elaborar un cuestionario estructurado, seleccionar una muestra representativa (grupo de personas) y procesar debidamente los datos obtenidos. De tal modo que las personas encargadas de interpretar y dar a conocer los resultados lo hagan con la mayor certeza posible. Eso la convierte en muy útil en la economía y la política. Los empresarios la utilizan para recabar información sobre las preferencias de los clientes. De esa manera pueden mejorar o cambiar un producto o servicio y, desde luego, aumentar sus ganancias. Se comprende entonces porqué tanto el sector privado como el público han creado empresas e instituciones encuestadoras. Uno justifica sus decisiones antes los inversionistas y el otro ante el gobernado.
Por lo anterior, los aspectos técnicos son de constante negociación entre los equipos de Monreal, Marcelo, Adán Augusto y Claudia. Saben que de ello depende el resultado final. Los dados entonces siguen sobre la mesa y, mientras todos permanezcan en ella hasta el 6 de septiembre (divulgación del resultado) tendrán un hueso de consuelo asegurado. Abandonar la competencia si sería una verdadera tragedia, pues como dijera “El Tlacuache”, César Garizurieta, amigo de aquel gran ladrón veracruzano, Miguel Alemán Vladez, “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.
Lamentablemente, los políticos, dominados por su ambición de poder codicia han pervertido el uso de esa herramienta, desvirtuando resultados, maquillando o manipulando datos y hacer negocios con ellos o “legitimar” una decisión autoritaria. Por esa razón las encuestadoras privadas reciben fuertes sumas de dinero de los dirigentes partidistas con los cuales, seguramente, firman acuerdos de confidencialidad mutua para ocultar o alterar los resultados reales cuando asi convenga. ¡La verdad no es negocio!
La consecuencia sobresaliente aquí es que la ciudadanía pierde la confianza en las empresas encuestadoras y en los resultados de las encuestas. De la credibilidad en los partidos mejor ni hablar, se han desviado tanto de sus funciones que ya muy pocos creen promuevan la democracia.
De lo anterior surgen inquietantes preguntas: ¿Quién va a creer en la encuesta de MORENA?, ¿Habrá corcholatas que intenten “comprar” a alguna encuestadora?
Lo recomendable es no responder con un sí o con un no antes de informarse. Sería bueno reflexionar y argumentar con otros la respuesta, respetando al que difiere.
Permítame exponerle las siguientes deducciones partiendo de que las corcholatas no confían en el partido ni en las empresas encuestadoras. Debido a que los 4 morenistas saben que los militantes, han sido marginados de la toma de decisiones, poco pueden hacer a su favor, al menos que utilicen las mañas acostumbradas. La consecuencia lógica es hacer circo mediatico en las calles y plazas públicas mientras en lo oscurito se negocia y opera ganar la encuesta.
Ahora bien, admitiendo lo anterior y considerándolo a usted un sincero seguidor de alguna de ellas ¿Qué haría si su corcholata favorita, acusada de tramposa, resultara ganadora? o ¿Cuál seria su reacción si perdiera por los agravios de la primera? ¿Debe tolerarse, por lealtad, la comisión de delitos electorales? Cualquiera que sea su respuesta le genera un dilema (conflicto interno). Si dice que no, daría carne a las hienas de la derecha posibilitándoles ganar la mayoría del congreso en 2024. Si su respuesta es afirmativa entonces se convierte en cómplice de los delitos contra los que se luchó por décadas.
Un segundo dilema deviene de renunciar o no al partido. ¿Debe permanecer en un partido que le margina y sólo le utiliza para acarrearlo a los mítines y a las urnas? De nueva cuenta el conflicto ético se presenta, sobre todo si fue uno de los 30 millones que creyeron que MORENA sería diferente a los otros partidos.
Hay salidas y me gustaría decirle que son fáciles. Pero no es así. El único camino que evitaría los dilemas anteriores es hacer lo correcto aunque a corto plazo le ocasione consecuencias no agradables. Actuar por conveniencia personal aceptando que todo se vale, es coadyuvar a que en el fondo nada cambie. Es perpetuar la impunidad y la simulación en la política, no lo dude. Y se covierte, sin quererlo, en un activo promotor de esa extrema derecha inescrupulosa racista, hipócrita, clasista y arrogante que entregó las riquezas de la Nación al extranjero.
Se puede apoyar lo bueno del régimen y dejar de ser insumo de la corrupción política recuperando la facultad establecida en el artículo 39 constitucional. Claro primero debe convencerse de que es posible.
Unidos y organizados con otros se podría, por ejemplo, impulsar un acuerdo nacional con partidos políticos, pequeños comerciantes, campesinos, estudiantes, sociedad civil, pueblos originarios, organizaciones laborales, para convocar a un nuevo Constituyente que saque toda la pus que inyectaron los neoliberales a la Constitución. Por cierto, Gerardo Fernández Noroña, precandidato del PT es el único que ha mencionado esta propuesta.
El balón esta en la cancha. O dignificamos la política o seguimos hundiendo un barco donde los salvavidas ya están monopolizados por los poderes económicos y políticos fácticos.
Por último, le invito a reflexionar, de preferencia en colectivos, la pregunta siguiente ¿Cuáles serían las consecuencias políticas si se ausentaran los ciudadanos de las reuniones, mítines y urnas?
Me puede enviar sus respuestas al correo jorsana01@hotmail.com.
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